Diferencia entre revisiones de «Gauchos argentinos»

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Aunque algunas de sus descripciones se acercan a la verdad, Lugones era un poeta, no un historiador, y todo el tono de su obra es literario y épico, tendiente a movilizar las emociones, no la indagación racional y sujeta a verificación de los hechos históricos. Su prestigio como escritor le permitió imponer en los círculos ilustrados de su época, y por inercia en los de muchos años después, al gaucho como prototipo de argentinidad. Es notoria y notable la contraposición con las ideas de Sarmiento, a quien Lugones admiraba, quien consideraba a los gauchos como los prototipos de la barbarie, justamente lo opuesto a la civilización. Desmesuras propias de grandes innovadores, que deben ser señaladas.
 
Aunque algunas de sus descripciones se acercan a la verdad, Lugones era un poeta, no un historiador, y todo el tono de su obra es literario y épico, tendiente a movilizar las emociones, no la indagación racional y sujeta a verificación de los hechos históricos. Su prestigio como escritor le permitió imponer en los círculos ilustrados de su época, y por inercia en los de muchos años después, al gaucho como prototipo de argentinidad. Es notoria y notable la contraposición con las ideas de Sarmiento, a quien Lugones admiraba, quien consideraba a los gauchos como los prototipos de la barbarie, justamente lo opuesto a la civilización. Desmesuras propias de grandes innovadores, que deben ser señaladas.
  
Durante muchos años en las escuelas argentinas se leía el Martín Fierro, se hacían obras de títeres sobre él, se memorizaban algunas de sus estrofas, se vestía a los niños de gauchos y se representaban sus escenas. Se celebraba la sabiduría de su consejos, aunque se ignoraban estrofas denigrantes de los aborígenes como las siguientes:
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Durante muchos años en las escuelas argentinas se leía el Martín Fierro, se hacían obras de títeres sobre él, se memorizaban algunas de sus estrofas, se vestía a los niños de gauchos y se representaban sus escenas. Se celebraba la sabiduría de su consejos, aunque se ignoraban estrofas denigrantes de los aborígenes como las siguientes (''La vuelta de Martín Fierro'', 4):
  
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* Lugones, Leopoldo; ''El Payador''; Otero & Co. Im0presores; Buenos Aires; 1916.
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* Lugones, Leopoldo; ''El Payador''; Otero & Co. Impresores; Buenos Aires; 1916.
  
  
 
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Revisión del 00:07 1 feb 2011


El gaucho mitológico

En El Payador —obra escrita en celebración del Martín Fierro de José Hernández— Leopoldo Lugones construye el mito del gaucho como paradigma de argentinidad. Afirma allí (p. 37) que

El gaucho fue el héroe y el civilizador de la Pampa.

Aunque algunas de sus descripciones se acercan a la verdad, Lugones era un poeta, no un historiador, y todo el tono de su obra es literario y épico, tendiente a movilizar las emociones, no la indagación racional y sujeta a verificación de los hechos históricos. Su prestigio como escritor le permitió imponer en los círculos ilustrados de su época, y por inercia en los de muchos años después, al gaucho como prototipo de argentinidad. Es notoria y notable la contraposición con las ideas de Sarmiento, a quien Lugones admiraba, quien consideraba a los gauchos como los prototipos de la barbarie, justamente lo opuesto a la civilización. Desmesuras propias de grandes innovadores, que deben ser señaladas.

Durante muchos años en las escuelas argentinas se leía el Martín Fierro, se hacían obras de títeres sobre él, se memorizaban algunas de sus estrofas, se vestía a los niños de gauchos y se representaban sus escenas. Se celebraba la sabiduría de su consejos, aunque se ignoraban estrofas denigrantes de los aborígenes como las siguientes (La vuelta de Martín Fierro, 4):

Tiene la vista del águila
del león la temeridá —
en el desierto no habrá
animal que él no lo entienda —
ni fiera de que no aprienda
un istinto de crueldá.

Es tenaz en su barbarie
no esperen verlo cambiar,
el deseo de mejorar
en su rudeza no cabe —
el bárbaro sólo sabe
emborracharse y pelear.

El indio nunca se ríe
y el pretenderlo es en vano,
ni cuando festeja ufano
el triunfo en sus correrías —
la risa en sus alegrías
le pertenece al cristiano.

Se cruzan por el desierto
como un animal feroz —
dan cada alarido atroz
que hace erizar los cabellos,
parece que a todos ellos
los ha maldecido Dios.

Todo el peso del trabajo
lo dejan a las mujeres —
el indio es indio y no quiere
apiar de su condición,
ha nacido indio ladrón
y como indio ladrón muere.

El que envenenen sus armas
les mandan sus hechiceras —
y como ni a Dios veneran
nada a los pampas contiene —
hasta los nombres que tienen
son de animales y fieras.

Y son, por ¡Cristo bendito!
los mas desasiaos del mundo —
esos indios vagabundos
con repunancia me acuerdo, —
viven lo mismo que el cerdo
en esos toldos inmundos.

Naides puede imaginar
una miseria mayor —
su pobreza causa horror
no sabe aquel indio bruto
que la tierra no da fruto
si no la riega el sudor.


Fuentes

  • Lugones, Leopoldo; El Payador; Otero & Co. Impresores; Buenos Aires; 1916.