Su máximo logro hasta la fecha —al mismo tiempo la mayor exportación tecnológica de Argentina— fue la construcción del reactor OPAL de 200 millones de dólares para el gobierno de Australia. Compitió para ello con gigantes de la tecnología industrial, como [http://www.areva.com/servlet/group-en.html Areva] de Francia, [http://www.energy.siemens.com/hq/en/services/power-generation/performance-enhancement/steam-turbine.htm Siemens] de Alemania y [http://www.aecl.ca/Science/RR.htm AECL] de Canadá. El contrato pudo ser firmado en 2001 gracias a la firma de un Acuerdo de Cooperación Nuclear con Australia. A pesar del pronunciamiento en contra de abogados constitucionalistas[http://www.paginadeturismo.com.ar/articulos/2002rest/2002oct/noticias1/green22-10.html], unas 300 ONGs[http://eco21.com.ar/2003/rechazo-al-acuerdo-nuclear-australia.html] y asociaciones representativas de unos 100.000 médicos[http://www.eco2site.com/news/funam.asp] el acuerdo fue aprobado por el Congreso de la Nación tras un pronunciamiento favorable de la Procuración General del Tesoro. Durante el largo debate INVAP adujo que no se trataba de residuos nucleares. El acuerdo incluye una cláusula que hacía posible que los elementos combustibles gastados del reactor OPAL fueran procesados en Argentina.[http://www.farn.org.ar/arch/acuerdoinvap.pdf] En noviembre de 2006, a requerimiento de un particular, la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca declaró que la cláusula no era válida porque violaba el [[Constitución Nacional#Artículo 41|artículo 41 de la Constitución Nacional]]. [http://www.funam.org.ar/fallononuclear.htm] Esta resolución judicial no parece haber sido apelada, probablemente porque poco después EE. UU. ofreció hacerse cargo de los residuos nucleares de todos los paises que se lo pidieran, para ponerlos a salvo de terroristas.