Diferencia entre revisiones de «Agricultura bajo riego en Argentina»

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La '''agricultura bajo riego en Argentina''' o '''agricultura irrigada en Argentina''' se hace en sólo una fracción de las tierras potencialmente aptas. Según estimaciones del [[Programa de Servicios Agrícolas Provinciales]] (PROSAP) es posible incorporar 16 millones de hectáreas de nuevas tierras de cultivo —44% de ellas en zonas áridas, 56% en húmedas— si se hacen las obras de irrigación necesarias.
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La '''agricultura bajo riego en Argentina''' o '''agricultura irrigada en Argentina''' se hace en sólo una fracción de las tierras potencialmente aptas. Según estimaciones del [[Programa de Servicios Agrícolas Provinciales]] (PROSAP) es posible incorporar 16 millones de hectáreas de nuevas tierras de cultivo —44% de ellas en zonas áridas, 56% en húmedas— si se hacen las obras de irrigación necesarias.
  
  

Revisión actual del 18:01 5 nov 2012

La agricultura bajo riego en Argentina o agricultura irrigada en Argentina se hace en sólo una fracción de las tierras potencialmente aptas. Según estimaciones del Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (PROSAP) es posible incorporar 16 millones de hectáreas de nuevas tierras de cultivo —44% de ellas en zonas áridas, 56% en húmedas— si se hacen las obras de irrigación necesarias.


Introducción

Alrededor del 65% del territorio argentino tiene clima árido o semiárido y en una parte considerable de las áreas secas la disponibilidad de cursos de agua es escasa. Las áreas húmedas, por su parte, están sujetas a contingencias climáticas y es común que la cosecha de algunos cultivos tenga problemas de rendimiento por escasez o falta de lluvias en las épocas requeridas.

En las escasas áreas bajo riego intensivo del país, las más importantes de las cuales son el Alto Valle del Río Negro y algunos valles mendocinos, las producciones prosperan. Grandes represas, como la de El Chocón, nunca cumplieron su funcion original de irrigación y han sido exclusivamente destinadas a la generación de energía eléctrica. Extensas zonas de la Quebrada de Humahuaca, vergeles en tiempos prehispánicos gracias a las obras de irrigación indígenas, sufren actualmente agudas carencias de agua para cultivos. Regiones como toda la provincia de Formosa y del Chaco, pese a la cercanía de grandes ríos, sufren periódicas sequías que arrasan con los que de otro modo serían florecientes cultivos, como el de algodón.

El crecimiento del área bajo riego ha sido magro: cubría poco más de 500.000 ha en 1958, 1.000.000 en 1988 y 1.600.000 en 2001. En 2005 la superficie irrigada de Argentina era de 1,75 millones de hectáreas destinadas, en orden decreciente de área a: fruticultura (28%); caña de azúcar, tabaco y plantas aromáticas (15%); forrajeras y cereales (14%); hortalizas (12%); citrus, olivos y nogales (3,3%); algodón (¡1,9%!); otros (16%). Donde la irrigación está bien desarrollada el valor de lo producido bajo riego es superior al 90% del total provincial, mientras que representa sólo el 26% del total nacional. No todas las 125 obras de riego están eficientemente usadas. En provincias como San Juan, Santiago del Estero, Tucumán, Chubut y Formosa, sólo se aprovecha el 50% del área pasible de irrigación. En algunos lugares el mal uso del recurso ha incrementado la salinidad del suelo haciéndolo inútil. Hay problemas generalizados de obras de mantenimiento, de distribución y falta de buenas tecnologías de aprovechamiento del agua de riego. (Florentino, p. 9.)

Fuentes