Historia del sistema estatal argentino de ciencia y tecnología

La enciclopedia de ciencias y tecnologías en Argentina

El sistema estatal de ciencia y tecnología se conformó tardíamente en Argentina. Si bien desde comienzos del siglo XX el Ejército Argentino impulsó actividades industriales de valor estratégico, fue para la adquisición de tecnologías ya maduras en los países centrales, no para el desarrollo de innovaciones. En cuanto a las ciencias, se valoró tempranamente su divulgación por el sistema educativo, especialmente en la formación de profesionales universitarios, pero sólo en unos pocos casos (como en la Astronomía) se fomentaron investigaciones originales muy específicas.


Primer y segundo gobierno peronista

El interés por las tecnologías militares e industriales del presidente (1946-1952 y 1952-1955) Juan Domingo Perón se manifestó de muchas maneras durante su gestión. Cuando en 1949 hizo una completa reestructuración de su gabinete por Ley Nacional N° 13539, creó el Ministerio de Asuntos Técnicos, inicialmente a cargo de Raúl Mendé (1949-1952) y luego de Pedro Enrique Yesani (1952-1954).[1][2] Los dos grandes objetivos de este ministerio fueron (Atrio, pp. 43‑44):

1. La elaboración, puesta en marcha y seguimiento del Primer y Segundo Plan Quinquenal; y
2. La implementación de la modernización técnica del país mediante el fomento y creación de áreas de investigación científicas y técnicas; la determinación de políticas migratorias y la difusión de la política de gobierno.

Aunque no se conocen muchos detalles de la actuación de este ministerio, fue en este período que se crearon la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA, 1950), la Dirección Nacional de Energía Atómica (DNEA, 1951), el Instituto Antártico Argentino (1951) y la Junta de Investigaciones Científicas y Experimentaciones de las Fuerzas Armadas (JICEFA, 1954). El 4 de junio de 1950 se estableció la Dirección Nacional de Investigaciones Técnicas (DNIT) bajo dependencia directa de este ministerio, transformada en 1952 en Dirección Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (DNICYT). Bajo la dirección del coronel Enrique González —quien era también director de la DNEA— su objetivo principal era la capacitación de científicos y tecnólogos (Hurtado CA, p. 78).

El 17 de mayo de 1951, por Decreto Nacional N° 9695/1951, se fundó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CNICYT) con la finalidad, establecida en su artículo 1°, de orientar, coordinar y promover las investigaciones técnicas y científicas de todo orden que se realicen en el pais.[] Su directorio, presidido por el titular de la DNIT, estaba integrado por el presidente de JICEFA, el Director General de Cultura de la Nación, el Director de Servicios Técnicos del Estado y el Secretario General de DNEA, así como de representantes de las universidades nacionales. Los logros del CNICYT, grandilocuentes en el papel, fueron escasos en la práctica: editó la revista Actualidad Científica y Técnica (ACTA), cuyo primer número apareció en octubre de 1951; promovió la creación del Centro Nacional de la Documentación, del Registro Científico Nacional (RCN, en 1953) y del Instituto de Instrumental Científico. El RCN publicó en 1955, en base a los datos recopilados en un censo hecho en 1951, una Reseña General donde señalaba la existencia de unos 7.000 organismos estatales científicos y técnicos, de unos 13.000 científicos y tecnólogos y de varios planes oficiales del área. En el Primer Repertorio de Organismos Técnicos Especializados Gubernamentales, documento de más de 300 páginas, se daban detalles de estos organismos (Hurtado CA, pp. 82‑84). En julio de 1954 Perón suprimió el Ministerio de Asuntos Técnicos, reemplazándolo por una Secretaría de Asuntos Técnicos que dependía directamente del Presidente de la Nación. El DNICYT y el CNICYT quedaron bajo dependencia de esta Secretaría, el último transformado en Comisión Permanente de Investigaciones Científicas y Técnicas (Hurtado CA, pp. 86).

