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La felicidad no consiste en tener lo que se quiere, sino en querer lo que se tiene.
Para la mayoría de la gente la felicidad consiste en tener lo que se quiere o dejar de tener lo que no se quiere. Como no se puede tener todo lo que se quiere y no es fácil cambiar las propias circunstancias, el resultado inevitable de esta actitud es la insatisfacción, es decir, la infelicidad. Más sabio es aprender a valorar lo que se tiene, sea amor, amigos, salud, hijos, un trabajo digno o tantas otras pequeñas cosas que nos brindan satisfacción y nos hacen sentir más completos. También hay que aprender a convivir con los problemas insolubles, diferenciándolos bien de los solubles que requieren dedicarles suficiente tiempo y esfuerzo.
En síntesis, es un problema de actitud: