Salvador Mazza

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Salvador Mazza.

'Salvador Mazza, médico sanitarista argentino, estudioso del mal de Chagas.


Biografía

Hijo de dos inmigrantes sicilianos de Palermo, Francesco Mazza y Giuseppa Alfise, nació el 6 de junio de 1886. Según algunos biógrafos fue dado a luz en la Ciudad de Buenos Aires, según otros en la localidad bonaerense de Rauch. Hizo sus estudios primarios en un colegio salesiano, y sus precoces estudios secundarios (ingresó a la edad de 10 años) en el mejor colegio argentino de esa época, el Nacional de Buenos Aires. Su padre Francisco había llegado a tener una pequeña fábrica de soda (nombre que se da en Argentina al agua embotellada gasificada), lo que le permitió costear los estudios de su hijo en la Universidad de Buenos Aires. Inició allí, en 1903, sus estudios en la Facultad de Medicina, al tiempo que se desempeñaba como Inspector Sanitario y participaba en campañas de vacunación en la provincia de Buenos Aires. Presidió también el Centro de Estudiantes de Medicina, donde se puso en evidencia su perfil combativo. En 1910 recibió el título de médico.

Aunque poco se sabe de sus padres, de la falta de urbanidad de Salvador se puede inferir que eran personas poco cultivadas. Según relata Andrés Ivern, uno de sus profesores de la facultad le dijo a su novia Clorinda: Yo, a tu marido, le voy a enseñar ciencia; vos tenés que enseñarle educación. Miguel Jörg, uno de sus principales colaboradores durante muchos años dijo sobre : “Era un tipo muy ambicioso y muy verticalista en el trato, incluso, un poco militar. Había que trabajar con él como soldado. Era un chinchudo, pero también un hombre racional y sensato”. Esta hosquedad le causaría posteriormente muchos problemas con colegas, políticos y funcionarios, cuya enemistad provocaba constantemente.

Nombrado bacteriólogo del Departamento Nacional de Higiene en 1910, Salvador inició su formación científica en el Instituto Nacional de Bacteriología (hoy parte de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud) bajo la dirección del científico austríaco Rudolf Kraus, uno de los desarrolladores de la vacuna antirrábica. Colaboró exitosamente con Kraus en el desarrollo de una vacuna de dosis única contra el tifus y en la organización del lazareto de la isla Martín García, donde se llevaban en cuarentena a los inmigrantes que llegaban al país durante la epidemia euroasiática de cólera de esa época. Durante tres años fue jefe del laboratorio central del Hospital Nacional de Clínicas, donde alternaba un estricto control del cumplimiento de tareas de sus ayudantes con prolongados estudios y observaciones al microscopio. Trabajó un tiempo en el Ejército Argentino, del cual se retiró con el grado de capitán médico.

Continuó luego su formación científica en laboratorios de París, Londres, Alemania y Argelia. En Alemania, en 1920, conoció a Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas, descubridor en su Brasil natal (1909) del parásito causante de la enfermedad que hoy lleva su nombre. En Túnez (Argelia), conoció al bacteriólogo Charles Nicolle, Premio Nobel de Medicina en 1928. Ambos científicos tendrían una profunda influencia sobre las actividades que llevó a cabo hasta el fin de sus días. Nicolle, que fue el descubridor del organismo transmisor del tifus, inspiró a Mazza la creación de la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA), donde obtendría sus mayores logros. Cuando visitó a Mazza en Jujuy, en octubre de 1925, Nicolle le dijo en francés:

Aquí, en este remoto punto del país, deben ustedes fundar vuestro instituto y evitarán así que el fárrago de la metrópolis, con sus intrigas e intereses dominanes, ahogue el propósito de la institución y desvía a los hombres de su empeño; además, porque la semilla está plantada por Guillermo Paterson, el primer especialista argentino en malaria".

Este fue el comienzo de la MEPRA, cuya historia se cuenta más adelante.

