La agricultura y la ganadería no terminaron con la recolección de productos silvestres, la complementaron. En algunos casos, como la pesca, la recolección continúa hasta nuestros días siendo todavía de enorme importancia para pueblos como los asiáticos y los de las regiones polares. El predominio sobre la recolección hasta su casi desaparición se dio solamente en las comunidades con gran capacidad de generación de excedentes agrícolas acopiables por períodos largos de tiempo, como los cereales, caso en que el trueque permitía obtener con menor esfuerzo productos de la recolección como la miel. Sin embargo, éste es un fenómeno posterior ya que un [[rasgo]] esencial de la etapa neolítica es que las comunidades eran mayoritariamente autosuficientes, siendo capaces de cubrir sus [[necesidades básicas]] sin necesidad de recurrir a fuentes externas de aprovisionamiento. Esta autosuficiencia incluía tanto los productos como los [[útil]]es necesarios para obtenerlos. La autosuficiencia completa difícilmente se haya alcanzado nunca y el reducido intercambio de bienes, probablemente de lujo, fue la base de lo que sería la siguiente revolución.
Los [[útil]]es neolíticos de piedra se diferencian de sus antecesores porque se afilaron por pulimento, por roce contra una superficie igualmente o más dura, a diferencia de la técnica de percusión con que se fabricaron los equivalentes paleolíticos. Las armas y herramientas así fabricadas son más durables porque se pueden usar [[material]]es menos frágiles. Esto permitió el trabajo de la madera para la fabricación de viviendas más durables, arados y embarcaciones, tareas imposibles sin herramientas resistentes. El almacenaje de granos y líquidos fue posible gracias a la invención de las técnicas alfareras, también un rasgo universal de la etapa neolítica, a la que necesariamente precedió. La alfarería es probablemente el primer proceso físico-químico conscientemente ejecutado por la especie humana (el fuego es también un proceso químico, pero no fue comprendido hasta tiempos muy recientes; también lo es, pero mucho más complejo, el de cocción de los alimentos). Luego de la cocción la arcilla cambia tanto de color como de consistencia, y lo hace de manera repetible y predecible si se usan la materia prima y los combustibles apropiados. Esto requirió: ensayo y error, el método [[céteris paribuspáribus]]; la identificación de minerales, su clasificación y separación; la técnica de generación y confinamiento de calor. Las técnicas de coloración de la cerámica requirieron ampliar grandemente tanto el rango de los minerales usados como mejorar el control del proceso de generación de calor, una condición previa imprescindible para la metalurgia. Los primeros indicios de industria textil se encuentran en poblaciones neolíticas de Egipto y el Cercano Oriente. Las ropas hechas primero con lino y luego con lana, comenzaron a reemplazar a las de pieles y hojas como protección contra el frío y el sol. Fue entonces cuando se desarrollaron los telares, ingeniosos artefactos que facilitan el entrecruzamiento de los hilos y perduran hasta hoy en sus diversas versiones. El oficio de tejedor era usualmente propio de las mujeres, aunque entre los yoruba nigerianos son los hombres quienes lo practican.
Las tareas artesanales de la Edad Neolítica eran domésticas, pero la transmisión de las técnicas de ejecución eran colectivas. Las artesanas y artesanos se reunían para hacer sus obras, compartiendo información, iniciando a los novatos e imprimiendo un sello peculiar a sus productos que los distinguía de los de otros grupos cercanos y lejanos. También eran colectivas las tareas productivas más complejas y pesadas, como el desmonte para la apertura de nuevos terrenos de cultivo. Esto requiere una organización social, aunque los grupos eran mayoritariamente pequeños y estaban localizados en áreas pequeñas, del orden de &1sup2; ha. Lamentablemente se desconoce cuál era esa organización, en la que seguramente tenían un [[rol]] crucial las supersticiones y las creencias religiosas. Tampoco era una organización estable, ya que el pequeño tamaño de las aldeas indica constantes migraciones, seguramente de los más jóvenes, en busca de nuevos terrenos o meramente de independencia. De la semejanza entre los bienes de todos los miembros de esos grupo se deduce la inexistencia de una clase bien diferenciada de personas ricas. Tampoco hay indicios inequívocos de guerras, aunque las armas eran comunes. En cuanto a sus saberes "científicos", de lo único que se puede estar seguro es que tenían conocimientos básicos de Astronomía, ya que de otro modo no hubieran podido hacer las tareas agrícolas en las época adecuadas para su éxito.