En tiempos prehistóricos la única iluminación nocturna de la morada era la escasa que brindaba el fuego. El primer dispositivo específicamente destinado a iluminar fue la tea o antorcha, consistente en un cabo de madera dura cuyo extremo se envolvía con fibras combustibles embebidas con asfalto, pez, grasa animal, resina o aceites vegetales. En época tan temprana como el año 450 aC, la iluminación nocturna de las calles de la ciudad de Antioquía (en la actual Siria) se hacía con antorchas (''Crónica de la Técnica'', p. 69. A pesar de ser poco práctica por su escasa duración, el uso de la tea perduró hasta épocas tan recientes como el siglo XVIII. Así lo atestiguan los soportes para colocarlas que habían en los corredores de las casas y castillos (Pound, p. 255).
[[Archivo:lámpara de aceite.jpg|200px120px|right|thumb|<center> Lámpara de aceite de la antigüedad.</center>]]
En el interior de las viviendas se usaron las menos luminosas y contaminantes lámparas de aceite que ya se usaban en el antiguo Egipo alrededor del 2.800 aC (''Crónica de la Técnica'', p. 25). Consistían en un recipiente de cerámica, vidrio o metal lleno con aceite vegetal, dentro del cual se embebía un pabilo de fibras retorcidas por las que el aceite ascendía por capilaridad. El principio de funcionamiento es similar —y probablemente les dio origen— al de las actuales velas y lámparas de kerosene. Las velas son los únicos artefactos portátiles de iluminación que han perdurado hasta nuestros días.
En 1813 se introdujo en Londres la iluminación artificial de calles y casas con lámparas alimentadas con gas metano obtenido del carbón mineral (hulla). El sistema pronto se generalizó a todas las grandes ciudades, únicas donde era económicamente viable el tendido de las redes de alimentación. La provisión de gas de alumbrado se transformó en una enorme industria y hacia 1859 había en Inglaterra cerca de un millar de fábricas (Derry, pp. 736-749).
[[Archivo:lámpara de gas.jpg|80px||thumb|<center>Lámpara de camisa ''El Sol de Noche''.</center>]]
La eficiencia de la lámpara mejoró mucho cuando se eliminó la “llama abierta” al inventarse la camisa. Esta malla de fibras relocaliza la llama sobre su superficie de carbono recubierto de tierras raras, que por incandescencia aumenta significativamente la luminosidad. El invento ha llegado hasta nuestros días en las lámparas alimentadas por gas envasado (mayoritariamente consistente en propano) usadas en los lugares donde no hay provisión domiciliaria de electricidad.
[[Archivo:lámpara de gas.jpg|180px||thumb|<center>Lámpara de camisa ''El Sol de Noche''.</center>]]
Es razonable pensar que la lampara eléctrica fue una consecuencia del tendido de redes eléctricas; pero no sucedió así. [[Thomas Alva Edison]], el primer empresario que hizo de la innovación tecnológica un objetivo explícito y permanente, fabricó en serie y vendió a pérdida sus lamparitas eléctricas, para promover sus empresas de generación y distribución de electricidad. Respecto a él escribió el divulgador científico y escrito de ciencia ficción [[Isaac Asimov]] en ''Momentos Estelares de la Ciencia'':
:''Edison hizo algo más que inventar, y fue dar al proceso de invención un carácter de producción en masa. La gente creía antes que los inventos eran golpes de suerte. Edison sacaba inventos por encargo y enseñó a la gente que no eran cuestión de fortuna ni de conciliábulo de cerebros. El genio, decía Edison, es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración.''
Contrariamente a la creencia popular, Edison no fue el inventor de la lamparita eléctrica, sino el empresario que comprendió sus posibilidades, la fabricó y la comercializó de modo masivo, proveyendo toda la infraestructura necesaria para la generalización de su uso. El inventor de la primera lámpara eléctrica incandescente fue el ingeniero británico Robert Grove, en 1840. La característica más importante del dispositivo era el encierro del filamento, hecho del metal precioso platino, en una cámara de la que se extraía el oxígeno para evitar el proceso de oxidación. El dispositivo era excesivamente costoso, difícil de construir y de corta vida. En 1846 el inglés Farthing desarrolló la máquina automática de soplado de vidrio que permitió fabricar de modo económico las ampolletas de vidrio que aislan el filamento del aire (Crónica de la Técnica, p. 307). La primera lámpara práctica fue construida en 1854 por el alemán H. Goebel usando filamentos de carbón (véase ''Crónica de la Técnica'', p. 334). Edison usa en 1879 poco duraderos filamentos de algodón carbonizado, pero pone a punto la técnica de fabricación masiva de lamparitas. El dispositivo alcanzó su forma final gracias a su asociación con Swan, quien desarrolló un método para moldear filamentos de nitrocelulosa. Esta asociación dió origen a la actual empresa AEG (''Crónica de la Técnica'', p. 405).
