La capacidad de hacer '''inferencias''' permite obtener nuevos saberes a partir de los preexistentes. Las inferencias deductivas que se aplican en la Lógica tradicional y en las demostraciones matemáticas de todo tipo son básicamente tautológicas, es decir, no generan conocimientos nuevos, sólo develan los que ya estaban, pero ocultos. Las inferencias inductivas mediante las cuales se formulan leyes a partir de casos particulares, como las de las ciencias naturales en general, sí generan nuevos conocimientos que requieren verificación o convalidación posterior, teniendo inicialmente el carácter de hipótesis, saberes provisorios que pueden ser posteriormente refutados. Los saberes inferenciales más simples son las señales. Cuando se ve una columna de humo que sube desde un lugar donde no hay chimeneas, inmediatamente surge la pregunta ''¿qué se estará quemando?'', porque se sabe que donde hay humo hay fuego. Las señales son la aproximación empírica a las muy importantes relaciones científicas de causa-efecto (causalidad estricta) donde cada vez que está presente la causa, necesariamente se produce el efecto: un metal que se calienta suficientemente siempre brilla, entonces incandescencia es una señal de altísima temperatura y una relación de causa-efecto. No todas las señales son relaciones de causa-efecto, en la mayoría de los casos el efecto usualmente no es una consecuencia necesaria, sino sólo la más probable. En la naturaleza los fuegos habitualmente arden con humo, pero hay fuegos como los de una hornalla de gas que no lo hacen. No todos los saberes inferenciales se cumplen siempre, su utilidad reside en que son verdaderos la mayoría de las veces.
Los '''saberes predictivos''' están restringidos exclusivamente a fenómenos que suceden con gran regularidad, como los del mundo inanimado. Una ley física o jurídica por sí sola no constituye una predicción porque las leyes son genéricas, se aplican a amplias categorías de cosas. La ley ''todos los cuerpos libres caen hacia el centro de la tierra'' no predice qué cuerpo particular caerá en qué momento y lugar específicos. Un saber predictivo debe ser específico, referirse a objetos únicos en lugares y tiempos bien determinados. ''Juan morirá algún día'' no es un saber predictivo si se dice donde y cuando sucederá. Un saber predictivo es una afirmación a futuro que no sólo debe tener una explicación (si no sería una profecía), sino que además debe cumplirse sin intervención del que la hizo. '''Juan morirá en este lugar a causa de un rayo exactamente dentro de 3 horas'' es un saber predictivo sólo si el hecho sucede. Como se ve, a pesar de que a mucha gente le gusta creer en las profecías, una predicción específica, fundada en causas ajenas al que la formuló, es un saber complejo. Uno de los grandes logros de algunas ciencias ha sido el desarrollo de saberes estrictamente causales que permiten el diseño de materiales y dispositivos cuyos comportamientos a largo plazo pueden preverse con anticipación, rasgo esencial de los saberes predictivos. Una simulación en tiempo real no es un saber predictivo, sólo una repetición o imitación más o menos buena de un proceso.
La '''conciencia''' es el saber sobre todos los saberes, un "supersaber". Se considera (tal vez erróneamente) una capacidad específicamente humana, una de las que nos diferencia de los restantes animales superiores y nos permite sentirnos diferentes del resto del universo y con capacidad de autodeterminación. La conciencia es prerrequisito de la siguiente clase de saberes, la '''empatía''', saber que permite a una persona colocarse en el lugar de otra, imaginar sus pensamientos y sentimientos. La empatía incluye lo que algunos psicólogos denominan ''Teoría de la Mente'', capacidad —que se desarrolla bastante tempranamente en los niños— de comprender que las demás personas también piensan, tienen sensaciones, necesidades e intenciones. La empatía, cuyo desarrollo está vinculado a lo que el curriculum escolar denomina contenidos actitudinales, es esencial para la convivencia con las otras personas y la construcción de las organizaciones sociales. Para dar sólo dos ejemplos, ni la justicia (orientada a la igualdad de trato a los demás) ni la solidaridad (orientada al cuidado de los necesitados de ayuda, es decir a la necesidad de desigualdad de trato) serían posibles sin los saberes empáticos.