Diferencia entre revisiones de «Tecnologías que hicieron posible la conquista de América»

La enciclopedia de ciencias y tecnologías en Argentina

(inicial)
 
(texto a pulir)
Línea 1: Línea 1:
Aunque no fueron los únicos factores en juego, hubo un conjunto de '''tecnologías que hicieron posible la conquista de América''', las que se discuten en este artículo.
+
Aunque no fueron los únicos factores en juego, hubo un conjunto de '''tecnologías que hicieron posible la conquista de América'''. Los escasos conquistadores —una composición aproximada de la mayoría de sus ejércitos era un medio centenar de españoles por cada millar de indígenas amigos— necesitaron a los indígenas para alimentarse, vestirse, construir sus viviendas, atacar a y defenderse de las tribus hostiles así como a sus mujeres para satisfacer sus necesidades sexuales y afectivas. Los indígenas, por su parte, aunque hay poquísimos registros directos de sus opiniones, seguramente esperaban a cambio beneficios como protección contra sus enemigos y útiles como los cuchillos y las hachas que facilitaban enormemente sus propias y pesadas tareas y, por qué no, variados bienes materiales y el prestigio de estar aliado con el triunfador.
 +
La cobertura de las necesidades vitales de los conquistadores se hizo mayoritariamente con las tecnologías indígenas y fueron unas pocas tecnologías europeas (ninguna exclusivamente castellana) las que posibilitaron la conquista. En primer lugar los artefactos (las carabelas y carracas catalanas ya probadas en el Mediterráneo) y técnicas de navegación de ultramar (uso de la brújula, astrolabio y cartas de estrellas) que les permitieron llegar a América. Ya en el terreno, los cascos, armaduras y cotas de malla de acero que protegían a los conquistadores de las lanzas, flechas y garrotes indígenas. Las espadas de acero —ya que los arcabuces de la época eran mas estrepitosos que peligrosos y los cañones eran de díficil o imposible transporte— y los caballos que permitieron ganar las batallas cuerpo a cuerpo aún en casos de gran desventaja numérica. Así, las tecnologías que protagonizaron la conquista fueron exclusivamente las del transporte (los barcos y caballos) y la guerra (el acero).
  
