Lámpara fluorescente compacta

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Lámpara fluorescente compacta espiral de alta intensidad luminosa.

La lámpara fluorescente compacta es la que integra, por medios electrónicos, el dispositivo de arranque de la descarga gaseosa, antiguamente hecho por un voluminoso balasto. Esto permite concentrar todos los componentes en una sola unidad que tiene similar tamaño y puede conectarse al mismo zócalo que una lámpara incandescente común.


Historia

Los primeros tubos fluorescentes comenzaron a comercializarse en 1938 y fueron la norma en ambientes donde las luces estaban continuamente encendidas durante mucho tiempo y se quería muy buena iluminación, caso de las oficinas y los comercios. No se usaron masivamente en las casas porque hasta fines del siglo XX las instalaciones y artefactos fluorescentes eran comparativamente caros y voluminosos, lo que hizo predominar en ellas el uso de lámparas incandescentes. A comienzos del siglo XXI los avances tecnológicos ya habían hecho posible reemplazar la lámpara incandescente de un portalámparas común por una fluorescente de bajo costo, lo que abrió el camino a su reemplazo generalizado.

Rasgos principales

  • A igualdad de iluminación una buena lampara fluorescente —no todas lo son, hay que comprar las de marcas reputadas— consume un quinto de la electricidad que una incandescente.
  • A diferencia de las lámparas incandescentes, que pueden llegar a centenares de grados centígrados, nunca alcanzan temperaturas elevadas. Ésto las hace seguras y recomendables en sitios donde pueden ser tocadas sin querer, como los veladores.
  • Mientras las lámparas incandescente —debido a su inercia térmica— tienen luminosidad constante, las lámparas fluorescentes titilan. Se puede verificar que es así agitando la mano con los dedos abiertos entre la lámpara y los ojos: se verán dos o tres manos, dependiendo de la velocidad. El efecto es usualmente poco perceptible pero, del mismo modo que cuando se trabaja con un monitor de PC de baja frecuencia de refrescamiento de pantalla (que es claramente titilante), después de un tiempo se puede tener un fuerte dolor de cabeza. Por esta razón no es recomendable usar una única lámpara fluorescente (si son varias, el efecto tiende a atenuarse) para tareas prolongadas de lectura o escritura (por ejemplo, en un velador o lámpara de escritorio).
  • Las lámparas fluorescentes emiten radiación ultravioleta, peligrosa a distancias cortas (típicamente las menores de 30 cm).
  • La luz emitida por las lámparas fluorescentes comunes tiene diferente color que la solar. El efecto se pone claramente en evidencia cuando se fotografía una escena exclusivamente iluminada con esta luz, resultando un tono verdoso. El fenómeno, que los fotógrafos caracterizan con el término técnico de temperatura color, se puede corregir en ese campo con filtros o dispositivos electrónicos especiales. Hay lámparas fluorescentes denominadas luz de día que atenúan el problema, pero no lo eliminan completamente. Por esta razón no se debe usar luz fluorescente para maquillarse si no se quiere lucir como un espantajo a pleno sol.
  • La duración de un fluorescente es superior a la de una lámpara incandescente. Hay, sin embargo, un efecto que puede disminuir su vida útil, la cantidad de encendidos. En efecto, cada vez que se prende una lámpara fluorescente hay un importante desgaste del filamento interior responsable de la generación de corriente eléctrica. Por esta razón los fluorescentes costosos no son recomendables en lugares donde hay que encenderlos y apagarlos con frecuencia, como los pasillos de poca circulación, ya que su vida útil disminuirá mucho. Son, en cambio, óptimos como luces de exterior en los climas fríos (donde las lámparas de alta temperatura pueden estallar) pero en artefactos cerrados.
  • Si se usan celdas fotoeléctrica para evitar que queden inadvertidamente encendidas durante el día, hay que emplear las especiales para luces fluorescentes.
  • Los tubos contienen sustancias tóxicas, especialmente mercurio, que se desprenden libremente cuando se rompe y corre agua por su interior. Los fluorescentes rotos o gastados, al igual que las pilas y otros compuestos tóxicos, no deberían arrojarse a la basura sino entregarse en lugares especiales de recolección y disposición final. Ésto no se ha hecho y la campaña nacional de reemplazo de lámparas incandescentes por las de bajo consumo está aumentando gravemente los riesgos de contaminación de los cartoneros y de las napas de agua subyacentes a los vertederos de residuos.

Fuentes

Véase también