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:''En 1970 es ya suficientemente claro que ninguna generación tuvo sobre sus espaldas las dramáticas responsabilidades que nos obligan a nosotros a decidir cómo vivirán —y si vivirán— las generaciones venideras. Ninguna dispuso de un poder tan enorme, ni de una influencia que abarcara, como hoy, a todos los hombres de la Tierra.
 
:''En 1970 es ya suficientemente claro que ninguna generación tuvo sobre sus espaldas las dramáticas responsabilidades que nos obligan a nosotros a decidir cómo vivirán —y si vivirán— las generaciones venideras. Ninguna dispuso de un poder tan enorme, ni de una influencia que abarcara, como hoy, a todos los hombres de la Tierra.
  
:''Estamos dominando las enfermedades y prolongando la vida. En este momento giran alrededor de nuestro planeta centenares de satélites fabricados por el hombre y estamos enviando continuamente objetos a los más remotos lugares del sistema solar. Ya casi sabemos cómo se origina la vida y estamos muy cerca de hacerlo en el laboratorio. Somos capaces de fabricar órganos artificiales que reemplazan a los naturales. Podemos modificar las especies vivientes a voluntad, inclusive dentro de no mucho tiempo, la nuestra. Estamos sondeando el [[universo|cosmos ]]con la esperanza de hallar otros mundos habitados por especies inteligentes, y conocemos los más íntimos detalles de la estructura de la materia. Fabricamos máquinas que en ciertos aspectos son mucho más eficaces que el cerebro humano. Pareciera que ya nada nos es imposible, y, en efecto, ya casi nada nos sorprende.
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:''Estamos dominando las enfermedades y prolongando la vida. En este momento giran alrededor de nuestro planeta centenares de satélites fabricados por el hombre y estamos enviando continuamente objetos a los más remotos lugares del sistema solar. Ya casi sabemos cómo se origina la vida y estamos muy cerca de hacerlo en el laboratorio. Somos capaces de fabricar órganos artificiales que reemplazan a los naturales. Podemos modificar las especies vivientes a voluntad, inclusive dentro de no mucho tiempo, la nuestra. Estamos sondeando el [[universo|cosmos ]] con la esperanza de hallar otros mundos habitados por especies inteligentes, y conocemos los más íntimos detalles de la estructura de la materia. Fabricamos máquinas que en ciertos aspectos son mucho más eficaces que el cerebro humano. Pareciera que ya nada nos es imposible, y, en efecto, ya casi nada nos sorprende.
  
 
:''Pero también estamos impurificando la atmósfera, contaminando los mares y destruyendo nuestros recursos naturales. Disponemos de medios de destrucción cuya potencia rebasa los límites de nuestra imaginación y una parte sustancial de los trabajos en ciencia y tecnología se dedican al desarrollo de armas más sofisticadas aún. De cada tres hombres, dos viven en condiciones inaceptables de nutrición, vivienda y desarrollo intelectual, el tercero vive compulsado a consumir indiscriminadamente para evitar que la economía de su país se desmorone. Sólo una ínfima minoría de la humanidad tiene verdadero acceso a la decisión sobre los objetivos de la investigación científica, de la economía, de la política, de la guerra y la cultura. En este sentido, la inmensa mayoría de los argentinos y latinoamericanos pertenecemos a la parte del género humano que no tiene mayores posibilidades —actualmente— de determinar cuáles son sus propios intereses en este campo y de solucionar sus problemas.
 
:''Pero también estamos impurificando la atmósfera, contaminando los mares y destruyendo nuestros recursos naturales. Disponemos de medios de destrucción cuya potencia rebasa los límites de nuestra imaginación y una parte sustancial de los trabajos en ciencia y tecnología se dedican al desarrollo de armas más sofisticadas aún. De cada tres hombres, dos viven en condiciones inaceptables de nutrición, vivienda y desarrollo intelectual, el tercero vive compulsado a consumir indiscriminadamente para evitar que la economía de su país se desmorone. Sólo una ínfima minoría de la humanidad tiene verdadero acceso a la decisión sobre los objetivos de la investigación científica, de la economía, de la política, de la guerra y la cultura. En este sentido, la inmensa mayoría de los argentinos y latinoamericanos pertenecemos a la parte del género humano que no tiene mayores posibilidades —actualmente— de determinar cuáles son sus propios intereses en este campo y de solucionar sus problemas.

