Francisco Pascasio Moreno

La enciclopedia de ciencias y tecnologías en Argentina

Francisco Pascasio Moreno, de 1,69 m de altura, ojos verdosos y gran encanto personal. Científico y tecnólogo argentino comprometido con su tierra y sus compatriotas, estudió las riquezas naturales de la Patagonia, creó el mayor Museo de Ciencias Naturales de Sudamérica, protegió a los niños desvalidos y defendió exitosamente los intereses territoriales argentinos en la demarcación de los límites con Chile. De él dijo el general Bartolomé Mitre: Explorando lo desconocido ensanchó el campo de la ciencia, afirmando la soberanía nacional.


Biografía

Francisco Pascasio Moreno joven.
Nació el 31 de mayo de 1852 en Buenos Aires. A los 14 años, con sus hermanos, comienza las colecciones que luego formarían la base del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. A los 15 años descubre un fósil que Germán Burmeister, entonces director del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, denominó Dasypus moreni en honor de su descubridor. Burmeister sería su mentor desde entonces. Fue un científico autodidacta, como lo fueron en sus campos Mitre y Sarmiento, ambos amigos de su padre; como ellos, fue también un hombre de acción. También frecuentaban su casa Juan María Gutiérrez, primer rector de la Universidad de Buenos Aires y Félix Frías, diplomático que influyó mucho en su visión de la cuestión patagónica.

Cuando Buenos Aires sufrió la epidemia de fiebre amarilla, se trasladó con su familia a la estancia de Gándara, entre las lagunas de Chascomús y Vitel. Encuentra en la zona un importante yacimiento de fósiles. Al regreso a Buenos Aires se lleva con él la friolera de 40 cajones de piezas. Su padre, el principal puntal de su vocación, le ayuda a instalarlos en un local especialmente construido de la quinta que tenían en Parque Patricios en el mismo lugar donde ahora está el Instituto Bernasconi. Se cuenta que cuando comenzó la clasificación de estas piezas se pasaba hasta dos días sin comer. Moreno tenía entonces 20 años.

En 1873 realiza, a Carmen de Patagones, su primera expedición en busca de piezas arqueológicas y fósiles. Encuentra allí una serie de objetos de piedra y cráneos fósiles de singulares formas. Luego de minuciosos estudios los atribuye a una civilización anterior a la actual, por lo que es animado por sus amigos, entre ellos el joven científico belga Van Beneden, a escribir un trabajo. Lo envía al profesor Paul Broca, célebre antropólogo francés, quién lo hace publicar en la Revue d'Anthropologie de París (tomo II, 1874) con elogiosos comentarios sobre él y su "Museo Moreno". A raíz de estos estudios, en abril de 1874 y por recomendación de Burmeister, la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba lo designa miembro correspondiente. Moreno todavía no había cumplido los 22 años.

A mediados de 1874 acompaña la expedición a Santa Cruz que comandó el comandante Martín Guerrico. Durante los 4 meses que duró encuentra cinco importantes fósiles que bautiza con los nombres de Berg, Ameghino, Holmberg, Arata y Broca. Es el comienzo de su conocimiento y amor por la Patagonia y sus habitantes. El general Mitre, en una carta dirigida al chileno Diego Barros Arana, escribe el 20/10/1875 refiriéndose a Moreno:

Muy joven aún, se ha hecho conocer ya en Europa por un trabajo suyo publicado en la Revue d'Antropologie de Broca sobre comentarios prehistóricos de la Patagonia, que ha estudiado por sí mismo. En el Boletín de Ciencias Exactas de Córdoba ha publicado otro trabajo sobre las antiguedades de los indios en la provincia de Buenos Aires. Ambos son completamente originales y suministran nuevas luces. Pero su obra mejor es un museo antropológico, arqueológico y paleontológico que ha formado en su casa con objetos reunidos por él, entre los cuales se cuentan más de 400 cráneos de razas aborígenes, que es, sin duda, la colección craneológica americana más completa que existe. Es inteligente, instruido, posee una vasta biblioteca americana; sobre todo, la pasión de los viajes y el coraje de afrontar todos los peligros y fatigas para explorar regiones desconocidas, estudiando el terreno geológicamente y recogiendo objetos de historia natural. Su nombre es Francisco P. Moreno.

