Como coronación de su campaña Brown construyó la primera [http://es.wikipedia.org/wiki/Silla_eléctrica silla eléctrica] para electro-ejecutar (electrocutar) condenados a muerte (pena entonces aplicada de modo general en EEUU mediante la horca), basándose en un diseño del dentista estadounidense [http://en.wikipedia.org/wiki/Alfred_P._Southwick Alfred P. Southwick]. Para convencer a las autoridades de usarla se esgrimió el argumento de que la electrocución era más humanitaria que el ahorcamiento. El 6 de agosto de 1890 el Estado de Nueva York la usó por primera vez con un condenado a muerte, William Kemmler, que debió ser electrocutado durante 8 minutos con voltajes crecientes hasta 2.000 V, en una horrible carnicería que resultó más sangrienta (sus venas estallaron en el proceso) que si lo hubieran descuartizado con un hacha[http://law.jrank.org/pages/12374/Kemmler-William.html].
La primera gran oportunidad de Westinghouse se presentó con la Feria Mundial de Chicago, organizada en celebración de los 400 años del avistamiento de América por la expedición de Colón. En la licitación para su completa iluminación con electricidad la General Electric Company (nombre que había tomado la empresa de Edison) cotizó el doble que la Westinghouse, ganadora con una oferta aproximada de 500.000 dólares de la época (muchos millones de hoy). Parte importante de la diferencia era la gran masa de alambre de cobre necesaria para la alimentación de las lámparas con CC. Cuando la feria fue inagurada el 1º de mayo de 1893, el botón pulsado por el presidente Grover Cleveland encendió simultáneamente un centenar de miles de lámparas incandescentes en un despliegue de luz que causó estallidos de admiración en la multitud. En la Gran Sala de Electricidad 12 generadores de 1.000 caballos de fuerza cada uno alimentaban el sistema de alumbradotrifásico, en todas sus partes obra de Nikola Tesla. Las 27 millones de personas que visitaron la feria y los titulares dedicados a ella por todos los diarios importantes del mundo, dieron a la corriente alterna un aura de milagro tecnológico que borró completamente la mala memoria de la silla eléctrica.
La consagración final primera central hidroeléctrica del mundo fue construida por el barón inglés [http://en.wikipedia.org/wiki/William_Armstrong,_1st_Baron_Armstrong William Armstrong] para iluminar, con las lámparas fabricadas por Swan, su propiedad de Cragside (Northumberland), poco después de 1863[http://www.theecologist.org/investigations/energy/269238/the_origins_of_hydroelectricity.html]. En esta época de explosiva propagación de desarrollos eléctricos, las centrales hidroeléctricas se multiplicaron en el mundo. Una de ellas fue la CAde las cataratas del Niágara inaugurada en 1881 como una generadora privada de CC. En 1891 se decidió su ampliación, su adopción para lo que se formó una comisión de expertos presidida por el gobierno federal reputado físico sir [http://es.wikipedia.org/wiki/William_Thomson William Thomson] (lord Kelvin) a fin de decidir la conveniencia de continuar con ese tipo de corriente o reemplazarla por la alterna. El éxito del sistema en la feria de Chicago convenció a lord Kelvin, hasta entonces partidario de la CC, de la conveniencia de cambio de norma. Las obras —hechas con aportes de los mayores magnates de la época— fueron inauguradas luego de 5 años de laborioso trabajo, proveyendo a la ciudad de Búfalo, a 27 km de EEUUdistancia, con un único generador de 1.000 caballos de fuerza[http://en.wikipedia.org/wiki/Niagara_Falls#Power]. La exitosa transmisión a distancia y funcionamiento del sistema promovieron la aceptación generalizada de la corriente alterna, convirtiéndose a partir de entonces la norma para la provisión de electricidad a las ciudades. La Guerra de las Corrientes fue una de las muchas que se produjo gracias a producirían por el control comercial de las tecnologías, generadoras de jugosos dividendos para el capital. Los ferrocarriles, la telegrafía, la telefonía, la radio, la central hidroeléctrica televisión, las computadoras, las armas, fueron algunas de las muchas causas de conflictos entre los competitivos dueños del capital. Con suerte triunfaban las tecnologías más favorables para el usuario; por regla general, las cataratas que daban mayores ganancias económicas, salvo cuando el Estado intervenía para volcar el equilibrio del Niágarapoder en uno u otro sentido. En este caso el resultado favoreció a los usuarios.
==Fuentes==
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[[Categoría:tecnologías]]
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From that point forward more than 80 percent of all the electrical devices ordered in the United States were for alternating current.
The Niagara Falls Power Project was an act of pure technological optimism. Americans had dreamed of pressing the Falls into "an honest day's work" since the first pioneer sawmill had been built there in 1725. But schemes for extracting power had never been adequately conceived.
Since his childhood, Tesla himself had dreamed of harnessing the power of the great natural wonder. And in late 1893, his dream became a reality, when Westinghouse was awarded the contract to create the powerhouse.
The contract came as a result of a failed competition spearheaded by the international Niagara Falls Commission. The commission, charged with planning the power project, had solicited proposals from experts around the world only to reject them all. The schemes ranged from a system using pneumatic pressure to one requiring ropes, springs and pulleys. And there were proposals to transmit DC electricity, one endorsed by Edison. At the head of the commission was Lord Kelvin, the famous British physicist, who had been as opposed to alternating current as Edison until he attended the Chicago Exposition. Now, a strong convert to AC, Kelvin and his commission asked Westinghouse to use alternating current to harness the power of the falls.
The construction period was traumatic for engineers, mechanics and workers, but it weighed most heavily on investors. Project backers included several of the wealthiest men in America and Europe, including: J. P. Morgan, John Jacob Astor, Lord Rothschild, and W. K. Vanderbilt. After a five-year nightmare of doubt and financial crises, the project approached completion. Tesla had not doubted the results for a moment. The investors, however, were not at all sure the system would work. While the machines were running smoothly in Tesla's three-dimensional imagination, they were still unproved and expensive.
But the worries were unwarranted. When the switch was thrown, the first power reached Buffalo at midnight, November 16, 1896. The Niagara Falls Gazette reported that day, "The turning of a switch in the big powerhouse at Niagara completed a circuit which caused the Niagara River to flow uphill." The first one thousand horsepower of electricity surging to Buffalo was claimed by the street railway company, but already the local power company had orders from residents for five thousand more. Within a few years the number of generators at Niagara Falls reached the planned ten, and power lines were electrifying New York City. Broadway was ablaze with lights; the elevated, street railways, and subway system rumbled; and even the Edison systems converted to alternating current.
But there were complications. Both the Westinghouse and General Electric corporations were morally and financially drained by the War of the Currents. Years of litigation, the absorption of Edison's company and others by professional managers at GE, and the financial teetering of Westinghouse all contributed to a takeover. This was the era of the Robber Barons, and one of the biggest was ready to make his move. J. P. Morgan, hoping to bring all U.S. hydroelectric power under his control, proceeded to manipulate stock market forces with the intention of starving out Westinghouse and buying the Tesla patents. Thanks in part to Tesla, this did not happen.
Westinghouse called on the inventor, pleading for an escape from the initial contract that gave Tesla generous royalties. In a magnanimous and history-making gesture, Tesla said he tore up the contract. He was, after all, grateful to the one man who had believed in his invention. And he was convinced that greater inventions lay ahead. The Westinghouse Electric Company was saved for future triumphs. Tesla, although sharing the glory, was left forever afterward in recurring financial difficulties.