Como en cualquier actividad económica el valor de venta del bien o servicio depende del costo de fabricación o prestación, de la rentabilidad pretendida del capital invertido y de las ventas regulares hechas (del mercado). El transporte urbano de pasajeros tiene la característica especial de tener un mercado asegurado: las ventas son seguras (es un monopolio) —porque hay muchas personas que indefectiblemente necesitan un medio de transporte— y no hay competidores —porque el servicio no se puede brindar a precio razonable si hay disputas por los mismos usuarios—. Este [[rasgo es crucial]] porque habilita requerimientos especiales que no pueden imponerse a otros servicios, como la venta de mercaderías de uso generalizado. Un requerimiento crucial es una prestación eficiente del servicios, es decir, al mínimo costo posible. Para ésto las empresas prestatarias del servicios deben facilitar todos los datos necesarios, que necesariamente deberán ser verificados por inspecciones ocasionales no informadas, para poder evaluar la estructura completa de costos del servicio, así como la cantidad de usuarios y los kilómetros por ellos recorridos. Sería ingenuo pensar que los datos facilitados serán siempre veraces, por lo que se requieren sistemas fidedignos de control de vehículos en uso (fáciles de implementar vía GPS) y de boletos comprados (via sistemas electrónicos de expendio).