Didáctica de las necesidades básicas

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El problema central de la didáctica de las necesidades básicas no es la mera identificación de cuáles son (lista dada en el artículo necesidades básicas que puede memorizarse fácilmente) sino la comprensión, aunque sea superficial, de que sólo pueden satisfacerse bien de manera social, en colaboración con otras personas. En este artículo se desarrollarán algunas estrategias para lograr esa comprensión en educandos de edades progresivamente crecientes.


Introducción

Tanto los niños como los adultos consideran natural la disponibilidad de aquello que nunca les faltó. Pasa como con el aire, no se toma conciencia de su importancia hasta que no se puede respirar. Aunque muchas personas tienen necesidades básicas insatisfechas, para otras las carencias bruscas se dan sólo cuando una catástrofe —como una inundación, terremoto o incendio— destruye sus bienes o los hace inaccesibles —como una falla del automóvil en lugar desierto, naufragio, descarrilamiento o aterrizaje forzoso—. No se puede esperar que un niño de familia próspera, en particular uno de corta edad, imagine por sí mismo situaciones no familiares como ésas, por lo que deben presentarse simulaciones con los medios más realistas disponibles: cine (de dibujos animados o de personajes de carne y hueso), historieta y relato.

La ventaja de los videos con personajes de carne y hueso es que su realismo hace innecesarias mayores explicaciones, salvo por la necesidad de dar el contexto cuando se usan fragmentos (caso que se discute más adelante). La desventaja es que se conserva toda la complejidad de la vida real. El dibujo animado, en cambio, es de interpretación mucho más fácil para el niño. Algo similar sucede con la historieta si se cuenta con un dibujante hábil capaz de expresar mucho con pocos trazos. No parece haber dibujos animados sobre el tema para los niños más pequeños, pero sí una historieta de Gabino Tapia (dibujos) y Carlos E. Solivérez (guión).

Didáctica de las necesidades básicas para niños de 6 a 12 años de edad


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La historieta puede obtenerse como cuadernillo imprimiendo el archivo siguiente en ambos lados de una hoja tamaño legal (8,5" x 14" o sea 21,6 cm x 35,6 cm) y plegándola por la mitad: Pdf.jpgHistorieta Las necesidades vitales

Actividades

Algunas maneras de usar la historieta anterior para promover la comprensión de las necesidades básicas, son las siguientes. En todos los casos debe hacerse primero la lectura completa, sea en general para la clase, por grupos reducidos o individualmente por cada alumno.

  1. Teniendo la historieta a la vista el alumno debe identificar los números de los cuadros dónde:
    1. aparece por primera vez la necesidad de agua, comida, refugio, cuidado o atención personal, abrigo, descanso;
    2. se resuelven las necesidades de agua, comida, refugio, cuidado o atención personal, abrigo, descanso;
    3. se satisface un deseo que no es una necesidad básica;
    4. se construye el primer utensilio, la primer arma, el primer útil, la primera herramienta de carpintería;
    5. se dan técnicas;
    6. se pone en evidencia la necesidad de nuevos conocimientos;
    7. se recolectan alimentos;
    8. se da aplicación práctica al fuego.
  2. Identificar, priorizando, las necesidades básicas que se ponen en evidencia. Elija una secuencia de cuadros donde aparezca una necesidad y la manera de satisfacerla, como 15-16-17-20, borre los números de los cuadros y entréguelos mezclados para que los alumnos los coloquen en el orden: necesidad → medio para resolverla → satisfacción. Hay muchas otras secuencias similares, elija la que le parezca más apropiada.
  3. Borre los textos de toda la historieta y haga que los alumnos los reescriban.

Didáctica de las necesidades básicas para adolescentes

Podríamos soportar sin graves consecuencias la pérdida de buena parte de los artefactos que nos rodean, probablemente de la mayoría de ellos. El problema es identificar cuáles de esos artefactos son tan imprescindibles que no podríamos sobrevivir —es decir, satisfacer nuestras necesidades básicas— sin ellos. La discusión de este problema, ínextricablemente ligado con la identificación de las necesidades básicas, requiere simular catástrofes, temas comunes en libros y en el cine. No debe usarse en el aula la obra completa sino sólo los fragmentos relevantes. Es fácil copiar el texto de interés usando una computadora. En el caso de películas deben grabarse los fragmentos de interés uno a continuación del otro, en el orden deseado. La tarea es viable si se cuenta con dos grabadores; si no, cualquier casa de alquiler de videos puede hacer el trabajo, probablemente sin otro costo que el de la cinta o CD virgen si se explica que es para uso docente.

