La vestimenta en su función protectora del medio ambiente tiene extensiones naturales como los trajes de neoprene, los trajes espaciales y las viviendas de todo tipo (discutidas en detalle más adelante). También en los vehículos, superponiéndose en este caso con la función de locomoción, más fácilmente identificable en las casas rodantes. La multiplicidad funcional es un rasgo frecuente en las tecnologías, tal vez porque el ingenio humano se las arregla para explotar al máximo las posibilidades de todos los [[artefacto]]s.
[[Archivo:Vestido Dior 2014.jpg|300px|right|thumb|<small><center>'''Vestido de Christian Dior, 2014.'''</center></small>]]
Hoy en día no mostramos nuestro cuerpo tal cual es a los no pertenecientes al círculo familiar, salvo en los clubes nudistas o en la relación sexual. Partiendo de su inicial función de abrigo la vestimenta se ha convertido en una piel artificial, una máscara corporal que nos oculta a los ojos ajenos. Por extensión surgieron el maquillaje, los tatuajes, los implantes de silicona, el bronceado, las pestañas y pelucas artificiales y muchos otros artilugios que nos permiten simular tener cuerpos que no tenemos. Lo no físico —como la mente, nuestra trayectoria personal, destrezas, sentimientos y devociones— que no se ve no cuenta por regla general, salvo en el círculo de amigos íntimos.
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