Desde el punto de vista de la Informática, podríamos asimilar el cerebro a una computadora analógica (no a una digital) donde los esquemas corresponden a circuitos eléctricos que resuenan con máxima intensidad frente a cierto grupo particular de estímulos. No parece haber límite para la cantidad de esquemas que la mente humana puede almacenar, lo que estaría relacionado con el gran número de neuronas que tiene el cerebro (alrededor de cien mil millones, cada una conectada en promedio con otras mil), el que supera enormemente al de circuitos elementales de cualquier computadora existente. Mencionaremos como referencia que la adquisición de una competencia compleja como la de un profesional universitario o de un gran maestro de ajedrez, requiere la formación de varias decenas de miles de esquemas (véase el trabajo de Newell y Simon en Fuentes).
Los esquemas pueden ser simples como el de ''punto geométrico'' o muy complejos como el de ''piquete'' o los involucrados en el ''malabarismo''. En situaciones complejas que pueden admitir un número muy grande de variantes, tales como una lucha física con otra persona, las respuestas también deben ser en general complejas y variables. Tales situaciones no requieren en general de esquemas únicos sino de conjuntos de esquemas estructurados de tal modo que algunos de ellos puedan evocar selectivamente a otros. La manera detallada en que puede producirse tal estructuración ha sido propuesta, por ejemplo, por Lindsay y Norman (véase Fuentes). ==Metáforas==Un esquema puede ser usado en situaciones que son sólo análogas a la situación específica que le dió origen. En tal caso algunos investigadores afirman que se está haciendo una ''metáfora'' (véase Solivérez). Un ejemplo es cuando se asimila una discusión verbal a una lucha física. Si alguien dice ''Tuvimos una discusión y lo hice trizas'', no se trata usualmente de una mera figura literaria sino, más frecuentemente, que la discusión se encaró de modo agresivo, como un enfrentamiento físico en el que hay que vencer o ser vencido. Al dar la metáfora un conjunto de situaciones específicas de referencia, proporciona automáticamente como respuesta un conjunto específico de respuestas, que en este caso no desemboca en agresión física sólo si los interlocutores tienen suficiente dominio de sí mismos, cosa que no siempre sucede.
La diferencia entre el concepto de analogía y el de metáfora es que la primera es consciente, denotado por el uso de la preposición ''como '' (por ejemplo, cuando uno dice ''Es claro como el agua''), mientras que la metáfora es inconsciente. La metáfora ''una discusión es una lucha'' es lamentablemente muy frecuente, sólo un ejemplo entre miles de metáforas que se usan de modo continua en la vida cotidiana y tienen un papel esencial en toda la actividad intelectual (véase al respecto el interesante estudio de Lakoff y Johnson).