 +
Fue una improbable conjunción de factores, tecnológicos y de otro tipo, la que permitió que unos pocos miles de soldados europeos sometieran a los millones de aborígenes americanos. Se analizan aquí detalladamente los primeros, pero sin dejar de mencionar los segundos para mantener una buena perspectiva de la incidencia de cada uno. Los factores principales fueron: la navegación de altura; las armas defensivas y ofensivas de acero; el uso del caballo como medio de transporte personal y como arma; la capacidad organizativa y temeridad de los conquistadores; las supersticiones y disensiones indígenas; las enfermedadedes europeas.
 +
 +
==Navegación de ultramar==
 +
La conquista castellana de América requirió el dominio de las tecnologías de construcción de barcos con características apropiadas para hacer viajes oceánicos de larga duración, así como de los saberes indispensables para guiarlos a buen destino sin tierras a la vista. Cada una de estas tecnologías estaba basada en un complejo acrecentamiento de otras desarrolladas al menos desde la época de los mercaderes fenicios más de dos mil años antes de la Conquista.  En el siglo XIII la Liga Hanseática del norte de Europa comerciaba en barcos anchos denominados cocas, provistos de una vela cuadrada en un solo mástil, época en que la náutica europea tuvo tres importantes avances técnicos. El primero fue el comienzo de la navegación en mar abierto, posible gracias a la brújula inventada por los chinos. El segundo fue el uso en el Mediterráneo de la vela latina que permitió por primera vez el avance en sentido parcialmente opuesto al viento. El tercero fue el timón de codaste que hizo más preciso y simple el control del rumbo. Pero ninguno de los barcos de esta época era apropiado para largos viajes oceánicos.
 +
 +
Para hacer travesías oceánicas de conquista los buques debían transportar simultáneamente entre tripulación y soldados alrededor de dos centenares de personas con sus bagajes personales, así como armas, caballos y alimentos (incluidos animales como cerdos y vacas) y enseres indispensables para los largos tiempos de navegación (de dos a tres meses para llegar al Río de la Plata, mediando vientos favorables). La buena operación de una carabela pequeña requería alrededor de 100 tripulantes, de los cuales unos 50 eran marineros, 30 grumetes y el resto oficiales y artesanos variados como carpinteros, calafateros, artilleros (si el barco estaba armado para defenderse de piratas) y barberos—cirujanos. Gran parte de los marineros y grumetes eran necesarios para arriar y desplegar las grandes velas, aún con ayuda de tornos. Todo esto requería una capacidad de carga superior a un centenar de toneladas.  Los europeos del Renacimiento dominaban las tecnologías de construcción de grandes edificios de madera, pero la carpintería naval les presentó nuevos desafíos. El primero fue dar a los barcos la resistencia necesaria para soportar las grandes fuerzas destructivas de las olas, fuerzas redobladas durante las frecuentes tormentas atlánticas. Esto se logró con el uso de estructuras inspiradas en las cúpulas de las iglesias. El segundo fue la construcción de cascos suficientemente estancos para impedir el excesivo ingreso de agua a través de las juntas (los de la época requerían desagote constante con bombas manuales de achique). La más pequeña de las carabelas de Colón probablemente medía unos 16 m de eslora y 7 m de manga y tenía una capacidad de carga útil cercana a las 200 toneladas.
 +
 +
Las originales velas cuadras (cuadradas) de los barcos del Mediterráneo sólo permitían la navegación a favor del viento. Las velas latinas, de forma triangular y sujetas en su parte inferior a vergas, en conjunción con un buen diseño de la quilla, permitieron el avance de los buques en oposición parcial al viento (a unos 45°) mediante trayectos zizagueantes denominados bordadas. A comienzos del siglo XV los portugueses desarrollaron la carabela, un nuevo tipo de barco pequeño de tres o cuatro mástiles de los cuales sólo el mástil de proa llevaba una vela cuadra, siendo las demás latinas. Su capacidad de carga era de 100 toneladas o más y su silueta era inconfundible debido a la extensa proa y el elevado y angosto castillo de popa. Estos fueron los barcos que les permitieron superar la navegación costera y llegar a Asia, por el Oriente y a Brasil, por el Occidente. Los astilleros catalanes y andaluces tomaron los modelos de carabelas portuguesas, a las que no parecen haber hecho otras modificaciones que los incrementos de tamaño del casco y de la cantidad y disposición de las velas latinas y cuadras. Los famosos galeones españoles que custodiaban los barcos mercantes eran la agrandada versión militar de la carabela portuguesa, profusamente equipada con poderosos cañones.
 +
 +
La determinación por el piloto de la posición del buque requería importantes saberes matemáticos y el correcto uso de varios instrumentos de medición. La brújula identificaba la dirección y sentido del movimiento del barco. El astrolabio y el cuadrante permitían usar la posición de los cuerpos celestes para determinar la latitud, siempre y cuando el cielo estuviera despejado y se dispusiera de tablas astronómicas apropiadas (conocimiento bastante desarrollado en la época). La corredera daba una medida, aunque imperfecta, de la distancia recorrida por el barco, y permitía aproximar la longitud. Conocidas la latitud y la longitud se podían usar cartas geográficas de la zona —cuando existían— para conocer la ubicación del barco.
 +
 +
==Armas y armaduras==
 +
Los españoles habían desarrollado, por métodos empíricos, la tecnología de fabricación de acero de excelente calidad —en la que se destacaba la ciudad de Toledo— que usaban en la fabricación de espadas y alabardas (las principales armas ofensivas de la época) y de los defensivos cascos, armaduras y cotas de malla, todos de gran resistencia, duración y costo. Era agobiante usarlos, pero la experiencia pronto les enseñó que en las regiones hostiles no debían sacarse los cascos y armaduras ni siquiera para dormir. Los robustos caballos —que trajeron primero de España y luego comenzaron a reproducir en estas tierras— desempeñaron un papel central en la conquista: les sirvieron de medio de transporte aliviando la carga de las armas y armaduras y fueron un arma equivalente a los actuales tanques de guerra  (habían compañías Caballos Coraza con animales acorazados). El caballo inspiró inicialmente terror a los aborígenes, que creyeron enfrentarse a centauros acorazados, terror que luego superaron, incorporando al animal a su cultura. Esta incorporación, sin embargo, no fue lo suficientemente rápida ni complementada con las demás tecnologías necesarias para contrarrestar la superioridad guerrera de los conquistadores.
 +
 +
Es generalizada la erronea creencia que las armas de fuego tuvieron un rol decisivo en la conquista. En la época habían dos tipos armas de fuego, ninguna demasiado eficaz y ambas de difícil y riesgoso manejo: las armas individuales (cuyo prototipo era el arcabuz) y los primitivos cañones. Ambas estaban basadas en la gran expansión producida por la combustión de la pólvora y el tosco método de eslabón y pedernal usado en la época para encender fuego. Todas ellas tenían muy poca precisión a distancia, y aunque no tenemos datos para los arcabuces, para los fusiles usados tres siglos después en las guerras de la independencia argentina (mucho más eficientes que aquellos) se estimaba que en el rango medio de su alcance daba en el blanco aproximadamente uno de cada 10.000 disparos. Los cañones eran similarmente imprecisos y su principal uso en la Europa de la época era derribar fortificaciones ubicadas en planicies. Las fortalezas amerindias estaban en las laderas de las montañas, sin buenos caminos de acceso que permitieran transportar cañones. La pólvora con que operaban debía ser traída desde muy lejos y no podía ser fabricada por el propio ejército en campaña. Las operaciones de recarga de los arcabuces y los cañones requería más de una decena de pasos que debían ser efectuados con precisión, a cubierto de la lluvia y llevaban largo tiempo, tarea imposible en las batallas cuerpo a cuerpo preferidas por los amerindios. Asimismo, tanto los arcabuces como los cañones fallaban con frecuencia, hiriendo o matando a sus portadores u operadores. El único efecto importante de las armas de fuego de la época era el susto que su estallido provocaba a los que no las conocían, efecto que la familiaridad hacía desaparecer rápidamente. Muy distinta fue, en cambio, la importancia del descendiente de casi cuatro siglos después, el fusil de repetición Rémington, responsable junto con el telégrafo del rápido éxito de las campañas al “desierto” norpatagónico y a la región chaqueña a fines del siglo XIX.
  
