Gajes del oficio

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En Argentina el dicho son gajes del oficio se refiere hoy, con algo de ironía, a las dificultades que puede encontrar una persona para el buen desempeño de su tarea.


Origen histórico

Fue una práctica común de los reyes de la península ibérica y de Francia la venta de los cargos públicos, entonces denominados oficios. Estos cargos se subastaban al mejor postor con el mero cumplimiento de requisitos como el de ser hidalgo de solar conocido, es decir propietario, no villano, de origen familiar y heredades bien identificadas. En unos pocos casos se agregaba el requisito de saber leer y escribir, obviamente ineludible para oficios como los de notario y escribano público. Estos cargos vitalicios recibían el calificativo de venales y los beneficios —salarios o porcentajes de lo recaudado— que recibían del rey por su desempeño se denominaban gajes. Los gajes del oficio eran, por lo tanto, los beneficios que recibía el comprador del cargo. Como estos cargos se otorgaban al mejor postor sin requisitos de idoneidad para su desempeño, el concepto de venalidad ha subsistido hasta la actualidad como sinónimo de corrupción. Esta asociación entre venalidad y corrupción se vio reforzada por la creación de cargos innecesarios cuya única función era recaudar fondos para la corona y/o favorecer amigos y protegidos. En el actual territorio argentino los cargos venales más comunes eran los de regidores (administradores de justicia) con carácter perpetuo y generalmente hereditario. Era también común que si un funcionario venal presentaba su dimisión —por ejemplo, por cambiar de lugar de residencia— se le permitiera designar su sucesor. Cómo el cargo se había obtenido a alto precio, el funcionario consideraba justo resarcirse con creces de esa "inversión" a costa de aquellos a quienes en teoría debía servir, por lo que la venalidad resulta ser sólo una variante del prebendarismo.

La venalidad, antiguamente inexistente en partes del mundo como Gran Bretaña y sus colonias, fue una de las improntas del régimen colonial español que todavía subsiste en la cultura argentina contemporánea con similares características. Aunque hoy los cargos no se subastan públicamente, se adjudican secretamente en círculos de asesores, frecuentemente en base a compromisos de amistad, de lealtad partidaria o de complicidad, en perjuicio del erario público y de los que deberían ser los beneficiarios legítimos de las acciones del área.

Es curioso que el término son gajes del oficio haya invertido su sentido original de son beneficios del oficio. Tal vez —es sólo una conjetura sin fundamento documentado— el origen de la inversión semántica provenga de que ante un problema que pareciera hacer indeseable al cargo, se usara la justificación natural pero, están los gajes del oficio.

Fuentes