Doctor
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Doctor, abreviado Dr., es el máximo título académico que conceden las universidades y sólo ellas. Es un título de posgrado que se concede a quienes ya tienen el título de grado y han hecho además un estudio o trabajo de investigación avalado por especialistas, tarea que puede llevar uno o más años según la disciplina. No se trata de una incumbencia legal —que es otorgada por los títulos de grado como arquitecto, contador, físico, veterinario— sino del reconocimiento de una capacidad de profundización y de realización de aportes originales a la disciplina. Tampoco es un mero tratamiento protocolar, como el uso de majestad para dirigirse a los reyes, o su santidad cuando se trata de un sumo pontífice.
Abuso del título de doctor
En Argentina el título de doctor es indiscriminadamente usado por todos los profesionales del derecho, de la medicina y de la economía la gran mayoría de los cuales no tiene un doctorado, sólo un título de grado como médico, abogado, contador o licenciado. Es falso, como afirman algunos de ellos, que el uso del título les haya sido otorgado por ley. Por el contrario, el artículo 247 del Código Penal prevé la aplicación de multas a quien públicamente llevare insignias o distintivos de un cargo que no ejerciere o se arrogare grados académicos, títulos profesionales u honores que no le correspondieren.
El título es usado porque tradicionalmente da prestigio, como ilustra la famosa comedia M’hijo el dotor de Florencio Sánchez. El abuso tiene dimensiones escandalosas ya que ha sido explícitamente convalidado por numeros consejos profesionales de diversas jurisdicciones del país, incluso (se alega) por resoluciones de organismos estatales[1]. Por ejemplo, en abril de 2009 el Consejo Profesional de Médicos Veterinarios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires "autorizó" (no es una atribución de ningún cuerpo gremial) a sus matriculados el tratamiento protocolar de DOCTOR. Los argumento dados son:[2][3]
- Que en nuestro país impera la costumbre de utilizar para el trato de los profesionales universitarios, cualquiera fuera el grado o título que posean, el uso de la palabra «Doctor», que se ha impuesto con carácter general y usual.
- Que tal el caso de los abogados, contadores, médicos, bioquímicos, entre otros, incluso en la terminología de nuestros Tribunales, en el ámbito de su jurisdicción, y en los Organismos Oficiales.
- Que para que se vulnere el bien jurídico protegido es necesario que el título de «Doctor» sea requisito para ocupar un cargo o ejercer una actividad, y que quien lo invoque para ello, no posea dicho grado académico.
- Que el uso del término «Doctor« en papelería y sellos aclaratorios, anteponiéndolo al nombre y apellido, no implica ningún grado ni distinción académica, sino un tratamiento protocolar.
- Que corresponde que este Consejo, en ejercicio de la función de gobierno de la matrícula, dicte en consecuencia las normas que permitan a sus matriculados, colocarse en un pie de igualdad en lo que se refiere al trato profesional, con los egresados de otras carreras universitarias.
Es decir: como algunos abusan, todos tienen el derecho a abusar.