 
==Fuentes==
 
==Fuentes==
 
* {{:Solivérez TABHS}}; pp. 20‑25.
 
* {{:Solivérez TABHS}}; pp. 20‑25.
 +
 +
==Véase también==
 +
* [[España en tiempos de la Conquista de América]].
  
  

Revisión del 20:21 19 abr 2011

Aunque no fueron los únicos factores en juego, hubo un conjunto de tecnologías que hicieron posible la conquista de América. Los escasos conquistadores —una composición aproximada de la mayoría de sus ejércitos era un medio centenar de españoles por cada millar de indígenas amigos— necesitaron a los indígenas para alimentarse, vestirse, construir sus viviendas, atacar a y defenderse de las tribus hostiles así como a sus mujeres para satisfacer sus necesidades sexuales y afectivas. Los indígenas, por su parte, aunque hay poquísimos registros directos de sus opiniones, seguramente esperaban a cambio beneficios como protección contra sus enemigos y útiles como los cuchillos y las hachas que facilitaban enormemente sus propias y pesadas tareas y, por qué no, variados bienes materiales y el prestigio de estar aliado con el triunfador. La cobertura de las necesidades vitales de los conquistadores se hizo mayoritariamente con las tecnologías indígenas y fueron unas pocas tecnologías europeas (ninguna exclusivamente castellana) las que posibilitaron la conquista. En primer lugar los artefactos (las carabelas y carracas catalanas ya probadas en el Mediterráneo) y técnicas de navegación de ultramar (uso de la brújula, astrolabio y cartas de estrellas) que les permitieron llegar a América. Ya en el terreno, los cascos, armaduras y cotas de malla de acero que protegían a los conquistadores de las lanzas, flechas y garrotes indígenas. Las espadas de acero —ya que los arcabuces de la época eran mas estrepitosos que peligrosos y los cañones eran de díficil o imposible transporte— y los caballos que permitieron ganar las batallas cuerpo a cuerpo aún en casos de gran desventaja numérica. Así, las tecnologías que protagonizaron la conquista fueron exclusivamente las del transporte (los barcos y caballos) y la guerra (el acero).

