Filosofía de la tecnología

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Revisión del 20:23 8 jul 2013 de Csoliverez (discusión | contribuciones) (Heidegger + Gordon Childe)

La filosofía de la tecnología estudia la evolución del concepto de tecnología, su valoración y su papel socio-cultural según el análisis de los filósofos y otros intelectuales, desde los antiguos griegos hasta la actualidad. Este análisis no incluye el desarrollo prehistórico, los aspectos técnicos, la eficiencia funcional, el origen de su importancia económica ni muchos otros aspectos centrales de las tecnologías como medios para la resolución de problemas prácticos. En primera aproximación podría decirse que la filosofía de la tecnología analiza la influencia de las tecnologías sobre la manera de pensar al mundo (tema central de la Filosofía), especialmente a las personas.


La tekhne griega

La palabra griega τέχνη, origen de la castellana técnica, ha sido variadamente transliterada como techne', techné, tejne, tekhne y tekne, entre otras. Las dos primeras corresponden al inglés y alemán. La cuarta es la expresión fonética de la pronunciación griega original, donde la consonante oclusiva velar sonora aspirada kh (en rigor kh) corresponde a la pronunciación que daban a la letra χ los griegos de la época clásica[1]. Aristóteles introdujo el término τεχνολογία (tékhnologuia) para designar al estudio de la tekhne, concepto que se analiza aquí.

Tekhne designaba a saberes o destrezas, transmisibles por la educación, que abarcaban tanto el campo de las habilidades artesanales de fabricación de artefactos como a las sociales de guía de las personas por el sendero correcto. Según Platón en el Protágoras, los sofistas categorizaban como tekhne a la aritmética, la astronomía, la geometría, la teoría musical, la pedagogía y las destrezas de la acción política. Protágoras (Abdera, 485 aC — ?, ~411 aC), el más notorio de ellos, consideraba que el desarrollo de la tekhne era la etapa primera de la civilización, el don de Prometeo que adquirió el hombre con el fuego. (Jaeger P1, pp. 19, 314‑315.)

Según describe Platón, para Sócrates (Atenas, 479 aC — Atenas, 399 aC) el ideal del saber era la tekhne, el aplicado a fines prácticos cuyo prototipo era la Medicina; excluye de esta categoría, en cambio, a la retórica o arte de persuadir. Tanto Platón (~428 aC — 347 aC) como Aristóteles (Estagira, 384 aC — Calcis, 322 aC) usan el término para designar a los saberes confiables que admiten reglas generales que pueden exceder la mera experiencia. Consideran tekhnes, además de los incluidos por los sofistas, a la escultura, la arquitectura, el "arte" de la navegación y el de la guerra. Platón, en particular, le asigna un carácter de excelencia y la imbuye de elevados valores morales, de la búsqueda del bien ((Jaeger P2, pp. 36‑37, 156‑157 y 159). En lenguaje moderno, le atribuye los rasgos de eficiencia y de estar puesta al servicio de las necesidades humanas básicas.

Platón adhiere al concepto de tekhne de Sócrates y enfatiza que requiere conocer la naturaleza del objeto destinado a ser útil y demostrar ese saber en el proceso de aplicación práctica (el buen cumplimiento de su función). Una diferencia crucial con la concepción moderna es que para Aristóteles el orden de la naturaleza era intrínsecamente perfecto, sólo había que descubrirlo y eventualmente, si alguna causa lo perturbaba, restaurarlo (Jaeger P3, pp. 35, 42). El tecnólogo contemporáneo considera que la naturaleza está para servir al hombre y que, si se resiste, hay que forzarla a hacerlo sin medir las consecuencias.

Según el filósofo Enrique Dussel (Tecnología de la producción. p. 40), para Arisóteles en su Metafísica:

La racionalidad poiética o técnica tiene un proceso propio. Se diferencia de la actividad no especializada en que tiene experiencia (empeiría); y se diferencia del puro empirismo en que tiene racionalidad propia, porque los que tienen «tekhne conocen las razones de las cosas, mientras que los empíricos no». El empírico conoce el «lo que» produce, pero sólo el técnico conoce la causa o el «por qué» lo hace. El empírico se queda en la pluralidad de los casos particulares, mientras que el técnico se eleva de la multiplicidad empírica (ek pollon tes empeirías) hacia la universalidad (mía kathólou) de una alternativa (hypólepsis) en la que todos los casos son semejantes, pero no idénticos.

