Patentamiento de genes y organismos genéticamente modificados

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El patentamiento de genes y organismos genéticamente modificados por empresas con fines de lucro plantea graves cuestiones éticas que todavía han sido bien difundidas y resueltas. Se dan a continuación algunos antecedentes y enlaces sobre el tema, cuya complejidad es grande tanto por los especializados saberes requeridos para la buena comprensión de sus alcances como por la escasa experiencia sobre las consecuencias que pueden derivarse de los variados fallos judiciales. Según el Hastings Center sólo en Estados Unidos hay unas 4.000 patentes sobre genes artificialmente modificados y unas 47.000 sobre inventos que hacen uso de genes. En este país, que establece las tendencias mundiales en tecnologías de frontera, la Corte Suprema de Justicia ha convalidado el patentamiento de genes en ciertas condiciones que, aunque aparentemente restrictivas, abren la puerta a masivos reclamos de exclusividad sobre tratamientos médicos vinculados con el tratamiento de enfermedades de origen genético y su libre investigación científica.


Historia

La primera patente concedida sobre un gen fue otorgada, en diciembre de 1980, en forma conjunta a las universidades de Stanford y California. La patente protegía el uso de células para producir proteínas y transformarlas en drogas de interés comercial. Fue emitida en razón del fallo de la Corte Suprema de Justicia de EEUU en el caso Diamond versus Chakrabarty, que permitió a la empresa General Electric el patentamiento de una bacteria genéticamente modificada para el tratamiento de derrames de petróleo. A partir de ese momento se revirtió la política de la oficina de patentes de ese país que impedía el patentamiento de organismos vivientes. El fallo se fundamentó en que la Constitución de EEUU permite patentar "descubrimientos", no sólo invenciones, sin consideraciones sobre las consecuencias de su aplicación textual. A partir de ese momento se sucedieron las patentes, incluyendo algunas que sólo involucraban el "descubrimiento" de usos novedosos de ciertos genes.

Los lineamientos usados por la oficina estadounidense de patentes para estos casos son muy explícitos. Se establece, por ejemplo, que[1]:

where the application discloses a specific, substantial, and credible utility for the claimed isolated and purified gene, the isolated and purified gene composition may be patentable.
cuando el pedido da a conocer una aplicación específica, sustantiva y creíble, la composición de un gen bien aislado y purificado puede ser patentable.

Un polémico caso más reciente es el de la empresa Myriad Genetics, especializada en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades de origen genético fundada, entre otros, por el premio Nobel de Química 1980 Walter Gilbert. Gracias al trabajo previo de otras universidades se descubrió que mutaciones en los genes BRCA1 and BRCA2 afectan la probabilidad de sufrir cáncer de senos y ovario. La Universidad de Utah patentó en asociación con Myriad Genetics los genes, sus mutaciones y los métodos de diagnóstico de las mutaciones. Para afirmar sus derechos Myriad envió comunicaciones a todos los grandes laboratorios médicos del planeta informándoles que debían comprar licencias para poder hacer el diagnóstico de las mutaciones de esos genes. Este derecho de exclusividad fue cuestionado o ignorado por los gobiernos de países como Canadá[2] y Australia[3]. El caso fue llevado a la Corte Suprema de Justicia de EEUU, la que en junio de 2013 dictaminó contra el patentamiento señalando que[4]

las leyes de la naturaleza, los fenómenos naturales y las ideas abstractas son herramientas fundamentales de la ciencia y la tecnología que no entran dentro del ámbito de las patentes.

Fuentes