Cox había llegado al Lago Nahuel Huapi partiendo desde Chile, sin poder completar su cruce hasta el Altántico. Villarino partió desde este último océano con la misma meta, pero debido a la oposición de los aborígenes sólo pudo llegar al Collón Curá. Moreno, obsesionado por llegar al lago Nahuel Huapí desde el lado argentino, organizó una expedición que obtuvo el apoyo de la Sociedad Científica Argentina y del gobierno de Buenos Aires. Debemos recordar que en aquella época de la Patagonia sólo se conocían razonablemente sus costas, y su interior se consideraba casi totalmente desértico. La expedición sale de Buenos Aires el 25 de setiembre de 1875. Luego de 4 meses de difícil travesía, llega al Lago Nahuel Huapi el 22 de enero de 1876, donde hace flamear por primera vez la bandera nacional. Moreno tenía entonces 23 años.

Portada de la 1a edición del libro Viaje a la Patagonia austral.

En octubre de 1876 comienza la expedición que describe en su libro Viaje a la Patagonia Austral. Remonta el río Santa Cruz llevando a la rastra un bote por más de 300 km. El 16 de febrero de 1877 efectúa la primera navegación del lago al que bautiza Argentino. El 18 de febrero descubre el glaciar que lleva su nombre. Descubre y bautiza el lago San Martín. Rebautiza Fitz Roy al volcán Chaltén. Moreno sueña entonces:

Los habitantes de Bahía Santa Cruz no verán entonces descender, como ahora, un bote como el mío, sino grandes embarcaciones trayendo al Atlántico las riquezas del corazón de la Patagonia y de los Andes. Donde hoy no hay más que soledad y desamparo, donde se han visto con distintos intervalos pequeñas expediciones luchar contra las dificultades, que sólo el entusiasmo allana, veremos colonias permanentes y florecientes y la hoy poco visitada Bahía de Santa Cruz ha de ser el punto más frecuentado de los mares del sur. Ese día, conocidas las regiones que acabo de visitar y las que aún quedan por recorrer, serán una hermosa realidad las siguientes palabras del Dr. Tejedor: «si porvenir marítimo ha de tener un día la República Argentina, él está en la Patagonia».

Cuando escribe el libro que describe su viaje, el gobierno adquiere 500 ejemplares gracias a la defensa hecha por Aristóbulo del Valle, ya que algunos senadores se oponían porque en el mismo se atacaban los principios de la Creación. Moreno no tenía aún 25 años.

En su segunda campaña, iniciada en 1879 al mando de una expedición de siete personas más, con un vapor deficiente y su tripulación, Moreno explora la franja comprendida entre los ríos Negro y Chubut, el Atlántico y los Andes. En otros lugares, la expedición estudió detenidamente el Puerto de San Antonio para tener la seguridad de que sus condiciones lo indicaban como futuro puerto de una comunicación entre el Atlántico y las provincias chilenas del Sur, lo cual contribuiría a la población argentina de las tierras intermedias y del triángulo del Limay y Neuquén. Se queja Moreno en esa época de la incoherencia de las resoluciones oficiales para hacer del río Negro, con su próxima Bahía de San Blas, y la facilidad de su riego, abundando tanto el agua, un verdadero emporio de riqueza austral, al mismo tiempo que una concentración de recursos de todo orden para el desarrollo y la defensa de los territorios del Sur.

Toldería indígena (dibujo de Alfredo Paris según boceto de F. P. Moreno).

En este viaje puso varias veces en riesgo su vida. A él y uno de sus hombres los aborígenes les dieron a comer frutos envenenados. Busca el famoso paso de Bariloche o de los Vuriloches. Descubre y bautiza el lago Juan María Gutierrez (nombre del ya mencionado primer rector de la Universidad de Buenos Aires). En las cercanías de Bariloche es hecho prisionero por el cacique Saihueque. Se fuga de la toldería cuando estaban a punto de darle muerte, bajando en una balsa del Collón Curá al Limay. El descenso por los rápidos pone nuevamente en grave riesgo su vida y la de sus dos acompañantes. Luego de siete días de descenso llegan por fin a la confluencia con el río Neuquén donde son recogidos por tropas nacionales. Necesita varios meses para reponerse de sus heridas y fatigas.

