Diferencia entre revisiones de «Tecnologías en la literatura argentina»

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==Leopoldo Lugones==
 
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La ''Oda a los ganados y las mieses'' de Leopoldo Lugones es un caso destacado de la importancia que se atribuye a las tecnologías. Escrita en el marco del fervor patriótico con que se celebró el Centenario de la Revolución de Mayo, ensalza los logros del campo argentino, enfatizando la acción del hombre sobre la naturaleza y las tecnologías usadas para la producción. El efecto se intensifica tanto por el [[rol]] de agente que otorga a los [[artefactos]] como por su inigualada destreza en el uso artístico de [[metáfora]]s. Las siguientes son algunas estrofas ilustrativas.
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La ''Oda a los ganados y las mieses'' de Leopoldo Lugones es un caso destacado de la importancia que se atribuye a las tecnologías. Escrita en el marco del fervor patriótico con que se celebró el Centenario de la Revolución de Mayo, ensalza los logros del campo argentino, enfatizando la acción del hombre sobre la naturaleza y las tecnologías usadas para la producción. El efecto se intensifica tanto por la personificación y el [[rol]] de agente que otorga a los [[artefacto]]s, como por su inigualada destreza en el uso artístico de [[metáfora]]s. Las siguientes son algunas estrofas ilustrativas.
  
 
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Revisión del 18:08 9 may 2010

Siempre están presentes las tecnologías en la literatura argentina, como en la literatura universal, pero como un fondo sobre el que se desarrolla la acción. Sin embargo, muy pocos escritores argentinos las han tomado como un tema principal, como la figura que se destaca sobre el fondo en la Psicología de la Gestalt. Los siguientes son algunos ejemplos destacados de esta inusual orientación, cuya escasez tiene mucho que ver con la baja valoración popular de las tecnologías en Argentina.


Leopoldo Lugones

La Oda a los ganados y las mieses de Leopoldo Lugones es un caso destacado de la importancia que se atribuye a las tecnologías. Escrita en el marco del fervor patriótico con que se celebró el Centenario de la Revolución de Mayo, ensalza los logros del campo argentino, enfatizando la acción del hombre sobre la naturaleza y las tecnologías usadas para la producción. El efecto se intensifica tanto por la personificación y el rol de agente que otorga a los artefactos, como por su inigualada destreza en el uso artístico de metáforas. Las siguientes son algunas estrofas ilustrativas.

Tiende el cerco su párrafo de alambre
sobre el verdor de las praderas solas.
Aventando su ráfaga de hierro
el recio tren las extensiones corta.
Junto al galpón la máquina ingeniosa
en cuyo horno apagado suele a veces
poner un huevo la andariega polla.
Sobre el perfil marítimo del médano
que la expansión agrícola transforma,
alada por las ruedas de los pozos
en que es el viento acémila industriosa,
la civilización del agua, surge
con un rumor de cristalina loa.
La máquina bufada de sonoros
calores de motor, vomita ansiosa
en infernal sofocación de glumas
el seco chorro de cereal.
Congratulemos a la dulce ciencia
del pacífico agrónomo que explora
en el paciente surco los secretos
de las plantas amigas, con sus toscas
manos, en que la noble geometría
habituó rectitudes bondadosas.
Y el régimen del riego que hondamente
tranquiliza la tierra trabajosa
con su manto feraz, y el calendario
de las lluvias felices que la aprontan.
En tanto, el huso activo, repitiendo
labores de crisálida industriosa,
disponía la prez de los vellones
—nieve en que el sol de estío se prorroga.—
Y decía el telar de los hogares
que una genuina estética valora,
como cítara extensa en que son música
los colores campestres de la colcha.
Y el capataz les cuenta los viajes
en las grandes carretas crujidoras
que dilataban su áspero quejido
por travesías llenas de zozobra.
Celebremos la caña del ingenio
con su morada madurez que empolva
una escarcha de plata, cuando llega
para el recio trapiche la maniobra.
En muelle cabellera de cascada,
el bagazo por fuera se amontona,
mientras digiere el ardoroso tacho
en densidad de fuego la melcocha,
cuyos oros de flavo caramelo
cristalizado ya en blancura sólida,
encumbrando magnífica montaña
de tibio azúcar, el galpón acopia.
Y a la modesta gallineta que huye
con paso de mucama perentoria,
y remeda a la lima del herrero,
atareada como él desde la aurora.
Cantemos la excelencia de las razas
que aquella sangre indígena mejora,
con el marmóreo Durham de los premios,
con el Hereford rústico que asocia
a la belleza de su manto rojo,
en blancura total cabeza y cola.

Fuentes