Las siguientes son algunas propuestas.

Libro La isla misteriosa de Julio Verne

Aeróstato de los náufragos en La Isla Misteriosa.

Se transcriben a continuación dos fragmentos de la novela de Julio Verne La isla misteriosa, donde se relatan las aventuras de cinco personas escapadas de una prisión militar sureña durante la guerra de secesión estadounidense. Utilizan para su fuga un globo aerostático, de cuya barquilla, con todas sus pertenencias, deberán desembarazarse para no perder altura y caer al mar. Colgados del globo llegan finalmente a una isla desierta en las condiciones que a continuación se relatan. La novela —una epopeya del triunfo del ingenio y la organización sobre la adversidad y las inclemencias de la naturaleza— es representativa de la filosofía positivista de fines del siglo XIX: optimista, racional e imbuida de la virtud del trabajo duro.

El primer fragmento de la novela corresponde al momento del arribo a la isla y reza así:

El inventario de los objetos que poseían los náufragos del aire, arrojados sobre una costa que parecía estar deshabitada, se hará en seguida. No poseían nada, excepto la ropa que llevaban encima en el momento de la catástrofe. No obstante, hay que mencionar un cuadernillo y un reloj que Gedeón Spilett había conservado, por inadvertencia sin duda; pero ni un arma, ni un útil, ni siquiera una navajita. Los pasajeros de la barquilla lo habían arrojado todo para aligerar el aeróstato.
Los héroes imaginarios de Daniel de Foe o de Wyss, así como los Selkirk y los Raynal, naufragados en Juan Fernández o en el archipiélago de Auckland, no estuvieron nunca en escasez tan absoluta. O consiguieron abundantes recursos de su navío embarrancado, como trigo, animales, útiles, municiones, o bien algún resto llegaba a la costa que les permitía hacer frente a las primeras necesidades de la vida. Tampoco se encontraban completamente desarmados ante la Naturaleza. Pero aquí ni un instrumento, ni un útil: nada. ¡Tendrían que conseguirlo todo!
Y si al menos Cyrus Smith hubiera estado con ellos, si el ingeniero hubiese podido aplicar su tecnología, su espíritu inventivo al servicio de aquella situación, tal vez no se hubiese perdido toda esperanza.

Cuando comienza el segundo fragmento el jefe del grupo, el ingeniero Cyrus Smith, ya se había reencontrado con sus compañeros de infortunio.

