Fueron partidarios de la meritocracia, de palabra o/y en sus hechos, personas como Manuel Belgrano, Bernardino Rivadavia, las generaciones del 37 y del 80, [[René Gerónimo Favaloro]]... Los hechos han mostrado que ninguna elite, por bien intencionada e ilustrada que sea, puede por sí sola construir una sociedad democrática que satisfaga con justicia las necesidades esenciales de todos sus integrantes, porque termina satisfaciendo sólo las propiassus propios deseos. Los desvíos de las buenas intenciones sólo pueden evitarse mediante enérgicas demandas de mayorías que comprendan que el mero [[clientelismo]] nunca satisfará bien sus necesidades. Esto requiere tanto un buen [[educación|sistema educativo]] como la racionalidad y la [[eficacia]] que sólo pueden brindar [[ciencia]]s y [[tecnología]]s con orientación ética y popular.