Perón nunca tuvo buena relación con ningún científico de importancia, aunque sí con tecnólogos exitosos como Manuel Savio (fundador de Altos Hornos Zapla), Julio Canessa (fundador de Gas del Estado) y Kurt Tank (creador del Pulqui II. El único científico en quien depositó su confianza, el físico austríaco Ronald Richter, fue un embaucador que embretó al gobierno nacional en la tarea imposible y fiasco internacional del Proyecto Huemul de fisión nuclear controlada. Esto probablemente tuvo mucho que ver con su pragmatismo y su alta valoración de la capacidad de liderazgo, rasgos más propios de las actividades tecnológicas que de las científicas. La consecuencia fue la falta de buenos asesores que orientaran sus políticas científicas generales, las que fueron titubeantes y con escasa visión de futuro. La comunidad científica argentina tampoco tuvo en esa época, ni tiene en la actualidad, la capacidad de promover consensos generalizados sobre las políticas del área.

Fuentes

  • Atrio, Jorge L.; CONICET: ciencia y tecnología para el desarrollo; Edición Nacional Editora & Impresora; Buenos Aires; 2006 (1ª edición); ISBN 9789872261733. Edición electrónica de libre descarga coordinada por las autoridades del CONICET.
  • Archivo General de la Nación; Fondo Documental Secretaría Técnica 1º y 2º presidencia del Teniente General Juan Domingo Perón (1946 - 1955); Colección referencia serie descriptores 3; Buenos Aires; 1998.

SECYT

Desde su creación en 1958 —durante la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu— hasta 1969 el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas fue el único organismo estatal de promoción de las ciencias y tecnologías, mayoritariamente centrado en las ciencias. En ese último año —durante la dictadura de la “Revolución Argentina”— se creó el primer organismo político del área, una Secretaría de Ciencia y Técnica (como se denominaba entonces a las tecnologías) dependiente de la Presidencia de la Nación. Este organismo continuó siendo el de máximo nivel del área, cambiando varias veces su nombre y su área de dependencia hasta el año 2003. Durante la presidencia 2003‑2007 de Néstor Kirchner, siendo Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva el ingeniero Tulio Abel Del Bono, se elaboró el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación "Bicentenario" 2006-2010 (PEB).

Ley de Innovación Tecnológica

Un obstáculo histórico a la vinculación de los investigadores universitarios y del CONICET con la actividad productiva privada fue la imposibilidad de recibir y administrar directamente donaciones, subsidios y aportes de cualquier naturaleza. La razón era el manejo centralizado de fondos y el engorroso e ineficiente sistema administrativo de control previo de gastos que, sin evitar la corrupción de los funcionarios, causaba enormes demoras desde la formulación del pedido hasta la disponibilidad final del bien. Este obstáculo fue removido con la sanción, en 1990, de la Ley Nacional N° 23877 de Innovación Tecnológica. Esta ley regula el vínculo de los investigadores con las empresas a través de unidades de vinculación tecnológica (UVT), que pueden ser específicas para un solo proyecto o genéricas para todos los de una institución. En el caso del CONICET la UVT es la Fundación INNOVA-T , la primera de este tipo, creada en 1993 para la transferencia de tecnología y la asistencia técnica a empresas. En septiembre de 2009 estaban acreditadas 269 UVT por el ente de habilitación de la época, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica

La Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica fue creada por Decreto 1660/96 del presidente Carlos Saúl Menem en el contexto de una fuerte concentración del control financiero de todos los organismos del Estado y de desinterés por estas actividades, al tiempo que hubo una gran disminución del financiamiento al CONICET. Se creó como un organismo desconcentrado cuyas autoridades eran nombradas por el ministerio del cual dependía, sin representación directa de los científicos, tecnólogos e instituciones del sector como las universidades. Se desconocen sus pautas de evaluación ya que, a pesar de tener una unidad específica para ello, no ha explicitado ni los indicadores usados ni la forma de elección de los evaluadores de proyectos y hay denuncias de favoritismos en su otorgamiento.

La agencia financia proyectos tendientes a mejorar las condiciones sociales, económicas y culturales del país en tres grandes áreas: Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCyT, que se superpone con la financiación del CONICET), el Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR) y el Fondo Fiduciario de Promoción de la Industria del Software (FONSOFT). Administró un préstamo 980 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo para financiar la innovación científica y tecnológica del país. En el año 2007 el FONCYT otorgó unos 300 millones de pesos a unos 1200 proyectos , el FONTAR unos 170 millones a unos 440 proyectos y el FONSOFT unos 8 millones a unos 100 proyectos. No se ha podido encontrar en Internet un listado de todos los proyectos apoyados ni una evaluación del resultado de las inversiones hechas según los resultados efectivamente obtenidos.