Revisión actual del 19:23 12 oct 2017

Ciencia Nueva N° 13.

Ciencia Nueva era una revista de ciencias y tecnologías publicada en la Ciudad de Buenos Aires entre abril de 1971 (N° 1) y enero de 1974 (N° 29). Escribieron en ella entonces jóvenes y hoy prestigiosos profesionales, entre los que se cuentan (en orden alfabético de apellido) José Babini, Mario Bunge, Dante Caputo, Mariano Castex, Marcelino Cereijido, Iván Chambouleyron, Mischa Cotlar, Hilario Fernández Long, Risieri Frondizi, Amílcar Herrera, Gregorio Klimovsky, Alfredo Lanari, Manuel Mora y Araujo, Jorge Sábato, Manuel Sadosky, Jorge Schvarzer y Oscar Varsavsky. Sus contenidos estuvieron orientados tanto a la divulgación de las disciplinas menos conocidas, como al debate de las políticas científicas y tecnológicas más adecuadas para el país. La tarea es particularmente destacable porque durante la casi totalidad de su existencia —hasta mayo de 1973— la revista debió convivir con las dictaduras militares de la Revolución Argentina.


Políticas científicas y tecnológicas

Uno de los aportes más importantes de Ciencia Nueva fue convertirse en un foro de discusión de las políticas científicas y tecnológicas nacionales y su comparación con las de otros países. Su orientación está claramente expuesta en el editorial del N° 1, que se transcribe a continuación.

