La primera central hidroeléctrica del mundo fue construida por el barón inglés [http://en.wikipedia.org/wiki/William_Armstrong,_1st_Baron_Armstrong William Armstrong] para iluminar, con las lámparas fabricadas por Swan, su propiedad de Cragside (Northumberland), poco después de 1863[http://www.theecologist.org/investigations/energy/269238/the_origins_of_hydroelectricity.html]. En esta época de explosiva propagación de desarrollos eléctricos, las centrales hidroeléctricas se multiplicaron en el mundo. Una de ellas fue la de las cataratas del Niágara inaugurada en 1881 como una generadora privada de CC. En 1891 se decidió su ampliación, para lo que se formó una comisión de expertos presidida por el reputado físico sir [http://es.wikipedia.org/wiki/William_Thomson William Thomson] (lord Kelvin) a fin de decidir la conveniencia de continuar con ese tipo de corriente o reemplazarla por la alterna. El éxito del sistema en la feria de Chicago convenció a lord Kelvin, hasta entonces partidario de la CC, de la conveniencia de cambio de norma. Las obras —hechas con aportes de los mayores magnates de la época— fueron inauguradas luego de 5 años de laborioso trabajo, proveyendo a la ciudad de Búfalo, a 27 km de distancia, con un único generador de 1.000 caballos de fuerza[http://en.wikipedia.org/wiki/Niagara_Falls#Power]. La exitosa transmisión a distancia y funcionamiento del sistema promovieron la aceptación generalizada de la corriente alterna, convirtiéndose a partir de entonces la norma para la provisión de electricidad a las ciudades.
La Guerra de las Corrientes fue una de las muchas que se producirían por el control comercial de las tecnologías, generadoras de jugosos dividendos para el capital. Los ferrocarriles, la telegrafía, la telefonía, la radio, la televisión, las computadoras, las armas, fueron algunas de las muchas causas de conflictos entre los competitivos dueños del capital. Con suerte triunfaban las tecnologías más favorables para el usuario; por regla general, las que daban mayores ganancias económicas, salvo cuando el Estado intervenía para volcar el equilibrio del poder en uno u otro sentido. En este caso el resultado favoreció a los usuarios. El uso de la corriente alterna disminuye las pérdidas en el proceso de distribución cuando se hace a alto voltaje; facilita la conversión de alto a bajo voltaje mediante el uso de transformadores; simplifica los motores eléctricos, lo que los hace más duraderos y baratos, facilitando su multiplicación en todo tipo de actividades; el riesgo de su uso es actualmente nulo gracias a los disyuntores diferenciales. El conflicto marcó el comienzo de una tendencia que se reforzaría constantemente a lo largo del tiempo: el predominio de los intereses empresarios por sobre el de los inventores, es decir, la profesionalización del negocio tecnológico. En el siguiente gran conflicto de importancia, la propiedad de las tecnologías de la radiodifusión, se terminaría de afianzar el proceso. La [[invención del transistor]] ya no sería una empresa individual sino corporativa.
==Fuentes==
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