No podemos desprendernos completamente de nuestros intereses y emociones, por lo que nuestra percepción de las cosas estará siempre teñida por nuestras emociones, tamizada por nuestras experiencias, limitada por nuestras destrezas de observación y análisis. Sin embargo, ésta no es la única limitación (tal vez ni siquiera la principal) para el logro de una mejor comprensión del mundo natural y social que nos rodea. Los investigadores del [[constructivismo]], entre los que se destacan Vygotsky y Luria, han reunido evidencias muy convincentes de que —a pesar de las tesis de Sócrates sobre el origen individual de éstos— los saberes son construcciones sociales que se generan gracias a la interacción entre personas que se comunican mutuamente experiencias mediante símbolos verbales y escritos. Sabemos "objetivamente" que un color es rojo porque todas las personas que conocemos, salvo quizás algún daltónico, lo identifican sin contradicciones entre sí. El concepto de ''objetividad'' resulta así ser equivalente al de (¿o tal vez deberíamos decir que debe ser reemplazado por el de?) ''intersubjetividad''. Es decir, se trata, hecho central para los saberes científicos, de acuerdos reflexivos, desinteresados y desapasionados sobre las características de las cosas a los que pueden arribar personas con experiencias, destrezas y capacidades de discriminación y comunicación similares pero no idénticas. Se requiere una mínimo grado de similitud porque no es fácil que concuerden entre sí un filósofo y un político, un analfabeto y una persona cultivada, un ciego y un vidente.
La manera en que se busca asegurar la objetividad puede tener consecuencias importantes sobre la calidad de la [[información ]] que se brinda sobre un tema. En el caso de los estudios históricos se considera falta de objetividad la selección no explicitada de algunos aspectos del tema, debiéndose informar sobre puntos de vista alternativos al del autor. En el caso periodístico, además del obvio problema del recorte de datos inevitable en notas de longitud muy acotada, surge el problema de "no tomar partido" en temas éticos que requieren una valoración que excede la mera noticia o la contraposición de puntos de vista sobre ella[http://www.truthdig.com/report/item/the_creed_of_objectivity_killed_the_news_business_20100131/][http://www.argenpress.info/2010/02/el-criterio-de-la-objetividad-en-el.html].
No todas las personas consideran valiosa la objetividad, a algunas les parece una falta de compromiso. Es el caso del militante director de cine cubano Alfredo Guevara, quien en una conferencia dada en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, el 5 de mayo de 2010, expresó refiriéndose a las escuelas de periodismo de Canadá, España y Francia:[http://zoevaldes.net/2010/05/30/conferencia-de-alfredo-guevara-en-la-facultad-de-comunicacion-de-la-universidad-de-la-habana-el-5-de-mayo-del-2010/]
Una buena primera aproximación al concepto de ''realidad'' es la conocida [[La Caverna de Platón|metáfora de la caverna]] de Platón. El fenómeno psicológico (cognitivo) subyacente, la manera en que las personas adquirimos la comprensión del mundo, se discute en el artículo [[constructivismo]].
La [[información ]] que adquirimos sobre el mundo exterior está limitada por dos grandes factores. El primero es el limitado número y capacidad de los sensores de que está dotado nuestro cuerpo, los órganos de los sentidos. Vemos un rango limitado del espectro radiante, oímos sólo una banda reducida de frecuencias sonoras, sólo podemos tocar objetos no demasiado fríos ni demasiado calientes, identificamos por su sabor sólo 5 gigantescos grupos de sustancias químicas y nuestro olfato, aunque mucho más específico que el gusto, no es comparable con el de cualquiera de nuestras mascotas. Podemos percibir, aunque groseramente, campos gravitatorios, pero no campos eléctricos (como algunos peces) ni magnéticos (como las palomas mensajeras y algunas bacterias).
El segundo factor limitante es la manera en que nuestro cerebro procesa las informaciones procedentes de los órganos sensoriales. No tenemos conceptos innatos, debemos construirlos por interacción social mediada por símbolos. El procesamiento de estos símbolos está limitada a operaciones como la clasificación consistente en la agrupación en conjuntos por rasgos (todavía no bien identificados), la unión e intersección de estos conjuntos, el establecimientos de relaciones entre ellos, entre las que se destacan las de orden y cardinalidad. Estas capacidades de procesamiento son las que determinan la estructura del lenguaje y de la lógica que convalida sus proposiciones (véase Wittgenstein) siendo su más compleja expresión cuantitativa la Matemática. Nuestra mente formula así, con esas grandes limitaciones, representaciones del mundo natural y social que impresiona nuestros sentidos, las sombras en la pared de la caverna de Platón. Lo único que sabemos del mundo exterior, la ''realidad'', es lo que nuestros limitados sentidos, conceptos y sistemas de procesamiento nos permiten asociar a él, nuestras ideas, muy variables de persona a persona. En todo caso lo sorprendente es que a pesar de esas enormes limitaciones hayamos llegado a saber tanto de las características y procesos de ese mundo externo, tanto como para poner hombres en la luna y modificar las funciones hereditarias de algunos organismos vivientes.
Este mismo concepto fue expresado y aplicado por Luria (véase la sección precedente) para explicar la construcción del lenguaje, el proceso de asignación de relaciones entre las palabras y las cosas, la expresión verbal de la ''realidad''.
Como la mayor parte de nuestros saberes son "''autoritarios"'', tomados de fuentes supuestamente inobjetables, la construcción de la realidad es, en última instancia, un fenómeno social. Uno de los primeros filósofos en discutir este tema fue Max Scheler, cuyas ideas sirvieron de inspiración al libro de Erich Kahler ''Historia universal del hombre'', donde se desarrolla la trama histórica del concepto que los seres humanos fueron desarrollando de sí mismos, del cosmos y de su lugar en él.
===La realidad según Ernesto Sábato===No todos creen que distintas personas puedan obtener representaciones de la realidad que puedan ser comparadas entre sí, es decir, que tengan elementos comunes importantes comunes. Una de esas personas es Ernesto Sábato, físico diplomado que abandonó su profesión para convertirse en un destacado escritor argentino, originalmente físico diplomado. En ''El escritor y sus fantasmas'', pp. 152‑153, afirma:
:''Los pintores hacen su autorretrato de dos maneras: una, la menos profunda, pintando su cara; otra, la más valiosa, pintando un árbol, unos caballos, la destrucción de Sodoma y Gomorra. Un árbol de Van Gogh no es un árbol de Millet, aunque los dos hayan tomado el mismo modelo. Pintar o relatar algo "tal como es" es el alegre propósito de artistas que se han titulado "realistas". Pero los artistas no se dividen en aquellos que la transcriben tal como es y los que la transcriben tal como la ven; todos sin excepción pertenecen a esta segunda categoría, todos dan de la realidad externa una versión subjetiva y estrictamente personal. Es tarea fácil mostrar cómo hasta en los más encarnizados partidarios del retrato fiel se da un documento de su visión del mundo y de sus prejuicios cuando creen honradamente estar dando un documento estrictamente objetivo.''
:''Estos realistas ingenuos parten del principio de que fuera del yo hay un mundo que puede ser descrito independientemente de nuestras limitaciones y características personales. Pero si eso es cierto hasta cierto punto para un pentágono o un mineral, no lo es de ningún modo para un paisaje. En estos casos, la realidad no está únicamente fuera sino también dentro del observador, y en rigor'' '''la realidad está constituida por una trama objeto‑sujeto que no puede ser escindida'''. ''El mundo de la pintura, por ejemplo, es el mundo de los colores y los colores no existen en la naturaleza; fuera de nosotros hay quizá ciertos corpúsculos que viajan a una velocidad fantástica, guiados por ondas‑piloto de naturaleza matemática. Como dice Whitehead, la naturaleza es una triste cosa, sin colores, ni sonidos, ni fragancias; todos esos atributos son puramente humanos. Radical e inevitablemente (pero ¿por qué evitarlo?) nuestra visión del mundo es subjetiva, y cada uno de nosotros está creando colores y músicas, groseros o delicados, complejos o simples, según nuestra sensibilidad, nuestra imaginación y nuestro talento.''
 