COFECYT

En 1997 se creó, en el ámbito de la entonces Secretaría de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Cultura y Educación, el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECYT). El organismo coordina las acciones en ciencia y tecnología de todas las provincias argentinas y la ciudad autónoma de Buenos Aires. Con genuino sentido federal distribuye igualitariamente sus recursos entre todas las jurisdicciones, independientemente de su población o producción. En el año 2004 se creó, como apoyo al COFECYT, el Programa Nacional de Federalización de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (PROFECYT) , con resultados desconocidos.

Ministerios de Ciencia y Tecnología

A partir de la asunción del presidente 2003-2007 Néstor Kirchner, se dio por primera vez máximo nivel al área de ciencia y tecnología como Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. En diciembre de 2007, al asumir la presidente Cristina Fernández, se dio al sector estatus independiente como Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. El hecho de hacerlo un ministerio separado del de Educación indica que no se considera importante la unificación de acciones, un grave error si las acciones de ciencia y tecnología deben estar dirigidas no sólo a todos los sectores sociales sino también a todas la edades.

Planificación científica y tecnológica

Por Decreto 1273/96 se creó, en el ámbito de la Jefatura de Gabinete de Ministros, el Gabinete Científico Tecnológico (GACTEC), que luego pasó a depender de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, en cuya jurisdicción continuó a través de las diversas reestructuraciones ministeriales. Este organismo, integrado por ministros y otros funcionarios de alto rango, define las prioridades del Plan Nacional Plurianual de Ciencia y Tecnología, el monto a solicitar en la Finalidad Ciencia y Tecnología del Presupuesto Nacional, su reparto entre los diferentes organismos y la participación del sector en el Plan Nacional de Obras Públicas. En septiembre de 2001 la Ley 25.467 creó el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, fijando las responsabilidades del Estado, la estructura del sistema y las pautas para su financiamiento y evaluación, ratificando las funciones del GACTEC.

La planificación vigente hasta 2010, el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación “Bicentenario” 2006-2010 (PEB) —incluyendo las bases que se habían elaborado previamente — tenía más de 561 páginas (no son accesibles a través de Internet el Anexo 2: Consulta sobre expectativas acerca de la investigación científica, tecnológica y la innovación en Argentina, el Anexo 3: Paneles estratégicos I y el Anexo 4: Paneles estratégicos II ) de difícil evaluación por la poca especificidad de sus planteos. El documento formula ambiciosos desafíos con la importancia de muchos de los cuales es imposible dejar de coincidir, aunque no siempre con su orden de prioridad. El problema principal es la insuficiente formulación de los medios necesarios para alcanzar las metas planteadas y de los indicadores elegidos para medir el grado de éxito. Por ejemplo, se plantea el desafío de acceder a una sociedad y a una economía basadas en el conocimiento (p. 11 del PEB) para alcanzar lo cual se pone como objetivo estratégico el aumento de la base científica y la capacidad tecnológica. Los indicadores elegidos son el porcentaje del PBI invertido en ciencia y tecnología y la cantidad de investigadores, indicadores con graves limitaciones. La dinámica industria de maquinaria agrícola sólo se menciona por sus requerimientos informáticos, y no hay ninguna referencia al mayor problema sanitario del país, la citada enfermedad de Chagas – Mazza. No se dan pautas claras para la evaluación del impacto social de las acciones.

Fuentes

  • Solivérez, Carlos E.; Hacia un sistema nacional de ciencia y tecnología. En Quintar, Juan & Gabetta, Carlos (compiladores); Pensar la Nación: Conferencias del Bicentenario; Edit. Le Monde Diplomatique & Capital Intelectual; Ciudad de Buenos Aires; 2010; ISBN 9789876142298 (Quintar&Gabetta PN), pp. 87‑103.
  • Hurtado, Diego; La ciencia argentina. Un proyecto inconcluso: 1930‑2000; Edit. EDHASA; Ciudad de Buenos Aires; 2010 (1ª edición); ISBN 9789876280853 (Hurtado CA).

Véase también