Para nuestra generación, la ciencia y la tecnología son las actividades humanas más contemporáneas. Hoy están vivos más del 90% de todos los investigadores científicos que han existido en el mundo. Los resultados de los trabajos teóricos y experimentales se aplican con una velocidad desconocida en el tiempo de nuestros padres y abuelos. Si pasaron 150 años entre el momento en que se descubrieron las leyes fundamentales de la expansión de los gases y su aplicación a la industria, si hubo un lapso de 100 años desde la publicación de los trabajos de Faraday sobre electricidad hasta la aparición de las máquinas industriales eléctricas, 50 años de espera entre la formulación teórica de transmisión del sonido a distancia y el invento del teléfono, bastaron 10 años desde el descubrimiento del transistor en un laboratorio hasta su utilización masiva en la pequeña radio portátil, y sólo 3 desde la fabricación del primer microcircuito integrado a su aplicación en gran escala en las máquinas computadoras.
En 1970 es ya suficientemente claro que ninguna generación tuvo sobre sus espaldas las dramáticas responsabilidades que nos obligan a nosotros a decidir cómo vivirán —y si vivirán— las generaciones venideras. Ninguna dispuso de un poder tan enorme, ni de una influencia que abarcara, como hoy, a todos los hombres de la Tierra.
Estamos dominando las enfermedades y prolongando la vida. En este momento giran alrededor de nuestro planeta centenares de satélites fabricados por el hombre y estamos enviando continuamente objetos a los más remotos lugares del sistema solar. Ya casi sabemos cómo se origina la vida y estamos muy cerca de hacerlo en el laboratorio. Somos capaces de fabricar órganos artificiales que reemplazan a los naturales. Podemos modificar las especies vivientes a voluntad, inclusive dentro de no mucho tiempo, la nuestra. Estamos sondeando el cosmos con la esperanza de hallar otros mundos habitados por especies inteligentes, y conocemos los más íntimos detalles de la estructura de la materia. Fabricamos máquinas que en ciertos aspectos son mucho más eficaces que el cerebro humano. Pareciera que ya nada nos es imposible, y, en efecto, ya casi nada nos sorprende.
Pero también estamos impurificando la atmósfera, contaminando los mares y destruyendo nuestros recursos naturales. Disponemos de medios de destrucción cuya potencia rebasa los límites de nuestra imaginación y una parte sustancial de los trabajos en ciencia y tecnología se dedican al desarrollo de armas más sofisticadas aún. De cada tres hombres, dos viven en condiciones inaceptables de nutrición, vivienda y desarrollo intelectual, el tercero vive compulsado a consumir indiscriminadamente para evitar que la economía de su país se desmorone. Sólo una ínfima minoría de la humanidad tiene verdadero acceso a la decisión sobre los objetivos de la investigación científica, de la economía, de la política, de la guerra y la cultura. En este sentido, la inmensa mayoría de los argentinos y latinoamericanos pertenecemos a la parte del género humano que no tiene mayores posibilidades —actualmente— de determinar cuáles son sus propios intereses en este campo y de solucionar sus problemas.
La humanidad dispone hoy de conocimientos científicos y técnicos como para terminar con todas las necesidades más acuciantes, pero la cconcentración del poder económico y político en manos de pequeños grupos privilegiados, hace que estos recursos sólo sean utilizados en su exclusivo beneficio y, frecuentemente, conducen a grandes poblaciones a una situación de miseria mayor que las sufridas hasta hoy por pueblo alguno de la historia. Este divorcio entre los resultados de la ciencia y el interés de los trabajadores tiende a profundizar el abismo entre el investigador científico y el resto de su sociedad. Es también el caldo de cultivo donde los dueños del poder impulsan todas las creencias y actitudes irracionales, hacen un fetiche de las herramientas, de la automación, de las computadoras, de las armas "científicas".
Sin embargo, si ese divorcio habrá de concluír alguna vez, no será olvidando el desarrollo científico alcanzado. La única posibilidad que tenemos de solucionarlo es haciendo partícipe de ese desarrollo —en la discusión de objetivos, en la realización del trabajo, en el uso de sus resultados y la discusión sobre los mismos— a la mayor parte de la humanidad. Y esto no significa que todos deben especializarse en alguna rama de la ciencia, despreciando otras formas de producción material o cultural. Significa, sí, que si el resultado de la ciencia afecta a todos los hombres, sean o no concientes de ello, es imprescindible que todos los hombres tengan acceso a la revisión de sus metas, de sus ritmos, de sus logros. Una investigación que ponga su acento en la satisfacción de los intereses de grupos sociales hoy oprimidos y expoliados, es seguro que producirá un conjunto de resultados en matemática, física, química, biología y medicina bastante diferentes de la ciencia que hoy conocemos. Pero tal investigación sólo es posible si son protagonistas de ella los pueblos interesados.
Para conseguir esto, la ciencia no es el único, ni siquiera el principal campo de batalla por la satisfacción de nuestras necesidades, por la cultura en un sentido amplio. Pero es un lugar más donde se hace necesaria nuestra presencia —crítica sobre el conjunto de su evolución, constructiva sobre los caminos que nos interesan— si pretendemos llegar a decidir sobre nuestro futuro.
De esta actitud, que no es exclusiva, que no puede limitarse a unos pocos autores, queremos dar cuenta. CIENCIA NUEVA quiere ser un lugar de discusión, un lugar desde donde se apueste a la madurez crítica para juzgar, para decidir el desarrollo de la ciencia que hace falta. Quiere ser también un lugar de información de la actualidad científica argentina, latinoamericana, mundial. Pero no es, no será, una revista de divulgación tal como ésta se suele entender: presentar a un público pasivo el resultado de investigaciones que otros hicieron y que no se discuten, como sí la ciencia estuviera terminada cada día a los ojos del "profano". Sus páginas no son sólo nuestras, del grupo de autores y editores que hoy la iniciamos, pertenecen a todos aquellos que tengan algo que decir sobre el tema. Su éxito o su fracaso depende en realidad, de este diálogo, de esto que solicitamos como colaboración y que se debe, como toda la revista, a la presente generación de argentinos.

Artículos sobre ciencia, tecnología y sociedad

El siguiente es un listado temático de los artículos que tratan sobre el tema, donde el primero de los dos números citados corresponde al del ejemplar de la revista y el segundo a la página de ese ejemplar. Se ha reemplazado la siglas CNCIT usada en esa época por la actual CONICET.