A pesar de esto Moreno dice en uno de sus escritos:

Estas predisposiciones amistosas de los indios me hacían deducir lo fácil que hubiera sido formar una comisión de aborígenes buenos, bien relacionados en las tolderías andinas, con cuyos consejos estos se hubieran sometido a la autoridad nacional. Se prefirió a ese temperamento, que no dejé de aconsejar desde 1875, el argumento del Remington, y de ahí la destrucción de muchos miles de vidas útiles.

Moreno tenía 27 años cumplidos. Viaja luego a Europa, donde la Sociedad Geográfica de París lo distingue con una medalla de oro por sus atrevidas e importantes exploraciones.

El Museo de La Plata, creado inicialmente como Museo Antropológico y Arqueológico de Buenos Aires en base a sus colecciones, fué obra suya. Su fundación oficial fue en setiembre de 1884. No quiso que fuera sólo un archivo o una muerta exposición de cosas, sino un centro de irradiación de estudios de todas clases, una Smithsonian Institution argentina. Fue nombrado su director en 1877 (no percibió otras remuneraciones durante sus viajes). La revista y los anales del Museo son muestra de la enorme actividad que realizó a su través, cuya descripción requeriría un libro completo. Al escribir sobre su tarea de director señala la incompatibilidad entre esa tarea y la del investigador especialista olvidado de todo lo que no se encuentre en la zona visual que, forzosamente, limita las anteojeras de toda especialidad.

Moreno nunca se encerró en la torre de marfil de su oficina del Museo. Escribe al respecto:

Nunca pude comprender cómo una nación viril, dueña de extensísimas zonas, desde el trópico hasta el polo antártico, no se empeñaba en su estudio para utilizarlas, con lo que afirmaría el dominio de lo que la naturaleza misma le señalaba como suyo. De nuestra indiferencia por lo que pretendemos haber heredado de España resultó siempre la pérdida de buenas porciones de aquella herencia; y ese inconsulto desprendimiento, que tuvo en aquel tiempo por causa la ignorancia de su valor, más tarde no ha podido hallar ni asomos de justificación.

Refiriéndose en particular al norte de la Patagonia señala:

no se ocultará al menos avisado el gran interés nacional que hay en que aquel inmenso triángulo formado por los ríos Limay y Neuquén y los Andes sea estudiado y aprovechado en todos sus detalles;... De regreso de Europa, en Mayo de 1881, recibí encargo del doctor Irigoyen, Ministro de Relaciones Exteriores, de hacer un mapa de Patagonia y de escribir una memoria sobre el tratado de límites con Chile que debía discutirse en el Congreso. Esa memoria fue leída, en parte, en las sesiones de julio por el doctor Irigoyen (parte se publicó después por el mismo ministro), y en ella expresé mi criterio en materia de límites con Chile, criterio que ha sido el que he sostenido más tarde como Perito Argentino. En 1882 emprendí un viaje de exploración a las regiones andinas de las provincias de Cuyo, visitando algunos lugares de la cordillera donde el trazado del límite determinado por el tratado de 1881 podía dar lugar a dificultades. Regresé a Buenos Aires en abril de 1884.

A fines de 1888 el Ministro de Relaciones Exteriores Quirno Costa le ofrece el cargo de Perito Argentino de límites, ofrecimiento que declina por no considerarme con expectabilidad suficientemente aproximada a la del personaje chileno que debía ser mi colega.

Moreno continúa sus exploraciones. Entre 1892 y 1893 reconoce geográfica y geológicamente todo el límite de la región andina de Catamarca, Salta y Jujuy. En 1894 dirige un estudio similar en Mendoza, San Juan y la Rioja. Entre 1895 y 1896 hace lo propio entre Mendoza y Santa Cruz. Entre 1896 y 1899 realiza numerosos viajes a Chile, ya como perito argentino, algunos en compañía de Clemente Onelli, secretario de la Comisión de Límites con Chile. Entre 1899 y 1902 reside en Londres donde defiende la posición argentina en la cuestión de límites, presentando trabajos ante la Real Sociedades de Geografía. Las relaciones entre ambos países eran tensas y en algún momento se llegaron a movilizar tropas.

