Childe considera que la 1ª etapa cultural (o de organización social) es la de los grupos familiares autosuficientes capaces de obtener por sí mismos todo lo necesario para asegurar su subsistencia y reproducción, sin que para ello sea indispensable la colaboración de otros grupos humanos (aunque haya contacto con ellos). Es la etapa de la agricultura y el transporte elemental, la huerta, los pequeños cercados, las canoas de pesca, los útiles de piedra toscamente tallados (azadas, hachas, morteros...). En esta etapa es imposible la fabricación de un útil complejo como un hacha de bronce que requiere [[rasgo]]s culturales como especialización laboral y la capacidad de obtención de materias primas de regiones lejanas (medios de transporte, comercio...), rasgos que corresponden a etapas posteriores de "progreso" (véase el capítulo ''Escalas de tiempo'').
Un concepto central de este capítulo, subyacente en todos los restantes, es el [[rol]] de la evolución cultural. Para Childe es la causa de la relativa rapidez (unas pocas [[generación|generaciones]]) con que se producen los cambios en el modo de vida humana, en comparación con la mucho más lenta evolución física producida por la selección natural de Darwin (centenares de generaciones) (véase [[https://es.wikipedia.org/wiki/Evolución_biológica Teoría de la Evolución]]). Aparece aquí un indicador importante del éxito de una forma de vida dada: el aumento del número de personas de ese grupo, o aumento de población, directamente determinable a través de la cantidad de entierros encontrados. Ejemplifica este criterio con la Revolución Industrial, cuando se registró en Gran Bretaña una duplicación de la población en sólo 50 años, duplicación que previamente había requerido más de 2 siglos. Introduce aquí el concepto de ''[[revolución]]'', término que aplicó en etapas como la Revolución Neolítica y la Revolución Urbana, siendo el responsable de su incorporación en las ciencias sociales[http://es.wikipedia.org/wiki/Vere_Gordon_Childe].
===II. Evolución orgánica y progreso cultural===
Este capítulo está dedicado a dilucidar las semejanzas y diferencias entre la evolución natural, que modifica los rasgos físicos de los animales, y la evolución cultural, que modifica las costumbres y el entorno artificial que las personas fabrican para adaptarse mejor al medio ambiente. Se incluyen tanto los rasgos físicos que hacen posible esa capacidad tecnológica, como los mentales.
Inicialmente señala rasgos físicos que facilitan la adaptacion de algunos animales salvajes a su medio ambiente: la gruesa lana del carnero lo protege del frío clima de las alturas; los conejos pueden excavar madrigueras subterráneas para protegerse del frío y los depredadores usando su hocico y sus patas; los leones cazan su alimento valiéndose de sus dientes y garras. Las personas prehistóricas, en cambio, se calentaban haciendo fuego y usando abrigos de pieles o lana; construían viviendas con hachas, picos y palas; cazaban sus presas con flechas y lanzas. Childe conjetura aquí que los animales heredan, como instintos, las técnicas para cazar su presa, pero hoy se sabe que el aprendizaje también forma una parte importante (tal vez crucial) de su adquisición (véase, por ejemplo, [[Wilson SNS]]). Las personas, en cambio (más bien, en mucho mayor grado), aprenden de las enseñanzas y del ejemplo de sus mayores, al tiempo que heredan el inmenso bagaje de tecnologías de sus predecesores. La diferencia fundamental es que la adquisición de los rasgos corporales depende de un proceso de selección que insume centenares de generaciones, mientras que los artefactos y las costumbres humanas pueden modificarse de modo mucho más rápido, aunque ello requiera vencer una importante resistencia mental al cambio.
[[Archivo:Mamut esbozo.jpg|300px|right|thumb|<small><center>'''Mamut, reducido a trazos, de en una cueva prehistórica francesa.'''</center></small>]]
Childe ilustra, con un ejemplo, el proceso de selección natural. Antes de las Edades de Hielo había en Europa y Asia varias especies de elefantes, antecesores de los actuales y de piel desnuda como ellos. Al producirse la drástica disminución de temperaturas algunos elefantes desarrollaron por azar un abrigo de pelos que les permitió sobrevivir mejor al rigor del clima. No es que un día un elefante se decidió a tener pelos para estar más abrigado, sino que los que los tenían dejaron más descendencia transformándose en los mamuts que suplantaron finalmente a los elefantes de piel desnuda. La especie humana, en cambio, se adaptó mejor a esos mismos cambios climáticos mediante el uso de innovaciones técnicas que daban en herencia cultural a sus descendientes: una herencia de comportamientos adquiridos que no es genética sino cultural. La ventaja de la segunda forma de adaptación se puso en evidencia cuando la especie de los mamuts se extinguió a fines de las Edades de Hielo porque su adaptación física demasiado lenta no le permitió adaptarse al cambio de los alimentos y el aumento de las temperaturas. La especie humana, en contraposición, cambió de presas y de ropas tan pronto como fue necesario. Childe enfatiza aquí un principio general descubierto por los estudiosos de los animales fósiles: en un planeta siempre cambiante el exceso de especialización es, a largo plazo, una garantía de extinción.