[[Archivo:Lámpara de Edison.jpg|200px|left|thumb|<center>Una de las lámparas de Edison.</center>]]
Edison debió quemar miles de lamparitas antes de encontrar la correcta combinación de formas y materiales que permitieran un producto durable: unas 1200 horas de vida útil para las de filamento de bambú. La fabricación requería unas 200 operaciones diferentes, y en 1881 su fábrica de Menlo Park, con 133 operarios, producía 1000 lamparitas diarias a un razonable costo de 1,21 dólares cada una. Edison las vendía a sólo 80 centavos, a fin de crear un mercado para este innovador producto (Vögtle, p. 71). El éxito compensó pronto su iniciativa y esfuerzo; en 1882 inauguró los sistemas de iluminación eléctrica pública de Londres, primero, y Nueva York, después. Pronto siguieron otras ciudades norteamericanas y europeas (Crónica de la Técnica, p. 414). Se produjo entonces un crecimiento explosivo de los sistemas de generación y distribución de electricidad, y de la tecnología asociada, la [[Electrotecnia]].
Con justicia, como se ve, la metáfora ''se le prendió la lamparita'' se ha convertido en la caracterización popular de la creatividad y el ingenio.
[[Archivo:Lámpara de Edison.jpg|200px|left|thumb|<center>Una de las lámparas de Edison.</center>]]
Cumplido ya su primer siglo de existencia, la lampara eléctrica de filamento incandescente ha llegado a nuestros días con una sola modificación de importancia. Ni siquiera la forma ha variado demasiado, ya que conserva el diseño inconfundible que originalmente le diera Edison como consecuencia de las técnicas tradicionales de moldeado del vidrio. La modificación fue el reemplazo del frágil filamento de carbón o nitrocelulosa por el de tungsteno. Esto fue posible gracias al desarrollo de un método de fabricación desarrollado por el inventor estadounidense Coolidge, en 1908. El tungsteno funde a 3380 C y tiene una gran resistencia mecánica, lo que permite aumentar su temperatura de funcionamiento y obtener luz más blanca y lámparas más resistentes al maltrato.
Las lamparitas eléctricas incandescentes son bastante feas cuando están apagadas. En particular las incoloras, donde se pueden ver los ramificados soportes del a veces despatarrado filamento. Si además está la rosca a la vista, tienen un aspecto bastante tosco. Al menos las opalescentes, al no mostrar su interior, tienen un toque de misterio. Mejora más todavía cuando tienen forma de vela o de perita, pero no son posibles muchas formas más por las limitaciones que impone la fragilidad del vidrio. Del tacto es mejor no hablar, son objetos poco amigables que o están helados o nos queman. Si fueran objetos desconocidos para el comprador, la única forma de venderlas sería no mostrarlas cuando están apagadas. Sin embargo, aunque su forma no nos guste, es inconfundible y no hay ningún objeto que se le parezca. Los otros tipos de lámparas (de mecha, de camisa, linternas, veladores a batería...), aunque cumplan la misma función son completamente diferentes.
==Estructura y funcionamiento==
[[Archivo:Lámpara estructura.jpg|400px300px|right|thumb|<center> Estructura de la lámpara eléctrica de filamento incandescente.</center>]]
La figura adjunta ilustra las partes principales de la lámpara eléctrica de filamento incandescente y su relación funcional.
# Bombilla de vidrio: Contiene, en un ambiente de muy baja presión, al filamento con sus soportes y conexiones eléctricas. Un repliegue de la bombilla constituye el tubo cerrado en el cual se insertan los soportes del filamento. Por el interior de este tubo salen los conductores que alimentan al filamento con la corriente eléctrica. El vidrio de la bombilla debe ser resistente a los golpes y a las altas temperaturas. Ésto se logra mediante tratamientos superficiales apropiados, probablemente el enfriado por aire soplado, como en algunos vidrios para horno. La unión entre el conductor pasante y la bombilla debe estar totalmente sellada de manera que no ingrese aire del exterior. Ésto se logra mediante tratamientos especiales de la superficie del conductor. Los soportes deben ser firmes pero no completamente rígidos de modo de absorber la energía de golpes que podrían destruir el filamento.