Fue una improbable conjunción de factores, tecnológicos y de otro tipo, la que permitió que unos pocos miles de soldados europeos sometieran a los millones de aborígenes americanos. Se analizan aquí detalladamente los primeros, pero sin dejar de mencionar los segundos para mantener una buena perspectiva de la incidencia de cada uno. Los factores principales fueron: la navegación de altura; las armas defensivas y ofensivas de acero; el uso del caballo como medio de transporte personal y como arma; la capacidad organizativa y temeridad de los conquistadores; las supersticiones y disensiones indígenas; las enfermedadedes europeas.

Navegación de ultramar

La conquista castellana de América requirió el dominio de las tecnologías de construcción de barcos con características apropiadas para hacer viajes oceánicos de larga duración, así como de los saberes indispensables para guiarlos a buen destino sin tierras a la vista. Cada una de estas tecnologías estaba basada en un complejo acrecentamiento de otras desarrolladas al menos desde la época de los mercaderes fenicios más de dos mil años antes de la Conquista. En el siglo XIII la Liga Hanseática del norte de Europa comerciaba en barcos anchos denominados cocas, provistos de una vela cuadrada en un solo mástil, época en que la náutica europea tuvo tres importantes avances técnicos. El primero fue el comienzo de la navegación en mar abierto, posible gracias a la brújula inventada por los chinos. El segundo fue el uso en el Mediterráneo de la vela latina que permitió por primera vez el avance en sentido parcialmente opuesto al viento. El tercero fue el timón de codaste que hizo más preciso y simple el control del rumbo. Pero ninguno de los barcos de esta época era apropiado para largos viajes oceánicos.

Para hacer travesías oceánicas de conquista los buques debían transportar simultáneamente entre tripulación y soldados alrededor de dos centenares de personas con sus bagajes personales, así como armas, caballos y alimentos (incluidos animales como cerdos y vacas) y enseres indispensables para los largos tiempos de navegación (de dos a tres meses para llegar al Río de la Plata, mediando vientos favorables). La buena operación de una carabela pequeña requería alrededor de 100 tripulantes, de los cuales unos 50 eran marineros, 30 grumetes y el resto oficiales y artesanos variados como carpinteros, calafateros, artilleros (si el barco estaba armado para defenderse de piratas) y barberos—cirujanos. Gran parte de los marineros y grumetes eran necesarios para arriar y desplegar las grandes velas, aún con ayuda de tornos. Todo esto requería una capacidad de carga superior a un centenar de toneladas. Los europeos del Renacimiento dominaban las tecnologías de construcción de grandes edificios de madera, pero la carpintería naval les presentó nuevos desafíos. El primero fue dar a los barcos la resistencia necesaria para soportar las grandes fuerzas destructivas de las olas, fuerzas redobladas durante las frecuentes tormentas atlánticas. Esto se logró con el uso de estructuras inspiradas en las cúpulas de las iglesias. El segundo fue la construcción de cascos suficientemente estancos para impedir el excesivo ingreso de agua a través de las juntas (los de la época requerían desagote constante con bombas manuales de achique). La más pequeña de las carabelas de Colón probablemente medía unos 16 m de eslora y 7 m de manga y tenía una capacidad de carga útil cercana a las 200 toneladas.

Las originales velas cuadras (cuadradas) de los barcos del Mediterráneo sólo permitían la navegación a favor del viento. Las velas latinas, de forma triangular y sujetas en su parte inferior a vergas, en conjunción con un buen diseño de la quilla, permitieron el avance de los buques en oposición parcial al viento (a unos 45°) mediante trayectos zizagueantes denominados bordadas. A comienzos del siglo XV los portugueses desarrollaron la carabela, un nuevo tipo de barco pequeño de tres o cuatro mástiles de los cuales sólo el mástil de proa llevaba una vela cuadra, siendo las demás latinas. Su capacidad de carga era de 100 toneladas o más y su silueta era inconfundible debido a la extensa proa y el elevado y angosto castillo de popa. Estos fueron los barcos que les permitieron superar la navegación costera y llegar a Asia, por el Oriente y a Brasil, por el Occidente. Los astilleros catalanes y andaluces tomaron los modelos de carabelas portuguesas, a las que no parecen haber hecho otras modificaciones que los incrementos de tamaño del casco y de la cantidad y disposición de las velas latinas y cuadras. Los famosos galeones españoles que custodiaban los barcos mercantes eran la agrandada versión militar de la carabela portuguesa, profusamente equipada con poderosos cañones.

