:''Debe ser tarea empeñosa para los hombres de trabajo predicar hasta el cansancio sobre temas de cuya solución depende la prosperidad o la ruina de todos a fin de formar una conciencia colectiva que, —como en Inglaterra, el país clásico del libre cambio— haga que las masas socialistas reclamen y exijan de los gobiernos el amparo de las industrias de las que vivimos todos, amparo que no se encuentra por cierto en la defensa aduanera, sino en las múltiples medidas de fomento, algunas de las que han sido ya sometidas a la consideración de nuestros poderes públicos.'' (''La encrucijada del desarrollo regional'', pp. 43‑44.)
 
:''La agricultura ocupa actualmente en el país medio millón de brazos. No podrá recibir sino en medida limitada los cien mil jóvenes que cada año llegan a la edad de trabajar como consecuencia del aumento de la población. De los cien o doscientos mil inmigrantes que el país recibía en años anteriores, ya no podrán encontrar trabajo en los campos más de treinta o cuarenta mil por año , mientras no se colonice en gran escala, cosa que no nos preocupa como es notorio. El resto sólo encontrará trabajo si las manufacturas se desarrollan ampliamente. Con sesenta lavaderos, con el hilado y el tejido de los millones de kilos de lana y algodón que el país necesita para el consumo, se daría ocupación a una enorme cantidad de obreros. Como observa [[Alejandro Bunge]]— es mejor importar máquinas, implementos de trabajo y colorantes, que tejidos. Éstos se consumen en el país y las máquinas quedan, como quedan los salarios y los fletes.'' (''Miseria de un país rico'', pp. 147‑148.)
:''En 1918 publiqué un trabajo en el que hacía notar la necesidad urgente en que nos encontrábamos de dedicar especial atención a las industrias metalúrgicas y siderúrgicas, y de seguir el ejemplo del Brasil y de Chile en la instalación de altos hornos. Este trabajo me valió críticas acerbas de cierta prensa de la capital, según la que los argentinos no estábamos preparados para entrar en la era industrial. Esa creencia predomina todavía entre la gente influyente de Buenos Aires, creencia que viene a colocarnos en inferioridad de inteligencia y capacidad respecto de nuestros vecinos los brasileros y chilenos, que por entonces se apresuraron con éxito a cimentar estas industrias. Se dirá: ¿por qué si provincias como Jujuy y Salta tienen enormes cantidades de fierro, cobre, etc., no se trabajan estas minas? Pues precisamente porque para explotarse con provecho es menester que exista en el país una industria metalúrgica poderosa y bien defendida por las leyes nacionales y los aranceles aduaneros.'' (''Miseria de un país rico'', pp. 141‑14.)
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Benjamín Villafañe Chaves

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/* Ideas sobre las tecnologías y el desarrollo nacional : Miseria de un país rico pp. 147-148