Tomás Buch

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Buch en sus últimos años de vida.

Tomás Buch (Berlín, Alemania, 7 de julio de 1931 — San Carlos de Bariloche, Argentina, 5 de marzo de 2017) fue un fisicoquímico, tecnólogo generalista, historiador de las ciencias y tecnologías en Argentina y un humanista profundamente comprometido con su país adoptivo (se naturalizó argentino). Sus principales aportes tecnológicos fueron hechos a través de la empresa de tecnología INVAP, de la que fue uno de los fundadores. Su libro El Tecnoscopio es profusamente citado en los países de habla castellana como una introducción indispensable al estudio general de las tecnologías. Hizo además una valiosa contribución a la divulgación de la ciencia y la tecnología en Argentina a través de numerosos escritos en diarios y revistas y a sus aportes a la introducción de la Educación Tecnológica en las escuelas públicas argentinas.


Familia y estudios

Tomás Buch—a quien sus familiares y amigos llamaban Tommy— nació en Berlín (Alemania) el 7 de julio de 1931. Fue el hijo único de Alfons Buch y Ana Schuck, una pareja de militantes socialistas que le dio una integral formación humanista. Debido a la persecución de los judíos bajo el régimen nazi la familia buscó refugio en Argentina en agosto de 1938, radicándose en la ciudad de Buenos Aires cuando Tommy acababa de cumplir 7 años. Completó allí sus estudios primarios y luego hizo los secundarios en la escuela Industrial Otto Krause, la más antigua de su tipo en Argentina. Ingresó a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde obtuvo el diploma de Licenciado en Ciencias Químicas.

Buch en el Instituto Balseiro circa 1957

En 1955 se radicó en San Carlos de Bariloche (pcia. de Río Negro) para formar parte del plantel docente del recién creado Instituto de Física (hoy Instituto Balseiro) como auxiliar de Química (1955-1958) e investigador asociado de la Comisión Nacional de Energía Atómica (1955-1958), instituto inicialmente dirigido por el físico José Antonio Balseiro. Allí cursó como oyente algunas materias avanzadas de Física para profundizar sus conocimientos y estableció perdurable amistad con varios de los alumnos, pese a la diferencia de edad (era unos 6 años mayor que los más jóvenes de ellos). Una muestra de su variedad de intereses y destrezas es que el 17 de junio de 1958 dirigió el coro que entonó el himno académico Gaudeamos Igitur (Alegrémonos Pues, tradicional canto de los estudiantes universitarios europeos) en la colación de grados de los primeros egresados[[1].

En 1960 viajó a EEUU, donde se desempeñó como docente auxiliar del Departamento de Química (1960-1961) y obtuvo el título de Philosophy Doctor en el campus Evanston (estado de Illinois) de la Northwestern University. Al año siguiente regresó a Argentina para incorporarse como docente e investigador en el Departamento de Química Inorgánica, Analítica y Química Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde fue sucesivamente profesor adjunto y asociado de Química Física entre 1961 y 1966, estando en varias oportunidades a cargo de su dirección . Allí formó un grupo de investigación que fue financiada por la Fundación Ford, lo que le valió críticas del movimiento estudiantil de la UBA (véase Apuntes sobre la formación del movimiento estudiantil argentino (1943-1973)[2], p. 140), que se puso claramente en evidencia eran infundadas cuando renunció al cargo tras la intervención de las universidades por la dictadura militar de Onganía.

En 1963 contrajo matrimonio con Lilian Cánova, nacida en Buenos Aires en 1934, a quien había conocido en 1957 en Bariloche cuando se desempañaba como secretaria de José Antonio Balseiro (primer director del Instituto de Física de Bariloche, rebautizado Instituto Balseiro en su memoria). Tuvo con ella tres hijos, dos de los cuales le sobrevivieron: Esteban (1963), Natalia (1966) y Adolfo (1969-2010). En 1964, mientras todavía se desempeñaba en la UBA, fue también profesor visitante de Termodinámica en el Instituto Balseiro.

Luego de la Noche de los Bastones Largos (29 de julio de 1966) al comienzo de la dictadura militar de Onganía y como preludio a la intervención de todas las universidades estatales argentinas. Buch renunció a su cargo en la universidad estatal (UBA, en su caso), como lo hicieron a los suyos muchos otros docentes e investigadores argentinos. Fue uno de los cerca de cien profesores que emigraron a Santiago de Chile financiados por la Fundación Ford[3]. Allí fue profesor titular de Físicoquímica (1966-1969) en la Facultad de Ciencias de Universidad Nacional de Chile, adónde se trasladó con la mayoría del grupo de investigación que dirigía en la UBA. En ese lapso fue también director interino del Departamento de Química de esa facultad.

En 1969 fue expulsado de ese país en razón del incidente diplomático de los catorce profesores argentinos[4] siendo presidente de Chile el demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva, quien poco después sería el máximo opositor al gobierno del socialista Salvador Allende. Buch migró entonces a París, donde se desempeñó durante tres años (1970-1972) como investigador del CNRS (organismo del Estado francés para la promoción de las investigaciones científicas y tecnológicas) y profesor titular visitante en la Universidad de Paris VI Pierre et Marie Curie. En enero de 1973 la familia Buch se reinstaló en Chile por invitación del presidente Salvador Allende como desagravio por el episodio de 1969, pero pocos meses después el golpe de Estado del general Pinochet la llevó a radicarse definitivamente en Bariloche en 1973. Fue entonces también profesor de Química del Centro Regional Bariloche de la Universidad del Comahue.

De regreso en la Argentina, se desempeñó inicialmente como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), profesor titular de Físicoquímica 1973-1977 en el Centro Regional Bariloche de la Universidad del Comahue e investigador principal del CONICET entre 1975 y 1976. Fue dado de baja en ambos cargos por motivos políticos tras el golpe de Estado de 1976.

INVAP

En 1976, trabajando nuevamente en el Centro Atómico Bariloche, integró el grupo de científicos y tecnólogos que fundó INVAP (fui socio fundador, le gustaba decir), donde entre 1977 y 1992 participó en el desarrollo de nuevas tecnologías, como la fabricación para la CNEA de esponja de circonio. Fue al mismo tiempo coordinador de la carrera de Ingeniería en Tecnología del Centro Regional Bariloche, creada por convenio de la empresa con la Universidad Nacional del Comahue. En esos años dirigió también varios proyectos, fue subgerente de Investigación y Desarrollo, responsable de Estudios Prospectivos y gerente de Recursos Humanos. Según relata la página de INVAP en Facebook, sus compañeros de trabajo lo consideraban el sabio del grupo y apreciaban mucho su sentido del humor. El libro conmemorativo INVAP 30 Años: Tecnología argentina para el mundo se refiere a él como prócer. Durante 15 años, desde 1992 hasta su muerte en 2017, fue asesor de la gerencia general de INVAP.

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Principales escritos

Entre sus libros se destacan:

  • El Tecnoscopio (Edit. Aique, 1996 con numerosas reediciones).
  • Sistemas Tecnológicos (Edit. Aique, 1999).
  • Tecnología en la vida cotidiana (Edit. Eudeba, 2004)
  • De los quipus a los satélites: historia de la tecnología en la Argentina, en colaboración con Carlos Solivérez
  • Desarrollo y ecopolítica: los grandes debates de la tecnología, el ambiente y la sociedad (Lenguaje Claro Editora, 2013).

Durante más de diez años colaboró como columnista en el Diario Río Negro, donde escribió alrededor de un centenar de artículos. En ellos divulgaba temas científicos y tecnólogicos y reflexionaba sobre temas muy diversos como la ética, la ecología y la educación.