Respecto a sus contribuciones al acuerdo limítrofe finalmente obtenido, el árbitro inglés coronel sir Thomas Holdich escribía el 11 de agosto de 1902: He afirmado repetidamente que todo lo que obtenga el Gobierno Argentino al Oeste de la división de aguas continental se deberá exclusivamente a usted. El Tribunal Arbitral, por su parte, expresa en su resolución oficial que el límite aceptado posee una base indisputablemente científica, lo que se debe principalmente a la energía y habilidad del Perito Argentino. Expresa el propio Moreno:

El resultado final de los trabajos que he hecho personalmente o he dirigido, ha traído el rechazo de la mayor parte de la línea que el perito chileno sostenía amparado por la vaguedad de los convenios y la ignorancia de las condiciones del terreno. El límite en la división continental de las aguas hubiera traído a Chiles lejos al este del pie oriental de los Andes y hubiera sido una línea «contra natura» y fuente de perpetuas y graves dificultades. Las condiciones de las que ha resultado el fallo aseguran la tranquilidad futura. A este resultado se ha llegado en buena parte porque, como se ha visto, para sostener el derecho argentino me apoyé siempre en la misma Naturaleza, cuya obra era necesario hacer conocer con verdad, lo que empecé a poner en práctica al llevar a cabo en 1876 mi primera exploración de las tierras magallánicas, con el objeto de resolver geográficamente uno de los primeros tropiezos que tanto debían prolongar la más grave cuestión internacional que haya tenido la República desde su origen.

Cuando regresa a Buenos Aires, luego de la firma del laudo arbitral en noviembre de 1902, tiene una recepción apoteótica. Poco antes de su partida para la colocación de los hitos del acuerdo, se le ofrece un banquete de despedida sobre el que comenta el diario La Nación (8/1/1903) La demostración al perito argentino no podía ser más justificada. El Dr. Moreno ha desplegado en la defensa del derecho de la República, todas las facultades notables que posee: la actividad mental y física, sus vastos conocimientos científicos, la práctica de la Cordillera que conoce como pocos, un ardor y un patriotismo que le dan derecho a la gratitud de sus conciudadanos. Gracias a su labor Argentina pudo finalmente transformar en derechos legales sus históricos reclamos sobre la Patagonia.

En recompensa por sus servicios el Congreso le otorga, por Ley 4192/1903, veinticinco leguas cuadradas de tierras en Neuquén y Río Negro. Uno de los senadores se oponía al otorgamiento argumentando que el que ha servido a su patria en la forma del perito Moreno va a recibir todas las recompensas morales que le acuerda la gratitud de sus conciudadanos. La comisión que recomendó la aprobación de la ley encuentra que la obra del doctor Moreno es lo mejor que la República Argentina tiene y es lo más perfecto que en ella se ha hecho. Es la noción geográfica más amplia recogida en los últimos años por un hijo de la República Argentina para ser puesta a disposición de su patria.

En carta dirigida el 6 de noviembre de ese mismo año al ministro de Agricultura de la Nación, Wenceslao Escalante, le solicita que de ellas se reserve (Moreno Terrero, p. 140‑141)

la ubicación de un área de tres leguas cuadradas en la región situada en el límite de los territorios del Neuquén y Río Negro, en el extremo Oeste del fjord principal del lago Nahuel Huapi, con el fin de que sea conservado como parque natural y al efecto pido a V. E. que hecha esa ubicación se sirva aceptar la donación que hago a favor del país de esa área que comprende desde la laguna de los Cántaros inclusive, al Norte, hasta el Boquete Barros Arana al Sur, teniendo por límite occidental la línea fronteriza con Chile en los boquetes de los Raulíes y Pérez Rosales, y oriental las serranías al Este de la Ensenada de Puerto Blest y de la laguna Frías, y contiene la reunión más interesante de bellezas naturales que he observado en Patagonia. Cada vez que he visitado esa región me he dicho que convertida en propiedad pública inalienable llegaría a ser pronto centro de grandes actividades intelectuales y sociales y, por lo tanto, excelente instrumento de progreso humano... y los visitantes del mundo entero, entremezclando intereses y sentimiento en aquella encrucijada internacional, beneficiarán más aún el progreso natural de la influencia que por sus condiciones geográficas corresponde a este extremo de América en el hemisferio austral.

