==Origen y gestión Mosconi==
El proceso de explotación sistemática de los hidrocarburos en Argentina comenzó con la perforación del primer pozo de Comodoro Rivadavia en 1907, en tierras fiscales. El descubrimiento no fue accidental, como erróneamente se afirma; el perito [[Francisco Pascasio Moreno]] informó al Ing. Enrique Hermitte la existencia en la zona de formaciones geológicas características de los yacimientos petrolíferos. Cuando Hermitte encabezó la Dirección General de Minas e Hidrología, encomendó su búsqueda a un equipo de perforación de pozos de agua al que se había equipado especialmente para ambas tareas (véase el artículo [[Historia de los hidrocarburos en Argentina]]).
De modo no casualmente tardío, el presidente José Figueroa Alcorta creó en Comodoro Rivadavia (ley 7.509 de 1910) una ínfima reserva fiscal de 5.000 hectáreas. Encomendó su explotación estatal y el control de las actividades petroleras privadas a la Dirección General de Minas, que permitió o estimuló la especulación con las concesiones de cateo. Apenas asumió la presidencia en 1810, Roque Sáenz Peña creó una escuálida Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia. La puso a cargo de uno de los más lúcidos tecnólogos argentinos, el Ing. Luis Huergo, quien murió en 1913 sin ver realizada su propuesta de nacionalización petrolera. Pese a la gran escasez de medios, ya en 1914 la Dirección General abastecía a la Marina y a las usinas de la Capital Federal. La demanda fue pronto mucho mayor que la producción, lo que ilustró la miopía de los dirigentes políticos o su complicidad con los intereses británicos y estadounidenses (la Standard Oil ya era entonces uno de los gigantes del rubro petrolero). Cuando empezó la Primera Guerra Mundial, la Argentina tenía en operaciones, aunque mínimas en comparación con sus posibilidades, la primera compañía petrolera estatal del mundo.
La Primera Guerra Mundial puso en evidencia el riesgo de la dependencia tecnológica. Las potencias en pugna reconvirtieron hasta las fábricas de cacerolas para fabricar armas. En Argentina faltaron los productos importados, en especial el carbón de Gales (las locomotoras quemaron maíz), los neumáticos y la nafta para el creciente parque automotor. Como Alemania no pudo obtener el guano chileno y sus compuestos nitrogenados se usaron para hacer explosivos, no se abonaron los campos y todos pasaron hambre. La escuela militar prusiana, en la que se formó la mayoría de los oficiales superiores argentinos, fijó entonces el principio de que la guerra no la hacían los ejércitos sino la nación. Para ello debía ser autosuficiente en todos los recursos estratégicos: alimentos, armamentos, transporte, comunicaciones, materias primas, industria (en especial la pesada) y, sobre todo, petróleo. Esta filosofía impulsó la política de nacionalización petrolera iniciada en la presidencia de Alvear que perduró, con breves intermedios, hasta la extranjerización de YPF por Carlos Menem.
Mosconi sentó las bases del desarrollo autónomo de la industria petrolera estatal. Con el apoyo incondicional de Alvear convirtió YPF en un eficiente organismo técnico que generaba y reinvertía sus propios recursos (siempre insuficientes), aislado de las presiones recaudadoras y clientelísticas de los ministerios políticos. Como las mayores ganancias se obtenían de la destilación y comercialización, fijó como meta la integración vertical de actividades: extracción, almacenamiento y transporte del crudo; obtención de gas y destilación de combustibles líquidos; expendio de com- bustibles en todo el territorio nacional. Construyó viviendas y proveyó a los campamentos de agua y electricidad, instaló talleres y depósitos de crudo, construyó muelles en Comodoro Rivadavia y adquirió buques tanque. En 1925 inauguró la destilería de Berisso �entonces —entonces la décima del mundo en capacidad�, capacidad—� cuya producción de nafta igualó la suma de las de todas las privadas del país, además del querosén, combustible para tractores (agricol) y (por primera vez en Argentina) gasoil motores diésel.
YPF inició en 1922 la red de depósitos y surtidores de nafta que abarcaría todo el territorio nacional. El servicio, hasta entonces concentrado en Capital Federal, era insistentemente demandado por el febrilmente creciente parque automotor de la época (entonces séptimo del mundo y el mayor de América Latina). El servicio de transporte carretero haría creciente competencia a los ferrocarriles británicos. La fabricación nacional de las bombas de esos surtidores, por ejemplo, dio impulso a la que luego sería la mayor fábrica de electrodomésticos del país, Siam. Durante la administración de Mosconi, mayoritariamente con recursos propios, YPF quintuplicó sus pozos y duplicó su producción de crudo. Forzó la baja del precio de los combustibles y estimuló por competencia la producción privada, que se multiplicó por veinte en el lapso 1922-1930. En 1922 el país producía solamente el 12% de la nafta que consumía, de los que un 0,6% era de YPF. En 1930 la producción nacional aportaba el 65%, de los que el 19% era de YPF.
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