Etapas de construcción del saber
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Las siguientes son las 5 principales etapas de construcción del saber:
- el hecho respecto al cual un sujeto construirá un saber;
- las señales o datos que el sujeto recibe del hecho a través de sus sentidos o/y de instrumentos que los suplementan;
- el registro mental de la información inicialmente proporcionada por las señales, o conocimiento del hecho;
- la formación de un concepto del hecho mediante la complementación y contextualización de la información inicial;
- la convalidación social de la idea del sujeto.
Contenido
Hechos
El saber se refiere siempre a hechos externos a la mente del sujeto pensante, el que sabe respecto a algo, aunque ese algo sea la mente de otra persona (caso de la Psicología). La invenciones de la mente humana no requieren saberes en el sentido que se discute aquí, porque no les cabe el criterio de verdad o de convalidación, inaplicable a las fantasías o invenciones. Un hecho externo al sujeto es, así el requisito inicial de la construcción de cualquier saber.
Cuando no se impone como requisito ineludible para la construcción de un saber la existencia de un hecho externo, se incurre en idealismo.
Señales
Las señales son resultantes o consecuencias de los hechos que pueden ser percibidas por las personas. Aunque hay señales artificiales, como las de tránsito, el concepto tradicional de señal es el de una consecuencia de un hecho (como la señal humo lo es del hecho del fuego) que permiten inferir su existencia. Las personas perciben de modo consciente los hechos sólo a través de sus limitados órganos de los sentidos: visión (la señal es la luz), audición (sonido), olfato (presencia en el aire de sustancias químicas), gusto (presencia en los alimentos de unas pocas categorías de sustancias químicas) y tacto (temperatura y texturas inferidos del contacto con materiales).
La gran limitación de los sentidos humanos impide obtener información sobre hechos que pueden ser percbidos por otros animales (caso de los campos eléctricos en algunos peces y magnéticos en las palomas mensajeras), o que escapan a los sentidos de todos los animales conocidos (caso de los rayos cósmicos provenientes del espacio exterior). La ampliación de los sentidos se logra mediante instrumentos especialmente diseñados para ello, centrales para la obtención de información sobre fenómenos muy variados: radiografías del cuerpo humano, imágenes satelitales de falso color de la vegetación terrestre (rayos infrarrojos y ultravioletas), ecografías (ultrasonidos), tomografías de resonancia magnética nuclear, contadores Geiger (radiación nuclear)... El concepto de señal se amplía incluyendo también las manifestaciones sólo detectables con ayuda de instrumento, (caso de las señales de radio).
Los órganos humanos de los sentidos y los artefactos especialmente diseñados para suplementarlos, los intrumentos, son la fuente de la información sobre los hechos. La exclusión de los instrumentos reduce el mundo exterior a las personas sólo a las meras apariencias, impidiendo la aceptación de componente básicos del mundo material como los átomos y moléculas (sin los cuales no habría ciencias físicas y químicas), o la electricidad y el magnetismo (sin los cuales no habría aparatos elecrónicos de ninguna especie).
Conocimiento
Los rasgos que el sujeto percibe de los hechos son datos aislados que no constituyen información hasta que se estructuran y contextualizan. La información así obtenida es el insumo básico para la construcción de representaciones mentales del mundo exterior, el medio a través del cual los sujetos pueden aprehenderlo, aunque sólo parcialmente. Siguiendo al filósofo francés Michel Foucault, se denomina aquí conocimiento al acto en el cual el sujeto efectúa la captación primera del hecho a través de señales y su estructuración en información. Este significado de la palabra es el mismo con que en la vida diaria se habla de tomar conocimiento de algo, que no es lo mismo que comprenderlo, dominarlo o conceptualizarlo (incluirlo en alguna categoría bien definida de objetos).
El conocimiento, que no necesariamente constituye un saber, puede ser paradojal, incompleto, erróneo cuando se basa sólo en apariencias engañosas o en prejuicios. Estudiosos de la Psicología Cognitiva, como Jean Piaget, han mostrado con multiplicidad de experiencias hechas en sujetos de edades muy diversas en varios paises y muy diferentes niveles sociales, que la comprensión del hecho sólo se alcanza cuando está en razonable concordancia con hechos previamente conocidos. En caso contrario se requiere una reestructuración de ideas que Piaget denomina acomodación.