Con la creación concretada el 6/11/1903 del primer parque nacional, actualmente Parque Nacional Nahuel Huapi, Argentina fue el tercer país del mundo en tenerlos, después de EE.UU. y Canadá.

Cuando en 1905 el Ministerio de Agricultura le encomienda estudiar la provisión de agua potable para Comodoro Rivadavia, Moreno expresa agua no encontrarán, pero sí petróleo, por la constitución geológica del suelo. El mensaje fue indudablemente percibido, ya que la comisión que pocos años después descubriera el petróleo, aunque nominalmente tenía la función de encontrar agua, estaba equipada para hacer exploraciones petrolíferas (véase Descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia). Moreno previno asimismo sobre la posibilidad de la existencia de cuencas carboníferas en las proximidades del puerto San Julián.

A sus instancias, y luego de una larga campaña, se crea la primera estafeta postal en las islas Orcadas del Sur. La misma fue inaugurada con una carta dirigida por Moreno a su hija Juana María. Argentina fue así el primer país que estableció un correo antártico.

Luego de vender las acciones y derechos por las tierras que se le otorgaran en la Patagonia, utiliza ese dinero para instalar en su quinta de Parque Patricios un aula, una cocina y comedores en los que atendía diariamente a más de 200 niños. Bautiza su obra Escuela Patria. Allí se enseñaba a los niños no solamente a leer y escribir, sino también algunos oficios como esterillar sillas. Cuenta Clemente Onelli que

Los primeros niños asilados por él en la Quinta, descalzos y semidesnudos, como niños de una raza primitiva, iban armados de sus hondas elásticas y sus municiones para cazar pajaritos; reprenderlos, enseñarles directamento que eso no debía hacerlo, hubiera sido tarea inútil como lo es en las escuelas comunes. Moreno no dijo nada; colgó de un árbol una bolsita indicando que allí debían reunir las migas de sus desayunos y de sus almuerzos para darles a los pájaros; y así lo hacían todas las mañanas. A los pocos días, sin ninguna prohibición, tan sólo por la lógica infantil, los niños comprendieron que no debían matar animalitos de cuya alimentación ellos mismos cuidaban.

Inicia luego las Cantinas Maternales donde las madres que trabajaban y tenían bebés de meses podían dejarlos para que los amamantaran amas de leche contratadas. Son los primeros comedores escolares y guarderías gratuitas que se creaban en el país, totalmente costeados de su peculio. El número de las escuelas patrias se multiplicó, y luego pasaron a depender del Patronato de la Infancia, en cuya Comisión Administradora trabajó. Renuncia a esta tarea recién cuando es electo diputado nacional.

Su candidatura a diputado fue propuesta por la Comisión Directiva del Club San Cristóbal Sud en nombre de un grupo de vecinos sin distinciones de opiniones políticas, miembros de todos los gremios del trabajo de la parroquia de San Cristobal. Fundamentan su ofrecimiento, que Moreno acepta, en la necesidad de

buscar entre los vecinos de la localidad uno que reúna las condiciones sobresalientes indispensables para que la represente en la honorable Cámara de Diputados, y que al mismo tiempo, por sus conocimientos, pueda servir a los intereses generales de la Nación.

Expresan luego los vecinos

Y ese hombre creemos haberlo encontrado en usted, Doctor Moreno, uno de nuestros más antiguos convecinos, cuya actuación como Director del Museo de La Plata, dando a conocer la naturaleza del suelo argentino y la mejor manera de aprovechar sus riquezas para la industria, y como perito argentino en la demarcación de límites con Chile, defendiendo con tanto éxito durante treinta años la integridad del suelo patrio, ofrece garantías de todo orden para que los propósitos del vecindario de San Cristóbal Sud, representado por este Club, sean convertidos en beneficios hechos en breve tiempo.
Francisco Pascasio Moreno en sus últimos años de vida.