En términos actuales, la tekhne de Platón y Aristóteles sería la tecnología, más que la técnica, con un agregado de rasgos morales que hoy se han perdido. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que las acepciones filosóficas son más prescriptivas que descriptivas del uso cotidiano de un concepto. Según Serafina Cuomo, quien analiza cuidadosamente el contexto en que el término alcanzó relevancia y generó debate:

In conclusion, the answer to the question «What is techne?», even limited to classical Greece, especially Athens, to a specific period and to the case of medicine, ought probably to be «It depends on whom you ask». There was more than one vantage point on the question of techne, and there was competition: within individual technai, in order to distinguish good and bad practitioners; in the epistemic arena, for what form of knowledge could subsume and dominate others. There were attempts on several sides to appropriate and control competing forms of knowledge (and what better form of appropriation than definition?). These attempts mirrored the fact that in the political arena there was competition for whose voice should be heard and what the best form of government was. Thus, in order fully to undestand both epistemological and political debates in classical Greece, we must recognize its interconnectedness. In the political arena, techne provided both a direc and an indirect referent. Directly, there were technicians in the assembly, there were technicians in the city, there were technicians in the army and specially the navy —technicians were present at the trials of philosophers and could help to bring them down; technicians could save your life, attempt an explanation of why their cure worked, and present themselves as models of virtue. Indirectly, the tensions inherent in the debate about techne were inscribed in myths, from the more recent parables put in Protagoras' mouth by Plato to the archetypal stories of Prometheus and Hephaestus. Like these figures, techne and technicians were symbols of change and mobility, of forces which, like the fire associated with both, were difficult to control and subordinate, but also, inescapably, necessary for the survival of human civilization. (Cuomo, p. 40.)

Fuentes

  • Jaeger, Werner; Paideia: los ideales de la cultura griega I; Edit. Fondo de Cultura Económica; Pánuco (México); 1946 (2ª edición); (Jaeger P1).
  • Jaeger, Werner; Paideia: los ideales de la cultura griega II; Edit. Fondo de Cultura Económica; Pánuco (México); 1944 (1ª edición); (Jaeger P2).
  • Jaeger, Werner; Paideia: los ideales de la cultura griega III; Edit. Fondo de Cultura Económica; Pánuco (México); 1945 (1ª edición); (Jaeger P3).
  • Cuomo, Serafina; Technology and culture in greek and roman antiquity; Cambridge University Press; New York (USA); 2007; ISBN 9780521009034 (Cuomo TC).
  • Olabuenaga García, Alicia; De la técnica a la techne; Revista de Filosofía Nº 1; junio de 1997.

Las tecnologías hasta la Edad Media

Hasta la Edad Media, en la cultura occidental, las técnicas y tecnologías eran actividades manuales propias de siervos y esclavos. No sólo carecían de prestigio entre las clases poderosas —siendo un tema poco digno de estudio— sino que generalmente se consideraba que —con contadas excepciones— manchaban el prestigio del que las llevaba a cabo. Esto no significa que no se practicaran intensamente y evolucionaran, a veces rápidamente; sólo que estaban reservadas a las clases "inferiores". Es así que la filosofía les presta escasa o nula atención a diferencia de las artes, muy prestigiosas entre los más acaudalados.

La scientia operativa de Bacon

El filósofo y político inglés Francis Bacon (1561 — 1626) fue uno de los precursores del método experimental en las ciencias y tecnologías. Aunque en sus escritos no menciona a las técnicas o tecnologías, lo que denominó scientia operativa las engloba. Los fragmentos siguientes ilustran su pensamiento sobre el tema:

El verdadero y legítimo objetivo de las ciencias no es otro que el de enriquecer la vida humana con nuevas invenciones y poderes. La gran mayoría, sin embargo, no lo siente así porque son meros asalariados o estériles académicos.
Estos dos bienes gemelos, el conocimiento humano y el poder humano, se reducen en definitiva a uno solo.

Técnicas y tecnologías en el Nuevo Mundo

La situación del Nuevo Mundo fue diferente a la de Europa, porque en América las técnicas y tecnologías eran esenciales para la supervivencia. No fueron los laicos, sin embargo, los que las practicaron con más ahinco y se esforzaron por perfeccionarlas, sino los jesuitas. Los centros de desarrollo tecnológico más activos del actual territorio argentino fueran las misiones jesuíticas. Poco se sabe, lamentablemente, de la filosofía (o más probablemente, teología) que dio sustento y legitimación a esas actividades. Las misiones fueron rápidamente desmanteladas tras su expulsión de los territorios españoles en 1767, justo cuando comenzaba en Europa la Revolución Industrial.

