[[Archivo:Niña chaqueña desnutrida.jpg|600px|right|thumb|<small><center>'''Niña chaqueña desnutrida.'''</center></small>]] 
Las actividades [[ciencia|científicas]] y [[tecnología|tecnológicas]] pueden proporcionar satisfacción y prestigio a sus practicantes e importantes ingresos a sus contratantes. Pueden centrarse en develar apasionantes incógnitas, como la naturaleza de la materia oscura interestelar, o en agrandar las fronteras del consumo con rutilantes artefactos que aumentan el placer y el estatus de sus poseedores. La búsqueda de la belleza y la verdad (placer intelectual) y del placer físico parecen ser las principales impulsoras de estas actividades, especialmente en los países que están en la vanguardia de los saberes científicos y los desarrollos tecnológicos. ¿Es en esta frontera de lo desconocido adonde podemos y debemos encontrar las finalidades justificatorias de las cuantiosas inversiones que Argentina hace hoy en estos campos? La duda no es si en el país se puede o no hacer buena ciencia, según los estándards internacionales, o tecnología innovadora y de avanzada. Está probado que sí por nuestros tres [[premios Nobel]] en ciencias biológicas y por empresas tecnológicas como [[INVAP]], [[Tenaris]] y [[Vassalli]] (véase el artículo [[maquinaria agrícola]]). No hay dudas, tampoco, de que las ciencias y las tecnologías pueden tener resultados valiosos. La pregunta crucial a contestar no es ¿ciencias y tecnologías para qué? sino ¿ciencias y tecnologías para quién? La incógnita, que debería ser un desafío, es si los argentinos podemos hacer ciencia y tecnología que ayude a nuestras mayorías, los pobres y postergados de todos los rincones del país, a comprender mejor su mundo natural y social y a transformarlo más eficazmente en beneficio de todos, a la vez que usando de modo sustentable los recursos y preservando las formas de vida naturales.
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