Moreno es elegido diputado para el período que se iniciaba en 1910. Defiende la construcción del ferrocarril de San Antonio a Bariloche, recién habilitado en 1934; la adquisición de todas las colecciones de Florentino Ameguino; la creación del Parque Nacional Iguazú. Moreno es también uno de los miembros fundadores de la Institución Nacional del Scoutismo Argentino, en 1912.

Renuncia a su banca de diputado en 1913 cuando es designado vocal del Consejo Nacional de Educación. Es a propuesta suya que se incorpora a las escuelas nacionales la copa de leche. Defiende la creación de escuelas nocturnas y de artes y oficios para niños y adultos, señalando que la vida es difícil para los que deben ganar el sustento diario, y así, para prever la pobreza y los infortunios individuales o sociales, hay que armonizar el empleo de ambos útiles, el pensamiento y el brazo. Propugna el mayor conocimiento de la realidad geográfica nacional.

A partir de 1914 (Moreno tenía ya 62 años) su salud se quebranta. Hasta poco antes de su muerte, según palabras del Ing. Emilio Frey,

El Dr. Moreno pensaba siempre en realizar una nueva gira por la región del Nahuel Huapi. Quería disponer el levantamiento topográfico de toda la zona, que sirviera de base para mejor aprovechamiento, parcelación de la tierra, construcción de caminos y ferrocarriles y radicación de industrias con materias primas de la región. Quería llevar adelante el plan de colonización de Bailey Willis, no en la vasta proporción de éste, sino con modificaciones adaptadas al ambiente del nacionalismo argentino.

La incomprensión del gobierno de ese momento le impide iniciar esta tarea. Ya en la pobreza, al pensar en la herencia para sus hijos se lamenta:

¡Yo que he dado mil ochocientas leguas a mi patria y el Parque Nacional, donde los hombres del mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas!

Muere a los 67 años de edad, el 22 de noviembre de 1919. En razón de las deudas contraídas por causa de sus actividades benéficas con instituciones bancarias como el Banco de la Nación Argentina, todas sus pertenencias deben ser vendidas en remate judicial. Su última voluntad de ser cremado y que sus cenizas fueran esparcidas al pie del aguaribay en la Quinta de Moreno o en la región del Nahuel Huapí se cumple recién en 1944 cuando sus restos son sepultados en la isla Centinela el día 22 de enero, 68 años después que hiciera flamear por primera vez la bandera argentina a orillas del Nahuel Huapi.

En el libro Recuerdos de mi abuelo Francisco Pascasio Moreno, su nieta Adela Moreno Terrero de Benites, expresa:

Durante muchos años no comprendí la grandeza de ese hombre, al contrario, lo juzgué y confieso que mucho cariño no le tenía, me costaba entender cómo en 1897 al morir abuela Nenena, puesto en la disyuntiva de elegir entre sus cuatro hijos pequeños y la Patria, elige a ésta. Pero la vida enseña mucho y cuando con varios años más empecé a profundizar la vida de esa personalidad, me encontré con un ser maravilloso, y cuantos más datos conseguía recabar, más lo fuí admirando.
Tumba del perito Moreno en la isla Centinela del lago Nahuel Huapi.

Fuentes

  • Moreno, Francisco P.; Viaje a la Patagonia austral; Ediciones Solar; Buenos Aires; 1969.
  • Moreno Terrero de Benites, Adela; Recuerdos de mi abuelo Francisco Pascasio Moreno, «el perito Moreno»; Talleres Gráficos La Tradición; Ciudad de Buenos Aires; 1988; ISBN 9789504321699 (MorenoT PM).
  • Requeni, Antonio; La vida novelesca del perito Moreno; Fundación Banco de Boston; Buenos Aires; 1989.
  • Ygobone, Aquiles D.; Viajeros científicos en la Patagonia durante los siglos XVIII y XIX; Buenos Aires; 1977; pp. 131‑182.
  • Ygobone, Aquiles D.; Francisco P. Moreno, arquetipo de argentinidad; Editorial Plus Ultra; Buenos Aires; 1979.
  • Versión original de este artículo en formato pdf: Pdf.jpgSemblanza del perito Moreno por Carlos E. Solivérez.

Véase también

Algunos escritos que citan este artículo