El '''proteccionismo''' es el conjunto de medidas —usualmente—usualmente, pero no exclusivamente económicas— económicas— que un país aplica para proteger sus producciones de cualquier especie, aunque lo más frecuente es vincularlo a las industriales. El proteccionismo se considera usualmente lo opuesto al ''libre comercio'' o ''librecambio''. En el ámbito internacional, el organismo que se ocupa de mantener reglas comunes de comercio entre todos los países es la [[Organización Mundial de Comercio]] (OMC). En Argentina, las discusiones y medidas vinculadas al proteccionismo y al libre comercio datan de la época colonial y se han sucedido a lo largo del tiempo en ámbitos muy variados, como se historia en este artículo.
El 24 de mayo de 1897, en un discurso pronunciado en la Unión Industrial Argentina en relación con la protección al azúcar y otros productos nacionales, Carlos Pellegrini recordaba así aquellos debates:
:''Hace veinte años que un grupo de diputados, encabezados por mi distinguidísimo maestro y amigo el doctor Vicente Fidel López, iniciábamos en el Congreso Nacional leyes protectoras de la agricultura nacional y por primera vez se establecía sobre la harina y los cereales derechos protectores. En aquella época se levantó contra esta iniciativa la opinión de esta capital que, como la de todas las grandes capitales, es siempre esencialmente egoísta. Se declaró entonces que ese movimiento importaba atacar al consumidor, que íbamos a encarecer el pan del pobre (es una frase obligada que se presenta siempre). Pues bien, señores, en aquella época Chile, mucho más laborioso que nosotros, cultivaba sus estrechos valles y, como un sarcasmo, enviaba aqui, al país de las grandes llanuras feraces, sus cereales; y Norteamérica, a través del océano, nos mandaba sus malas harinas. Y en esa época los precios eran los siguiente: la fanega de trigo valía doscientos cincuenta pesos moneda corriente, o sea diez pesos oro (es decir treinta pesos moneda nacional) la harina, y el pan del pobre ''(tenía)'' el valor consiguiente. El pan en nuestras campañas era una golosina, no se conocía en el rancho del pobre y raras veces en la estancia del rico. Pues bien, se pusieron los derechos, se protegió la industria agrícola en el convencimiento de que era una de las industrias más indicadas para esta protección. A los pocos años la situación había cambiado radicalmente y hoy dia el pan del pobre —es —es decir el trigo, que valía treinta pesos— pesos— vale nueve y el pan blanco se come hoy en el más pobre rancho de la República Argentina. Hemos conseguido no sólo abaratar el producto en la república, sino que hemos contribuido a mejorar la suerte de la clase menesterosa en el mundo entero, porque somos hoy un factor que contribuye a establecer el precio del trigo en todos los grandes mercados. De manera que esta protección tiene justamente por objeto explotar las condiciones naturales de nuestra tierra, prestando a las industrias nacientes aquella protección que les es indispensable para luchar con la experiencia, para luchar con la falta de capitales, con la falta de mercado, con esos cien inconvenientes que rodean una industria que nace, para alcanzar en un porvenir más o menos cercano el gran desideratum que es ofrecer al consumidor un producto nacional a un precio más barato que el similar extranjero.