La determinación por el piloto de la posición del buque requería importantes saberes matemáticos y el correcto uso de varios instrumentos de medición. La brújula identificaba la dirección y sentido del movimiento del barco. El astrolabio y el cuadrante permitían usar la posición de los cuerpos celestes para determinar la latitud, siempre y cuando el cielo estuviera despejado y se dispusiera de tablas astronómicas apropiadas (conocimiento bastante desarrollado en la época). La corredera daba una medida, aunque imperfecta, de la distancia recorrida por el barco, y permitía aproximar la longitud. Conocidas la latitud y la longitud se podían usar cartas geográficas de la zona —cuando existían— para conocer la ubicación del barco.

Armas y armaduras

Los españoles habían desarrollado, por métodos empíricos, la tecnología de fabricación de acero de excelente calidad —en la que se destacaba la ciudad de Toledo— que usaban en la fabricación de espadas y alabardas (las principales armas ofensivas de la época) y de los defensivos cascos, armaduras y cotas de malla, todos de gran resistencia, duración y costo. Era agobiante usarlos, pero la experiencia pronto les enseñó que en las regiones hostiles no debían sacarse los cascos y armaduras ni siquiera para dormir. Los robustos caballos —que trajeron primero de España y luego comenzaron a reproducir en estas tierras— desempeñaron un papel central en la conquista: les sirvieron de medio de transporte aliviando la carga de las armas y armaduras y fueron un arma equivalente a los actuales tanques de guerra (habían compañías Caballos Coraza con animales acorazados). El caballo inspiró inicialmente terror a los aborígenes, que creyeron enfrentarse a centauros acorazados, terror que luego superaron, incorporando al animal a su cultura. Esta incorporación, sin embargo, no fue lo suficientemente rápida ni complementada con las demás tecnologías necesarias para contrarrestar la superioridad guerrera de los conquistadores.

Es generalizada la erronea creencia que las armas de fuego tuvieron un rol decisivo en la conquista. En la época habían dos tipos armas de fuego, ninguna demasiado eficaz y ambas de difícil y riesgoso manejo: las armas individuales (cuyo prototipo era el arcabuz) y los primitivos cañones. Ambas estaban basadas en la gran expansión producida por la combustión de la pólvora y el tosco método de eslabón y pedernal usado en la época para encender fuego. Todas ellas tenían muy poca precisión a distancia, y aunque no tenemos datos para los arcabuces, para los fusiles usados tres siglos después en las guerras de la independencia argentina (mucho más eficientes que aquellos) se estimaba que en el rango medio de su alcance daba en el blanco aproximadamente uno de cada 10.000 disparos. Los cañones eran similarmente imprecisos y su principal uso en la Europa de la época era derribar fortificaciones ubicadas en planicies. Las fortalezas amerindias estaban en las laderas de las montañas, sin buenos caminos de acceso que permitieran transportar cañones. La pólvora con que operaban debía ser traída desde muy lejos y no podía ser fabricada por el propio ejército en campaña. Las operaciones de recarga de los arcabuces y los cañones requería más de una decena de pasos que debían ser efectuados con precisión, a cubierto de la lluvia y llevaban largo tiempo, tarea imposible en las batallas cuerpo a cuerpo preferidas por los amerindios. Asimismo, tanto los arcabuces como los cañones fallaban con frecuencia, hiriendo o matando a sus portadores u operadores. El único efecto importante de las armas de fuego de la época era el susto que su estallido provocaba a los que no las conocían, efecto que la familiaridad hacía desaparecer rápidamente. Muy distinta fue, en cambio, la importancia del descendiente de casi cuatro siglos después, el fusil de repetición Rémington, responsable junto con el telégrafo del rápido éxito de las campañas al “desierto” norpatagónico y a la región chaqueña a fines del siglo XIX.

Fuentes

Véase también