La gran adaptabilidad de la especie humana a medios cambiantes proviene de su sistema nervioso, en especial de su cerebro. El sistema nervioso y los órganos sensoriales proporcionan a las personas gran cantidad de [[información]] sobre su entorno. El control que el sistema nervioso tiene sobre los músculos usa esa información para actuar de modo rápido ante cualquier peligro o aprovechar en beneficio propio oportunidades favorables de alimentación o de protección. En vez de reacciones instintivas, mínimas y muy generales en nuestra especie, las personas pueden aprender y repetir comportamientos muy variados y mejor adaptados a cada situación, destrezas que mejoran mucho nuestra capacidad de supervivencia y de reproducción. Parte esencial de esta capacidad son las representaciones mentales que se generan y comparten a través del lenguaje, transmitiéndolas a los congéneres y a la descendencia sin necesidad de experiencias reales que pueden ser de alto costo personal, como el comportamiento ante animales salvajes peligrosos. Esto no excluye la importancia de ciertos rasgos físicos indispensables para que estos comportamientos sean posibles. El carácter bípedo liberó las manos y el pulgar oponible permitió una buena prensión, esencial para fabricar herramientas. La visión binocular de 2 ojos colocados al frente de la cabeza, en vez de ambos lados como en muchos animales, permitió la visión estereoscópica que da precisión a los desplazamientos rápidos y a los movimientos de las manos al permitir un buen cálculo de distancias. La particular conformación de la laringe habilitó la emisión de una gama de sonidos mucho más amplia que la del resto de los animales, base esencial del lenguaje hablado. La plasticidad del cráneo durante los primeros años de su vida, permite el desarrollo de un cerebro mucho más grande y aumentó la capacidad de aprendizaje.
La gran importancia que el aprendizaje tiene en las personas prolonga la dependencia de los padres, la infancia, durante un tiempo mucho más largo que en los restantes animales. Esto favorece el comportamiento social, la actuación coordinada, la adquisición del lenguaje y la consecuente incorporación de experiencias ajenas y de complejas herencias culturales. Genera también una apego a la tradición que es el peor enemigo de las innovaciones, pero que no ha evitado continuos descubrimientos e inventos, frecuentemente mediante la mejora de inventos anteriores. El lenguaje también evolucionó hacia formas cada vez más abarcadoras, que Childe denomina ''pensamiento abstracto'' y corresponde a los ''procesos psicológicos superiores'' de [[constructivismo|Vygotsky]]. Señala, por ejemplo, que los [[aborígenes]] australianos tienen palabras diferentes para designar ''canguro macho'', ''canguro hembra'', ''canguro saltando'' y ''canguro joven'', en vez de tener un único sustantivo ''canguro'' calificado por [[rasgo]]s como ''macho'', ''hembra'', ''joven'' y [[estado]]s estados como ''saltando''. Esta capacidad de abstracción y especificación facilita la invención y permite crear conceptos sin contrapartida real, como el de [[Origen del concepto de número|número]], o designar entes invisibles a los sentidos, como la electricidad.
Al final del capítulo Childe describe las cuatro edades clásicas de los arqueólogos: las 2 Edades de Piedra (Paleolítico y Neolítico), la Edad de Bronce y la Edad de Hierro. Analiza allí detalladamente como cada una de ella tiene requisitos culturales muy diferentes.
Gracias a la abundancia de los minerales que lo contienen, durante la '''Edad del Hierro''' se fabricaron [[artefacto]]s más durables, menos costosos y más precisamente construidos que los de bronce. Los implementos de hierro permitieron abrir nuevas tierras al cultivo y facilitaron el desmonte de los bosques, generando así una nuevo explosión de población, especialmente en lugares antes inhóspitos como Escocia y Noruega.
===III. Escalas de tiempo===
Se discute aquí la cronología de las edades discutidas al final del capítulo precedente, comenzando con el problema de comprensión de lapsos de tiempos tan grandes como los involucrados: 340.000 años para los comienzos de la humanidad. La unidad apropiada de tiempo no es el año, ni siquiera el siglo, sino el milenio (entre 40 y 50 generaciones, según la época). Para comprender mejor la escala Childe da algunos hitos históricos y prehistóricos medidos en esa unidad respecto al presente:
===V. La Revolución Neolítica===
[[Archivo:Azadas neolíticas de Childe.jpg|200px|right|thumb|<small><center>'''Azadas neolíticas según Childe.'''</center></small>]]
Apenas terminada la Edad de Hielo algunas comunidades humanas europeas modificaron radicalmente su forma de obtención de alimentos. En vez de sólo recolectar vegetales, comenzaron también a sembrarlos; en vez de sólo cazar animales, se dedicaron además a criarlos. Ésto les permitió, por selección de los especímenes a reproducir, mejorar sus características nutritivas y las de algunos subproductos útiles, así como facilitar su cultivo y crianza (las características seleccionadas han sido detalladamente descriptas por autores como Jared Diamond). No se sabe con certeza si la agricultura precedió a la ganadería, si fue a la inversa o ambos desarrollos se produjeron simultáneamente; probablemente el orden de aparición tuvo que ver con factores regionales, aunque en este libro se adopta la primer hipótesis. Los más importantes alimentos cultivados fueron los cereales —especialmente trigo, cebada y arroz, cuyos antepasados silvestres han sido mayoritariamente identificados (en América el cereal usado fue el maíz)— debido a la facilidad con que pueden almacenarse, el alto rendimiento en granos por unidad de superficie y el trabajo razonable necesario para obtenerlos. Al ser las tareas estacionales, dejaban además tiempo libre para otras tareas.
