Se acata, pero no se cumple
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Se acata pero no se cumple era un término habitual entre los gobernantes del Río de la Plata en la época colonial. Su origen es explicado así por el historiador Félix Luna:
- El Virreinato (...) consistía en un representante directo del rey, que era generalmente un caballero, un hidalgo de alta alcurnia... A partir de eso existió lo que podríamos llamar un Poder Ejecutivo que además invadía, a veces, jurisdicciones judiciales (...) La otra institución muy importante, además del virrey, era la Audiencia, una suerte de cámara de justicia, o de Suprema Corte, que se ocupaba en última instancia de los asuntos judiciales (...) y (...) cumplía una función de control. Estaban después los cabildos, que eran la organización del gobierno municipal. Debe recordarse que, a diferencia de las colonias de América del Norte, aquí todas las fundaciones de ciudades fueron hechas por la Corona y en nombre de la Corona. En América del Norte, en cambio, venían colonos libremente, y después fundaban una ciudad, o venía una compañía de colonización, vendía lotes y fundaba una ciudad. Acá, en cambio, todo se hizo en nombre de la Corona. Entonces el fundador designaba a los primeros integrantes del Cabildo, seis, ocho, diez, según la importancia de la ciudad, cada uno de los cuales se ocupaba de una función determinada, y cargaba con un alto honor por ser cabildante. Duraban un año en sus funciones, y al terminar, ellos mismos designaban a sus sucesores, es decir, no se hacía una elección popular como en algunos casos en los estados de América del Norte: directamente los cabildantes que se iban nombraban a los que los seguían. Los cabildos cumplían funciones teóricamente municipales, pero (...) en realidad ejercían todas las funciones del gobierno (...) En la organización (...) ningún poder era demasiado claro (...) Es decir, la Audiencia podía tomar medidas políticas, y el virrey podía tomar medidas judiciales porque era presidente de la Audiencia, y en un pleito podía decir «esto se falla de esta manera o de esta otra», y los cabildos tenían funciones que excedían lo municipal. No era casualidad ésto. La Corona española trataba de que todo estuviera un poco mezclado para poder tener el control de todo (...) Cuando el virrey o el gobernador recibían una cédula real, emanada del mismo monarca instalado en Madrid, la leía y se daba cuenta de que era un disparate, solemnemente convocaba a los funcionarios, al cabildo, a la Audiencia, al obispo, etcétera, y decía se acata pero no se cumple. Es decir, no desconocemos la autoridad del que dice ésto, pero (...) no lo aplico y lo archivo en un cajón. Esto se hizo muchas veces.
Fuentes
- Luna, Félix; Argentina se hizo así, cuadernillo I; Edit. Agrupación de Diarios del Interior; ciudad de Buenos Aires; 1993; páginas 40-41.