En 1914 contrajo matrimonio con Clorinda Brígida Razori, nacida en 1890 en Rosario (pcia. de Santa Fe), en el seño de una familia acomodada. Aunque no completó sus estudios por falta de apoyo de sus padres (en esa época no se consideraba necesario que una mujer tuviese estudios formales), hablaba correctamente inglés, francés e italiano y alegraba las tertulias familiares con su excelente voz de soprano. Clorinda, que superaba la estatura de Salvador (1,60 m) en 20 cm, se hizo cargo eficazmente de su correspondencia, relaciones pública, escritura a máquina de trabajos y de colaborar con él en todas las tareas a su alcance durante los 32 años de su convivencia. Por lo que se sabe no tuvieron hijos.

En 1946 Salvador viajó a la ciudad de Monterrey (México) como invitado especial a un encuentro sobre la enfermedad de dirigido por el mexicano Aguirre Pequeño. Allí murió de una afección cardíaca el 7 de noviembre, cuando tenía 60 años. No se sabe si falleció a causa del mal de Chagas porque en su acta de defunción, que se conserva en el Registro Nacional de la Personas de la Ciudad de Buenos Aires, no se da la causa de su fallecimiento. Su esposa Clorinda continuó viviendo hasta su muerte (30 de diciembre de 1952) en una casona del barrio de Belgrano, propiedad de un matrimonio amigo. Se dice que nunca pudo conseguirr una pensión del Estado Nacional y que para subsistir tuvo que vender la biblioteca personal de su esposo: archivos científicos, instrumental de laboratorio, muebles y un desvencijado automóvil. El vagón de la MEPRA permaneció a la intemperie en la estación de Boulogne hasta que en 1950 el gobierno nacional lo remató en una cifra irrisoria. Se destruyó así, irremediablemente, toda la obra de Mazza que no había quedado registrada en la revista de la MEPRA.

Salvador Mazza falleció el 8 de noviembre de 1946. Sus restos yacen en un sepulcro del Cementerio de Olivos declarado monumento histórico por el Concejo Deliberante de Vicente López. Por Ordenanza 11342/1997 se bautizó con su nombre al aula magna del Hospital Profesor Bernardo Houssay y a la plazoleta ubicada entre las calles Córdoba, Gramajo Gutiérrez y Colectora de Villa Martelli.[1]

Enfermedad de Chagas

Chagas inspiró a Mazza a profundizar el estudio, en Argentina, de la enfermedad causada por el [ Trypanosoma cruzi]. En una carta profética que el primero escribió al segundo en 1928, le decía:

Hay un designio nefasto en el estudio de la tripanosomiasis. Cada trabajo, cada estudio, apunta un dedo hacia una población malnutrida que vive en malas condiciones; apunta hacia un problema económico y social que a los gobernantes les produce tremenda desazón, pues es testimonio de su incapacidad para resolver un problema tremendo. No es como el paludismo un problema de bichitos de la naturaleza, un mosquito ligado al ambiente o, como lo es la esquistosomiasis, relacionada a un factor ecológico casi inalterable o incorregible. Es un problema de vinchucas que invaden y viven en habitaciones de mala factura, sucias, con habitantes ignorantes, mal nutridos, pobres y envilecidos, sin esperanzas ni horizonte social y que se resisten a colaborar. Hable de esta enfermedad y tendrá a los gobiernos en contra. Pienso que a veces más vale ocuparse de infusorios o de los batracios que no despiertan alarmas a nadie.

Chagas cometió el error de asignar al parásito [ protista] Trypanosoma cruzi el origen no sólo de los problemas cardíacos de los infectados, sino otros —como el bocio, identificado recién varios años después como un problema de deficiencia de iodo— que no tenían relación con él.

MEPRA

La Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (MEPRA), cuyo isotipo era una vasija cerámica diaguita. Sus funciones eran tanto asistenciales y de diagnóstico y tratamiento como de investigación y extensión universitaria.

En 1947 las autoridades de la Universidad de Buenos Aires decidieron el traslado de la MEPRA a la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de ¿Flores?.

El 16 de mayo de 1959, aduciendo razones presupuestarias, una resolución del Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires disolvió la institución sin tomar los recaudos más elementales para la preservación de su patrimonio científico. Se perdió gran parte de los preparados, fotografías e informes científicos de lo que fue en su momento el centro de estudios de endemias regionales más importante de Sudamérica, causando un vacío irreparable en la historia de la enfermedad de la enfermedad de Chagas - Mazza y otras menos conocidas.

Fuentes