La agricultura y la ganadería no terminaron con la recolección de productos silvestres, la complementaron. En algunos casos, como la pesca, la recolección continúa hasta nuestros días siendo todavía de enorme importancia para pueblos como los asiáticos y los de las regiones polares. El predominio sobre la recolección hasta su casi desaparición se dio solamente en las comunidades con gran capacidad de generación de excedentes agrícolas acopiables por períodos largos de tiempo, como los cereales, caso en que el trueque permitía obtener con menor esfuerzo productos de la recolección como la miel. Sin embargo, éste es un fenómeno posterior ya que un [[rasgo]] esencial de la etapa neolítica es que las comunidades eran mayoritariamente autosuficientes, siendo capaces de cubrir sus [[necesidades básicas]] sin necesidad de recurrir a fuentes externas de aprovisionamiento. Esta autosuficiencia incluía tanto los productos como los [[útil]]es necesarios para obtenerlos. La autosuficiencia completa difícilmente se haya alcanzado nunca y el reducido intercambio de bienes, probablemente de lujo, fue la base de lo que sería la siguiente revolución.
Los [[útil]]es neolíticos de piedra se diferencian de sus antecesores porque se afilaron por pulimento, por roce contra una superficie igualmente o más dura, a diferencia de la técnica de percusión con que se fabricaron los equivalentes paleolíticos. Las armas y herramientas así fabricadas son más durables porque se pueden usar [[material]]es materiales menos frágiles. Esto permitió el trabajo de la madera para la fabricación de viviendas más durables, arados y embarcaciones, tareas imposibles sin herramientas resistentes. El almacenaje de granos y líquidos fue posible gracias a la invención de las técnicas alfareras, también un rasgo universal de la etapa neolítica, a la que necesariamente precedió. La alfarería es probablemente el primer proceso físico-químico conscientemente ejecutado por la especie humana (el fuego es también un proceso químico, pero no fue comprendido hasta tiempos muy recientes; también lo es, pero mucho más complejo, el de cocción de los alimentos). Luego de la cocción la arcilla cambia tanto de color como de consistencia, y lo hace de manera repetible y predecible si se usan la materia prima y los combustibles apropiados. Esto requirió: ensayo y error, el método [[céteris páribus]]; la identificación de minerales, su clasificación y separación; la técnica de generación y confinamiento de calor. Las técnicas de coloración de la cerámica requirieron ampliar grandemente tanto el rango de los minerales usados como mejorar el control del proceso de generación de calor, una condición previa imprescindible para la metalurgia. Los primeros indicios de industria textil se encuentran en poblaciones neolíticas de Egipto y el Cercano Oriente. Las ropas hechas primero con lino y luego con lana, comenzaron a reemplazar a las de pieles y hojas como protección contra el frío y el sol. Fue entonces cuando se desarrollaron los telares, ingeniosos artefactos que facilitan el entrecruzamiento de los hilos y perduran hasta hoy en sus diversas versiones. El oficio de tejedor era usualmente propio de las mujeres, aunque entre los yoruba nigerianos son los hombres quienes lo practican.
Las tareas artesanales de la Edad Neolítica eran domésticas, pero la transmisión de las técnicas de ejecución eran colectivas. Las artesanas y artesanos se reunían para hacer sus obras, compartiendo información, iniciando a los novatos e imprimiendo un sello peculiar a sus productos que los distinguía de los de otros grupos cercanos y lejanos. También eran colectivas las tareas productivas más complejas y pesadas, como el desmonte para la apertura de nuevos terrenos de cultivo. Esto requiere una organización social, aunque los grupos eran mayoritariamente pequeños y estaban localizados en áreas pequeñas, del orden de &1sup2;&nbsp;ha. Lamentablemente se desconoce cuál era esa organización, en la que seguramente tenían un [[rol]] crucial las supersticiones y las creencias religiosas. Tampoco era una organización estable, ya que el pequeño tamaño de las aldeas indica constantes migraciones, seguramente de los más jóvenes, en busca de nuevos terrenos o meramente de independencia. De la semejanza entre los bienes de todos los miembros de esos grupo se deduce la inexistencia de una clase bien diferenciada de personas ricas. Tampoco hay indicios inequívocos de guerras, aunque las armas eran comunes. En cuanto a sus saberes "científicos", de lo único que se puede estar seguro es que tenían conocimientos básicos de Astronomía, ya que de otro modo no hubieran podido hacer las tareas agrícolas en las época adecuadas para su éxito.
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Los orígenes de la civilización

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