Diferencia entre revisiones de «Tecnologías como interfaz cuerpo - medio ambiente»
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* {{:Solivérez TSN}}, Libro 1, Capítulo 6, sección El tejido; pp. 88‑91; 2014. | * {{:Solivérez TSN}}, Libro 1, Capítulo 6, sección El tejido; pp. 88‑91; 2014. | ||
Revisión del 11:59 12 may 2014
Un modo de explorar los impactos que generan es analizar las tecnologías como interfaz cuerpo - medio ambiente. Este punto de vista permite mejorar nuestra comprensión del modo en que las tecnologías modifican nuestra interacción con el resto del universo. Planteado en términos tan generales el tema es complejo porque incluye tanto las interacciones accesibles a nuestros sentidos como las inaccesibles (caso de todos los fenómenos que están fuera de nuestra capacidad de percepción); tanto a objetos inanimados como a organismos vivientes (especialmente las demás personas), tema cuyo estudio completo sería muy complejo. Como primera etapa de un estudio más abarcativo, el análisis se restringe aquí a las tecnologías como interfaz entre el cuerpo humano y el medio ambiente, excluyendo los fenómenos mentales y sociales, que requieren una discusión separada. Aunque en algunos casos es difícil cuantificar la dificultad, en las secciones que siguen se tratará de ir de lo más simple a lo más complejo.
Locomoción
La principal función de las piernas es la locomoción, aunque secundariamente pueden usarse para la aplicación destructiva de fuerza cuando se las usa para golpear. A diferencia de la mayoría de los primates, los seres humanos podemos caminar usando solo las piernas, lo que libera las manos con enormes consecuencias tecnológicas, la más simple de las cuales es el uso de útiles.
Los primeros humanos anduvieran descalzos, permitido por la capacidad de la planta del pie de generar tejido resistente (callos) capaz de proteger los tejidos blandos. Todavía hoy los miembros de algunas tribus africanas y amazónicas caminan descalzos por los terrenos de la sabana y la selva tropical. Para mejorar su función de locomoción, especialmente en terrenos rocosos con bordes afilados, los pies desnudos fueron protegidos con envoltorios de diversos materiales resistentes. Uno de los más usados fue el cuero, ejemplo del cual es el calzado de Ötzi, que tiene unos 5.300 años de antigüedad.
El calzado de cuero se usó durante miles de años y recién a partir del siglo XX comenzaron a usarse otros materiales. Primero fue el caucho, que permitió fabricar suelas más durables y elásticas que primero se usaron en calzado deportivo, generalizándose hoy al calzado de uso corriente. El caucho no se extendió también a la capellada (parte superior del calzado) porque es impermeable y no permite la salida de la transpiración normal del pie, menos todavía de la más abundante generada en actividades deportivas o de gran esfuerzo físico. En el último cuarto del siglo XX comenzaron a usarse materiales sintéticos porosos, tejidos y no tejidos, más livianos y resistentes que el cuero (que es naturalmente poroso debido a los canales que surcan todo su espesor). Variantes de diseño permiten también soportar mejor los tobillos en terrenos desparejos donde un esguince es muy probable o brindar mejor agarre en terrenos o laderas resbaladizas.
Si el desarrollo de las interfases de locomoción hubiera terminado aquí, lo primero que podríamos decir es que la mayoría de las personas de hoy no tienen contacto directo con el suelo, que sus pies están protegidas con materiales que les permiten caminar con mayor seguridad, facilidad y comodidad por terrenos de todo tipo, incluyendo los mojados y muy desparejos. El cambio, sin embargo, va más lejos. Una nueva función que adquirió el calzado es evitar ensuciarse los pies y el acarreo de esa suciedad al interior de las viviendas. Nótese que el concepto de suciedad no corresponde aquí a materiales peligrosos o sin valor práctico, sino meramente al de sustancia indeseable en la vivienda. Cuando un niño llega hoy a su casa con las zapatillas embarradas, debe sacárselas en la puerta de la casa y lavarlas o hacerlas lavar de inmediato. El calzado se convirtió en un importante medio de evitar que materiales naturales del medio ambiente (la tierra o el barro o los restos orgánicos de cualquier tipo) penetren en la vivienda, hoy convertida en un ambiente totalmente artificial. Esto puede parcialmente justificarse por razones higiénicas (aunque muy pocos podrían detallar los peligros de salud que acarrea la suciedad), pero en el fondo tiene más que ver con lo que se considera un ambiente interior deseable, con una estética de vida.
En algún momento la mejora del calzado resultó insuficiente y se hizo necesario mejorar el terreno por donde se circulaba dando origen a los caminos. Fuera por uso militar o comercial, los caminos se hicieron cada vez más importantes concentrando la circulación normal de las personas. Esta concentración, duplicada en los cruces de dos caminos importantes, favoreció los asentamientos estables, dando origen a las ciudades. En el actual territorio argentino, por ejemplo, uno de eso cruces importantes fue el del camino real al Perú con el que iba a Chile, en la actual ciudad de Córdoba. A su vez, las necesidades concentradas fomentaron el comercio, la circulación de mercaderías, para los que se sustituyó a la capacidad humana de carga mediante tecnologías del transporte. Primero fueron los animales de carga, muy variados según los continentes. La invención de las ruedas permitió multiplicar las cargas transportadas, requiriendo a su vez mejores caminos para mejorar la circulación de carretas (primero) y carruajes (después). Posteriormente vinieron los ferrocarriles y los automotores, en una típica cadena incremental de tecnologías que se hacen posible porque hay otras tecnologías que las sustentan. En grandes trazos, la evolución de las tecnología que van del zapato al camino y del camino al camión, culminaron (desde el punto de vista propuesto) en la interfaz tecnológica que es hoy el automóvil, que hasta tiene sistema de aire acondicionado para aislarnos del polvo y la temperatura del medio ambiente, caminos y calles mediante. Como sucede frecuentemente con las tecnologías de alto costo, el automóvil adquirió también una dimensión simbólica de estatus social, generando máxima diferencia entre los peatones y los conducidos en en limusinas con chofer, entre los que conducen un auto barato y los que manejan un deportivo Ferrarri o BMW.