  • American Association for the Advancement of Science, políticas hacia América Latina: 23—41.
  • Actividad científica y realidad nacional: 14—46.
  • Comisión Nacional de Estudios Geoheliofísicos (CNEGHF), invervención: 13—62.
  • Ciencia e ideología: 10—34.
  • Ciencia e ideología, por Eggers Lan: 13—41.
  • Ciencia e ideología, por Sadosky: 13—39.
  • Ciencia e ideología, por Varsavsky: 13—38.
  • Ciencia e ideología, por García: 14—23.
  • Ciencia, impacto social: 13—3.
  • Ciencia, finalidades: 8—20.
  • Ciencia, finalidades: 16—25.
  • Ciencia, política y dependencia: 22—28.
  • Ciencia y técnología en Argentina, situación actual: 17—61.
  • Ciencia y tecnología en México: 26—46.
  • Ciencia y tecnología, actores y finalidades: 28—5
  • Ciencia, viabilidad de su desarrollo en 1971: 12—3.
  • Ciencias sociales en Venezuela 1972: 17—62—
  • Científicos, finalidades: 18—41.
  • Científicos, éxodo: 19—24.
  • Conferencia sobre la Aplicación de la Ciencia y la Tecnología al Desarrollo de América Latina (Primera): 17—50.
  • CONACYT, 1970: 5—3.
  • CONACYT, 1970: 5—4.
  • CONACY, 1972: 16—34.
  • CONICET, 1971: 8—62.
  • CONICET, 1971: 13—61.
  • Congresos científicos (Acerca de los): 14—60.
  • Consejo Tecnológico del Movimiento Nacional Justicialista, declaración: 18—26.
  • Cooperación científico—tecnológica entre Argentina y Alemania: 21—14.
  • Información, censura oficial: 8—3.
  • Energía Nuclear en la India: 28—22.
  • Energía (Futuro de la): 4—47
  • Éramos pocos...: 13—4
  • Física y política: 6—42
  • Foro sobre política científica – Universidad de la República (Montevideo): 24—56
  • Frente a la Universidad actual: 23—22
  • Higos y manzanas: 17—4
  • Hiroshima (No olvidar): 4—3
  • Ideología de un científico puro (La): 15—4
  • Infraestructura científica argentina (Virtudes y debilidades de la): 16—6
  • Ingeniería civil uruguaya (Crisis de la): 4—52
  • Instituto de Cálculo de la Universidad de Buenos Aires (Cinco años del): 17—13
  • Investigación científica? (¿Continuaremos con la): 19—31
  • Investigación y desarrollo en China: 11—35
  • Investigadores (La contestación de los): 15—59
  • Irracionalidad, ideología y objetividad: 14—19
  • Japón: la estrategia del desarrollo y el desarrollo de la tecnología (II): 21—45
  • La investigación en la Facultad de Farmacia y Bioquímica: 24—4
  • Mariano Castex (Las opiniones de): 11—31
  • Martillo de las brujas (El): 8—4
  • Matemáticos uruguayos frente a la OEA (Posición de los): 4—60
  • Medicamentos, costos de la dependencia tecnológica: 28—45.
  • Mito de la libre elección de temas (El): 14—3
  • Plan de Centrales Nucleares (La AFA y el): 20—44
  • Plan mundial de acción sobre la aplicación de la ciencia y la tecnología al desarrollo: 19—50
  • Plan Nuclear Argentino (Para el prontuario del): 1—32
  • Política científica (Notas para una): 20—28
  • Política científica oficial (La): 5—42
  • Política científica y sociedad de clases: 20—6
  • Política de comunicaciones: 2—41
  • Política de la ciencia (Consideraciones sobre): 15—46
  • Política nuclear argentina (La): 19—40
  • Por una política científica y tecnológica nacional: 22—39
  • Productividad científica: 6—40
  • Proyecto Castelar: 9—3.
  • ¿Qué hace el sistema científico por la industria en Argentina?: 26—50
  • Renuncié a la Academia Nacional de Ciencias (Por qué): 15—29
  • Responsabilidad ética y social del científico: 9—26
  • Sin comentarios: 6—5
  • Sueldos de los investigadores (Los): 20—56
  • Universidad en América Latina (La): 19—5
  • Universidad y dependencia tecnológica: 26—43
  • Universidad, peronismo y revolución: 25—3
  • Yo no soy un pacifista: 4—5

Fuentes