El saber sobre un hecho se alcanza en el acto de conocimiento del mismo sólo cuando el hecho es familiar, pertenece a una categoría de hechos similares sobre los que se tiene suficiente experiencia previa. Sólo pueden igualar saber con conocimiento los que ignoran que hay un proceso de construcción de las ideas sobre los hechos, proceso que en las personas intelectualmente poco cultivadas es inconsciente (intuición) o de origen autoritario (prescripto por personas supuestamente investidas de saber, como maestros o funcionarios).
Los libros, o cualquier otra forma de registro y organización de datos —fórmulas, gráficos, tablas...— no contienen saberes sino mera información. La información es condición necesaria pero no suficiente para el saber: no hay saberes sin información suficiente sobre los hechos, pero la información sola no basta para generar automáticamente saber. Una vieja anécdota relata cómo dos catedráticos universitarios se referían a un colega que era ávido lector de trabajos científicos. El primero lo alababa señalando —No conozco a nadie que se haya sumergido tan profundamente en la fuente del saber. A lo que el segundo le retrucó —Y haya salido tan seco.
Conceptos
Cuando la información sobre un hecho se transforma en una representación mental adecuadamente relacionada con todas las demás representaciones mentales del sujeto, el resultado es un concepto, un conjunto de rasgos, usualmente —aunque no siempre— estructurados alrededor de un nombre que lo identifica. Este proceso ha sido muy estudiado por los practicantes de la Psicología Cognitiva y está detalladamente descripto en muchos libros de esta ciencia (véase por ejemplo: Lindsay, Peter H. & Norman, Donald A.; Human information processing: an introduction to Psychology; Academic Press; New York (EEUU); 1977; ISBN 9780124509320 (Lindsay&Norman HIP)).
El concepto que una persona se forma por sí sola de un hecho (saber espontáneo) está severamente limitada por su experiencia con hechos similares o relacionados, con su capacidad de contextualizarlos como dependientes o independientes de otras circustancias externas, con su destreza en establecer relaciones entre su apariencia y su constitución, entre sus propiedades y su estructura. Estas ideas están también fuertemente condicionadas, frecuentemente determinadas, por las ideas que otras personas importantes para ella se forman del mismo hecho, como se discute en la siguiente y última sección.
En el estadio más avanzado del saber un hecho puede ser una instancia de una categoría más amplia de hechos con leyes de desarrollo conocidas y, tal vez, predecibles. La categorización, la unívoca identificación de los rasgos que la permiten y la formulación de leyes de evolución integrados en teorías coherentes y no contradictorias son parte central del método científico. Los saberes así generados son asequibles sólo a un porcentaje reducido de personas especialmente entrenadas para su adquisición y evaluación crítica. Al igual que los saberes espontáneos, los saberes científicos, también están sujetos a convalidación, aunque por un grupo más restringido de personas, sus "pares".
Convalidación social
Pocas personas tienen conciencia de que los saberes son mayoritariamente (tal vez completamente) construcciones sociales. El mejor ejemplo de ésto, tal vez no el más simple, son los saberes expresables con el lenguaje cotidiano. Basta observar el modo en que los niños aprenden el lenguaje para comprender que las palabras (las etiquetas verbales con que designamos los conceptos mentales) se aprenden por las ejemplificaciones y el uso que los hablantes, en especial los "expertos" o "autoridades" del habla, hacen de ellas.
Los saberes científicos están limitados por los saberes preexistentes de la especialidad y por el consenso que las innovaciones obtienen de otros especialistas del campo, sus pares. Ejemplos del primer caso han sido bien discutidos por el físico Thomas Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas. Un ejemplo del segundo aspecto son las estadísticas de manifestación de la herencia genética de rasgos dominantes y recesivos hechas por el monje agustino Gregor Mendel, a las cuales recién se le atribuyó un carácter seminal en el contexto de las polémicas sobre los mecanismos detallados de la evolución biológica (Brannigan, pp. 89‑119).
Fuentes
- Brannigan, Augustine; The social basis of scientific discoveries; Cambridge University Press; Cambridge (Inglaterra); 1981; ISBN 9780521281638 (Brannigan SBSD).