Una imagen vale más que mil palabras

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Una imagen vale más que mil palabras es un dicho frecuentemente repetido en los medios de comunicación, incluyendo los libros. Aunque parece una verdad de perogrullo, es conveniente analizar su significado y su relación con el auge de lo que se denomina "multimedia", las imágenes estáticas o en movimiento que son actualmente tan comunes en Internet.


Análisis del dicho

Amanecer en Bariloche, imagen imposible de expresar fielmente con palabras.

La vista es el mas desarrollado de los sentidos humanos, por lo que es muy grande la cantidad de información que una imagen es capaz de transmitir, especialmente una en color. Si la imagen está además "en movimiento", es todavía mayor. Esta información es imposible de transmitir en todos sus detalles por otros medios, en particular con palabras. En este sentido el dicho es absolutamente cierto y se pueden dar incontables ejemplos que lo confirman (véase, por ejemplo, el caso del tetraedro inscripto en un cubo del artículo representación mental).

La información transmitida por fotografías y filmaciones de la realidad está limitada a la apariencia de las cosas, sus formas, colores y texturas exteriores. Es decir, es información estrictamente superficial en el sentido geométrico del adjetivo. También es superficial en el sentido de que no profundiza en la naturaleza de la cosas que muestra. Se puede encubrir la realidad mediante imágenes adecuadamente falseadas: prótesis, maquillajes, coberturas y envases atractivos que hacen parecer más deseables a las cosas exhibidas en las imágenes. Esta técnica es constantemente usada por la publicidad comercial para vender más productos, mostrándolos de modo tan atractivo que generan el deseo casi irrefrenable de poseerlas.

Además de los intereses comerciales que las imágenes favorecen, hay un problema aún mayor. Dada la predominancia de la información visual sobre las restantes, tendemos a asignar a las imágenes un carácter verdadero e irrefutable, como lo expresa contundentemente el dicho "ver para creer". Los frecuentes falseamientos de realidad con imágenes, como el uso del Adobe Photoshop® para hacer más atractivos a actores y actrices, hacen cada vez menos confiable la información transmitida por este medio.

El laureado escritor peruano Mario Vargas Llosa describe así el efecto que la proliferación indiscriminada de imágenes tiene sobre las personas (nótese que el concepto de cultura usado en el texto siguiente corresponde al de cultura clásica de esta enciclopedia).[1]

Ésta es una cultura que crea espectadores más que lectores. No creo que la imagen y la palabra sean la misma cosa, no creo que tengan la misma función. La imagen entretiene mucho, es a veces mucho más intensa que la palabra, pero muchísimo más efímera y no estimula el esfuerzo intelectual para nada, al contrario. Mientras que la palabra, como tienes que traducirla y convertirla en conceptos y articular los conceptos dentro de un argumento, tienes un trabajo intelectual que te hace participar de la creatividad de cualquier objeto literario o artístico.
La pura imagen no tiene ese efecto, afecta muy intensamente a la emotividad, los sentimientos, los instintos, pero no a la razón; tiende más bien a embotarla. Puede ser enormemente entretenida, sin ninguna duda, pero no creo que de la imagen resulte un ciudadano con espíritu crítico, con imaginación o con una sensibilidad que puedas llamar disconforme o díscola. Creo que la imagen tiende a crear públicos muchísimo más conformes y pasivos y ese es para mí uno de los aspectos inquietantes de la nueva orientación que tiene la cultura en nuestro tiempo.
Es verdad que es una cultura más democrática, como dicen sus defensores, y llega a un público muchísimo más amplio, sin ninguna duda, pero precisamente llega porque exige muchísimo menos esfuerzo intelectual. Al mismo tiempo, en vez de alentarlo, aleja el espíritu crítico y tiende a crear espectadores. La sola definición de la palabra espectador significa una cierta aquiescencia conformista. Como espectador recibes algo, como lector tienes que actuar, salir al frente de lo que lees para transformarlo en razones, en ideas, en sentimientos y emociones. Por eso me parece tan importante que digamos que las pantallas deben convivir con los libros y no arrinconarlos y acabar con ellos.

En el caso específico de las imágenes de Internet hay que sumar el problema de perdurabilidad. Los enlaces no son eternos y la imagen puede ser irrecuperable, por lo que aún la imagen mas valiosa desaparecerá a menos que sea preservada —generalmente sin conocer bien su origen y fiabilidad— por el interesado.

Véase también