De la realidad sólo tenemos [[representación|representaciones]], un pequeño conjunto de [[rasgo]]s seleccionados de entre muchos otros por considerarlos importantes. Son ejemplos prototípicos de representaciones los personajes de historieta y los mapas. Unos pocos rasgos faciales —la forma de la boca, de los ojos y los pliegues de la piel— son capaces de representar de modo muy convincente las emociones de los personajes de historieta, aún prescindiendo de la importante información que da el color. En los mapas, simples trazos hechos sobre una superficie plana y la identificación de una escala son capaces de representar accidentes de terreno, distancias, vías de acceso a lugares previamente desconocidos y hasta alturas (con un poco de entrenamiento). Las representaciones no coinciden con lo representado, el dibujo no es el personaje, el mapa no es el territorio, pero todos los primeros dan [[información]] parcial importante para las personas, que es todo lo que se necesita. Es más, a veces el exceso de información sobre la realidad puede ser tan malo como su ausencia total si las personas no son capaces de procesarla. Borges satiriza el tema en el brevísimo relato ''Del rigor en la ciencia'' (del libro El Hacedor):
 
:''... En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad y el mapa del imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamañpo del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.'' (Las mayúsculas son del autor.)
===Fuentes===
Cambios - ECyT-ar

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Objetividad, realidad, verdad

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Borges y la representación de la realidad