La Revolución Industrial

El tema tecnológico vuelve a concitar la atención de los intelectuales recién al comienzo de la Revolución Industrial, pero no de un filósofo sino del primer economista polìtico: Adam Smith en La riqueza de las naciones. Los filósofos harán lo propio recién cuando se afianza la Revolución Industrial y se pone claramente en evidencia que está gestándose un nuevo modo de relacionarse con la naturaleza.

Cassirer, simbolismo y tecnologías

Fuentes

Heidegger

Martin Heidegger.

Las ideas del filósofo alemán Martin Heidegger (Messkirch, Alemania, 26 de septiembre de 1889 – Friburgo de Brisgovia, Alemania, 26 de mayo de 1976) sobre las tecnologías están concentradas en el libro Die Frage nach der Technik (Indagación sobre la tecnología), ya que hay escasas referencias al tema en el resto de su obra. Estas ideas, que algunos pensadores consideran liminares y otros oscuras o triviales, son una extensión de las que desarrolló previamente sobre la esencia del Ser (Dasein, en alemán) y las ideas de Aristóteles sobre la tekhne y temas afines. Este trabajo no parece haber sido traducido al castellano, por lo que se dan aquí enlaces a traducciones inglesas diferentes.

La filosofía de Heidegger no rechaza totalmente el racionalismo, central en las tecnologías, sólo le quita el lugar predominante que había tenido hasta entonces en la filosofía occidental. Quita a los conceptos y categorías expresadas por las palabras el rol excluyente que tenían en la indagación filosófica (una de las razones de la "oscuridad" de sus textos) y plantea que la comprensión de la esencia del Ser (todos los seres, no sólo los humanos) no es una tarea exclusivamente intelectual y requiere estar plenamente situado en el mundo. Caracteriza a los seres humanos como productos históricos, rechaza el saber autoritario y se ubica implícitamente (ya que hace nunca referencia a fuentes orientales) en la tradición intelectual de Occidente, aún en sus rechazos y refutaciones. Su develación de lo que es el Ser (el ente al que pueden atribuirse rasgos, como cuando se dice la mesa es de madera) hace uso intensivo de palabras griegas tal como se usaron en tiempos de Aristóteles, probablemente porque encuentra en ellas rasgos que considera importante asignar y que no tenían expresión igualmente clara en el lenguaje moderno.

Heidegger parte de 2 rasgos característicos de las tecnologías: medio para obtener resultados deseados; creación humana. Caracteriza a esta definición, usual en su época, como correcta pero incompleta, y se aboca a la tarea de ampliarla. Acepta como cierto el rasgo central de la tekhne aristotélica, el de ser un saber consciente en el sentido de "saber por qué se hace lo que se hace", pero le agrega un rasgo de la poiesis griega que puede ser interpretado como creatividad (como en la poética). Analiza el concepto de causalidad griego, que encuentra plenamente presente en los artefactos tecnológicos. Finaliza su largo análisis identificando como rasgo esencial una ambigua Gestell que algunos autores ingleses traducen como entailment, consecuencia lógica. O'Brien lo traduce al inglés como enframing, interpretándolo así:

Enframing is the summons which enjoins us and cannot be ignored, that constrains us to «reveal the real, in the mode of ordering, as standing-reserve». Enframing is the manner in which the real is revealed by us such that modern technological activity is something which resembles what we now understand as modern technology.

Heidegger consideraría, entonces, que la tecnología no es un modo de ordenar el mundo de acuerdo con los deseos humanos, sino una revelación no racional sobre el orden que las cosas realmente tienen. Como las actividades tecnológicas modifican tanto la forma como las relaciones entre las cosas, el término podría interpretarse —aunque no es evidente que sea correcto hacerlo— como la revelación por intervención humana de lo que en la naturaleza está en estado potencial. Esto está muy lejos de la visión práctica de las tecnologías que tienen antropólogos como Vere Gordon Child.

Sorprendentemente, dada su repetida afirmación de que la esencia de las personas se define históricamente a través de su estar en el mundo, Heidegger no parece haber notado el efecto que las tecnologías causan en ellas. En efecto, dado que un rasgo esencial de las tecnologías es modificar el mundo haciéndolo cada vez más artificial, en un lazo causal de realimentación modifican a su vez, aunque con demora, a las propias personas que las crearon. Uno de los ejemplos más claros del fenómeno es el de las culturas ecuestres.

Fuentes

Marx

Fuentes

Radovan Richta

Fuentes

Fuentes generales

Véase también