Instituto Argentino de Promoción del Intercambio
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El Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) fue el más ambicioso organismo económico encarado por el gobierno de Juan Domingo Perón (1946 a 1955) pues debía proporcionar los recursos económicos necesarios para la ejecución de los planes quinquenales.
Objetivos
Sus finalidades explícitas o implícitas fueron las siguientes:
- Obtener mejores precios para los productos agropecuarios que constituían el grueso de las exportaciones argentinas, en especial el trigo y las carnes.
- Garantizar el mantenimiento de la capacidad productiva agropecuaria primaria y secundaria, es decir, de la agricultura, de la ganadería y de la industria elaboradora de sus productos.
- Asegurar el abastecimiento interior de los productos de la canasta familiar a precios al alcance de los trabajadores de menores ingresos.
- Disponer de las divisas necesarias para el mantenimiento de la actividad industrial no agropecuaria, es decir, la adquisición de insumos y repuestos, así como la renovación de maquinarias.
Medios usados para alcanzar los objetivos
Las maneras de cumplir estos ambiciosos objetivos fueron muy variadas, pero todas dependían de la apropiación por el estado de parte de las ganancias provenientes de las exportaciones agropecuarias, para su posterior redistribución. Los principales medios usados para alcanzar cada uno de los objetivos y su racionalidad fueron, en el mismo orden de la lista anterior, los siguientes:
- Los precios internacionales de los productos primarios son siempre fijados por los principales mercados compradores, los países más industrializados, que en esa época eran Gran Bretaña y EEUU. Estos países tenían acuerdos para evitar pujas entre ellos que pudieran elevar los precios. Asimismo, después de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1955, con un intermedio durante la guerra de Corea, los precios internacionales de los productos agropecuarios tendieron a la baja. Al concentrar la producción en un único comprador, el IAPI, se incrementó notablemente la capacidad de negociación y, por lo tanto, de obtener mejores precios. Además, el cumplimiento de las condiciones de venta quedaba mejor garantizada por un gobierno que por un particular. Para ello el IAPI compraba la producción de trigo (en promedio más del 80% a lo largo del período 1946-1955) y en menor cantidad la de otros productos agrícolas, y hacía de intermediario (cobrando un porcentaje) para la colocación de las carnes en el exterior. Estas operaciones permitían que el estado captara importantes recursos que antes quedaban en manos de intermediarios privados.
- Los factores que determinan los precios a que se venden en el exterior los productos primarios frecuentemente tienen poco que ver con la eficiencia en la producción. El otorgamiento de subsidios a los productores, la fijación de cupos de importación o exportación y las tarifas aduaneras establecidas por los grandes compradores pueden causar que los precios a que vendemos nuestras exportaciones caigan por debajo de sus costos de producción. Si esta situación se prolonga demasiado puede producir la quiebra de los productores argentinos, disminuyendo la capacidad de abastecimiento interno. Para evitar esto el IAPI fijaba precios sostén de las cosechas antes de que el productor iniciara la siembra. Cuando el precio internacional del producto caía por debajo del sostén, el IAPI cubría la diferencia con sus propios recursos, subsidiando así a los agricultores. Esto, por supuesto, no se aplicaba a los productos en cuya exportación el instituto sólo operaba como intermediario.
- El modelo distributivo peronista del período estuvo orientado hacia el logro de máxima ocupación, salarios altos y gran consumo interno, pero no incluía modificaciones al régimen latifundista de tenencia de la tierra. La eficacia de las actividades del IAPI estuvo así fuertemente limitada porque el gobierno no tenía control ni de lo que se sembraba ni de la tecnología con se hacían los cultivos, y la garantía de los precios sostén desalentaba la búsqueda de mejoras de la productividad y el rendimiento a través de la inversión de capitales para la modernización de las tareas agrícolas. En todo caso, la ocupación masiva de mano de obra, si bien aumentaba los costos, brindaba más puestos de trabajo y ayudaba a disminuir la entonces creciente migración hacia los grandes centros urbanos.
- El mecanismo de subsidios funcionaba bien siempre y cuando las bajas de precios fueran compensadas con alzas posteriores, a fin de no agotar los recursos. Cuando las innovaciones tecnológicas de otros países hacían que sus productos desplazaran los nuestros del mercado el IAPI suspendía el régimen de subsidios, salvo cuando se tratara de productos esenciales de la canasta familiar como el pan, cuyo costo fue mantenido artificialmente bajo por mucho tiempo. La falta de fomento de mejoras de la eficiencia de la producción nacional se puso claramente en evidencia con las fábricas elaboradoras de aceite de lino, las que terminaron cerrando sus puertas por obsolescencia tecnológica.
El IAPI, con alrededor de 3.000 empleados repartidos en actividades muy diversas, tuvo los problemas organizativos y administrativos característicos de una enorme estructura burocrática muy politizada. Sus decisiones eran frecuentemente más políticas que técnicas y sus empleados eran designados por recomendación de personas influyentes más que por su idoneidad. Como resultado su eficiencia fue baja y su nivel de corrupción muy alto. Esto ocasionó grandes pérdidas casi imposibles de contabilizar, hecho que fue sistemáticamente denunciado por los opositores al gobierno peronista.
Fuentes
- Buch, Tomás & Solivérez, Carlos E.; De los quipus a los satélites: historia de la tecnología en la Argentina; Edit. Universidad Nacional de Quilmes; Bernal (pcia. de Buenos Aires); 2011; ISBN 9789875582378 (BuchSolivérez QS); pp. 389‑400.
- Novick, Susana; IAPI: auge y decadencia; Centro Editor de América Latina (CEAL); Ciudad de Buenos Aires; 1986; ISBN 9502501357.