Véase también
- Solivérez, Carlos Eduardo; Tecnologías, sociedad y naturaleza: los por qué, para qué y cómo de la Educación Tecnológica; libro electrónico en 3 tomos editado por el autor; San Carlos de Bariloche (pcia. de Río Negro, Argentina); 2001-2014; Solivérez TSN, Libro 2, Capítulo 11, Vías y medios de transporte; p. 194; 2014.
Abrigo corporal
En las praderas del continente natal de la especie, África, el cuerpo humano no tenía necesidad de abrigo corporal (vestimenta). Bastaba con una piel adaptada al clima cálido mediante la pérdida de pelo (que funciona como un aislante térmico) y el bloqueo de la dañina radiación ultravioleta por la melanina que da color oscuro a la piel. La necesidad surgió cuando los cambios climáticos o el agotamiento de los recursos naturales forzaron la emigración a otros continentes de climas más fríos y a otros ambientes menos hospitalarios que la pradera. Los primeros abrigos, usados todavía por los selk'nam que poblaban el frío sur patagónico en tiempos de la conquista castellana, eran de cuero de animales. Estos cueros eran pesados y poco flexibles, lo que limitaba mucho los movimientos y desplazamientos. Se requería una protección de la piel que fuera resistente a la vez que más liviana y flexible, un material que era inexistente en la naturaleza. Se produjo entonces un sorprendente desarrollo tecnológico cuyo origen no ha sido todavía bien explicado: los tejidos de fibras animales y vegetales.
La estética de los tejidos —la textura, colores y diseños de las fibras textiles— pronto se hizo tan importante como su funcionalidad. Al mismo tiempo, el costo de los materiales más difíciles de encontrar y de hilar, como la seda y los hilos de oro, permitieron la exhibición de la riqueza de los usuarios de las prendas. A pesar de que la recolección de fibras, su hilado y tejido ocupaba una enorme cantidad de tiempo, su doble importancia práctica y simbólica hizo que fuera la industria más practicada y que se inventaran variados dispositivos para facilitar las tareas, como la rueca para hilar y los telares de lizos y enjulios (véase el artículo citado más abajo) para facilitar el entrecruzamiento controlado de hilos de diferentes colores. Esto explica por qué fue la industria textil la que dio comienzo a la Revolución Industrial, a la mecanización de las tareas complejas pero repetitivas. La mecanización de los diseños en el telar de Jacqard, mediante tarjetas perforadas, fue también una de las bases de la programación de computadoras.
La vestimenta en su función protectora del medio ambiente tiene extensiones naturales como los trajes de neoprene, los trajes espaciales y las viviendas de todo tipo (discutidas en detalle más adelante). También en los vehículos, superponiéndose en este caso con la función de locomoción, más fácilmente identificable en las casas rodantes. La multiplicidad funcional es un rasgo frecuente en las tecnologías, tal vez porque el ingenio humano se las arregla para explotar al máximo las posibilidades de todos los artefactos.
Hoy en día no mostramos nuestro cuerpo tal cual es a los no pertenecientes al círculo familiar, salvo en los clubes nudistas o en la relación sexual. Partiendo de su inicial función de abrigo la vestimenta se ha convertido en una piel artificial, una máscara corporal que nos oculta a los ojos ajenos. Por extensión surgieron el maquillaje, los tatuajes, los implantes de silicona, el bronceado, las pestañas y pelucas artificiales y muchos otros artilugios que nos permiten simular tener cuerpos que no tenemos. Lo no físico —como la mente, nuestra trayectoria personal, destrezas, sentimientos y devociones— que no se ve no cuenta por regla general, salvo en el círculo de amigos íntimos.
Véase también=
- Solivérez, Carlos Eduardo; Tecnologías, sociedad y naturaleza: los por qué, para qué y cómo de la Educación Tecnológica; libro electrónico en 3 tomos editado por el autor; San Carlos de Bariloche (pcia. de Río Negro, Argentina); 2001-2014; Solivérez TSN, Libro 1, Capítulo 6, sección El tejido; pp. 88‑91; 2014.
Fuentes generales
- Childe, Vere Gordon Los orígenes de la civilización Edit. Fondo de Cultura Económica México 1971 (5ª reimpresión) Childe OC.
- Leroi-Gourhan, André; El Hombre y la materia (Evolución y técnica I); Taurus Ediciones, Grupo Santillana; Madrid (España); 1988; ISBN 9788430660070 (LeroiGourhan ET1).
- Leroi-Gourhan, André; El medio y la técnica; Edit. Taurus; Madrid (España); 1989; ISBN 84-306-6008-9.
- Solivérez, Carlos Eduardo; Tecnologías, sociedad y naturaleza: los por qué, para qué y cómo de la Educación Tecnológica; libro electrónico en 3 tomos editado por el autor; San Carlos de Bariloche (pcia. de Río Negro, Argentina); 2001-2014; Solivérez TSN.