—Pues bien, mister Cyrus ¿por dónde empezaremos— preguntó al día siguiente por la mañana Pencroff al ingeniero.
—Por el principio— respondió Cyrus Smith.
Y, en efecto, era por el principio por donde aquellos colonos se verían forzados a empezar. Ni siquiera poseían los útiles; ni siquiera se encontraban en las condiciones naturales de quien, teniendo tiempo, economiza esfuerzo. Les faltaba el tiempo, puesto que debían subvenir inmediatamente a las necesidades de su existencia, y si, aprovechándose de la experiencia adquirida, no tenían nada que inventar, por lo menos tenían que fabricarlo todo. Su hierro, su acero, se hallaba aún en estado mineral; sus cacharros, en estado de arcilla; su ropa blanca y sus vestidos, en estado de materiales textiles.
Hay que decir, además, que aquellos colonos eran hombres en toda la acepción de la palabra. El ingeniero Smith no podía ser secundado por compañeros más inteligentes ni con más abnegación y celo. Los había sondeado. Conocía sus aptitudes.
Gedeón Spilett, periodista de gran talento, habiéndolo aprendido todo para poder escribir de todo, debía contribuir ampliamente con la cabeza y con la mano a la colonización de la isla. No retrocedería ante ninguna tarea y, cazador apasionado, haría un oficio de lo que hasta entonces sólo había constituido para él un placer.
Harbert, magnífico muchacho, notablemente instruido en las Ciencias Naturales, constituiría un serio puntal a la causa común.
Nab era la abnegación personificada. Astuto, inteligente, incansable, robusto, de una salud de hierro, entendía algo del trabajo de la forja y sería utilísimo a la colonia.
En cuanto a Pencroff, había sido marino por todos los mares, carpintero en los astilleros de Brooklyn, ayudante de sastre en los navíos del estado, jardinero, cultivador durante sus vacaciones, etcétera, y, como las gentes de mar, hábil en todo, sabiéndolo hacer todo.
Hubiera sido realmente difícil reunir cinco hombres más adecuados para luchar contra el destino, más seguros para triunfar.
«Por el principio», había dicho Cyrus Smith. Ahora bien: ese principio del que hablaba el ingeniero era la construcción de un aparato que pudiese servir para transformar las sustancias naturales. Sabemos el papel que desempeña el calor en esas transformaciones. El combustible, madera o carbón mineral, podía utilizarse inmediatamente. Se trataba, pues, de construir un horno para utilizarlo.
—¿Para qué servirá ese horno?— preguntó Pencroff.
—Para fabricar los cacharros de barro que necesitamos— respondió Cyrus Smith.
—¿Y con qué haremos el horno?
—Con ladrillos.
—¿Y los ladrillos?
—Con arcilla. En marcha, amigos míos. Para evitar los transportes, estableceremos nuestro taller en el lugar mismo de producción. Nab llevará las provisiones y no faltará fuego para la cocción de los alimentos.
—No— respondió el periodista —pero nos faltarán los alimentos si carecemos de armas de caza...
—¡Ah, si tuviésemos sólo un cuchillo!... — exclamó el marino.
—¿Qué? — preguntó Cyrus Smith.
—Pues que construiría rápidamente un arco y varias flechas, y la caza abundaría en la despensa.
—Sí, un cuchillo, una hoja cortante...— dijo el ingeniero, como si hablase consigo mismo.
En aquel momento sus miradas se posaron en Top, que correteaba por la orilla. De repente, los ojos de Cyrus Smith se animaron.
—¡Top, ven aquí! — llamó.
El perro acudió corriendo a la llamada de su amo. Este cogió la cabeza del animal entre sus manos y, quitándole el collar que llevaba al cuello, lo rompió en dos partes, diciendo:
—¡Aquí tiene dos cuchillos, Pencroff!
Le respondieron dos hurras del marino. El collar de Top estaba hecho con una delgada lámina de acero templado. Bastaba, pues, con afilarlo sobre una piedra de greda, de modo que uno de sus filos quedase en condiciones. Esa clase de piedra se encontraba en abundancia en la playa, y dos horas después los útiles de la colonia se componían de dos hojas afiladas que había sido fácil montar en un mango sólido.
La conquista de este primer útil se saludó triunfalmente. Conquista preciosa, en efecto, y que serviría a buen propósito.

Este fragmento puede ser usado por los docentes para que los estudiantes secundarios identifiquen necesidades básicas y la manera de satisfacerlas. También puede ser usado por docentes de los institutos de Formación Docente para que sus estudiantes redacten una historia, de no más de una carilla, apropiada para relatarla a alumnos de primaria.

Video El náufrago

Chuck Noland encendiendo fuego.

La película El Náufrago, protagonizada por Tom Hanks, contiene más de 35 minutos de situaciones que bastan para poner en evidencia tanto necesidades vitales de alimentación y refugio, como algunas técnicas para resolverlas. La actividad, apropiada para el nivel secundario, requiere explicar previamente la situación general de carencia en que se encuentra el náufrago y el uso de fragmentos como:

  • técnica para partir un coco golpeándolo;
  • fabricación de un punzón;
  • uso del punzón para perforar el coco, en vez de partirlo;
  • recolección de materiales para realizar diferentes funciones;
  • encendido de fuego;
  • información sobre vientos y mareas (apropiado para los últimos años del secundario);
  • uso de las cáscaras de los cocos para almacenar agua de lluvia;
  • hechura de un arpón para pescar;
  • construcción de un refugio;
  • fabricación de cuerdas;
  • construcción de una balsa.

Una vez que han tomado conciencia de las carencias del náufrago, los alumnos deben priorizar la resolución de cada uno de los problemas a resolver y proponer soluciones. Esas soluciones deben luego compararse con las encontradas por el protagonista, valorizando las soluciones alternativas encontradas por ellos, si son viables.

Fuentes

  • Solivérez, Carlos E.; Tecnologías, sociedad, naturaleza: el por qué, para qué y cómo de la Educación Tecnológica; libro inédito usado en el Instituto de Formación Docente Continua de Bariloche; 2001‑2004.