Las acepciones 2, 5 y 6 corresponden a la ''veracidad'', tema ético que no se discute aquí. La 7 remite, una vez más, al concepto de ''realidad''. Las acepciones 3 y 4 —que consideran a la ''verdad'' como algo inmutable e irrefutable— corresponden a las religiones.
La acepción de verdad usado en ciencias fácticas —como la Física y la Biología— es la primera, muy diferente de la usada en la Teología. Cuando Galileo afirmó que la Tierra giraba alrededor del sol, la Inquisición lo obligó a retractarse porque la verdad enseñada por la iglesia era que el sol giraba alrededor de la Tierra, como correspondía al lugar central del hombre en el [[universo|cosmos]]. Galileo —uno de los principales introductores del [[método experimental]] en la Física— estaba intereresado en verificar si había o no concordancia entre los movimientos elementales que podía medir en su laboratorio y los que podía extrapolar a los cuerpos celestes. Esta concordancia —deducida de lo que podía verse desde la Tierra de los movimientos del sol y los planetas— unificaba las leyes terrestres con las astronómicas de modo que en los cielos valían las mismas leyes que la Tierra. La unificación intelectual hecha por la religión seguía el camino inverso: construida la doctrina por los diversos concilios ecuménicos, en vez de limitar su rango de influencia al mundo espiritual de las normas morales y la vida que trasciende a la muerte, se quería imponer leyes también al mundo material, en vez de develarlas mediante la indagación desprejuiciada. Para Galileo las leyes de la naturaleza debían descubrirse por experimentación y satisfacer algunos principios básicos, como los de no contradicción y cuantificación. Para la iglesia estas leyes eran reveladas y no necesariamente accesibles a la comprensión humana, como es el caso del misterio de la Santísima Trinidad.
Bertolt Brecht señaló que las ciencias no buscan verdades absolutas, sino sólo acotar la perduración del error. Este limitado criterio de verdad es aplicable sólo a hechos que pueden ser definidos y cuantificados con precisión bien acotada y sobre los cuales pueden hacerse predicciones comparables con procesos registrados o con experimentos realizables en condiciones bien controladas. Las leyes así verificadas tienen un rango de validez, son "verdaderas" dentro de su rango de aplicación y falsas cuando se lo excede: es decir, no son verdades absolutas. Por ejemplo, la dinámica de Newton (las velocidades y aceleraciones resultantes de la aplicación de fuerzas a masas) es válida con error despreciable para fines prácticos en el rango de velocidades mucho menores que la de la luz. Describe bien el movimiento de automóviles y la mayoría de los movimientos astronómicos, aunque no todos. La dinámica de Einstein (la Teoría Especial de la Relatividad) describe bien los movimientos de partículas con velocidades cercanas a la de la luz y explica fenómenos como la fisión nuclear y fusión nuclear (las transformaciones de masa en energía). La dinámica de Newton es la reducción de la Teoría Especial de la Relatividad al caso de bajas velocidades, y en ese rango es "verdadera" en el sentido de que describe los hechos experimentales con precisión suficiente para las aplicaciones prácticas. Ningún ingeniero con sentido común trataría de aplicar la segunda al tránsito urbano, así como no se le ocurriría medir el ancho de una vereda al centésimo de milímetro o cronometrar una carrera de caballos con precisión de un diezmillonésimo de segundo.
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Objetividad, realidad, verdad

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