Diferencia entre revisiones de «Las Dos Culturas»

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(Conferencia Rede: 1ª parte)
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Respecto a los literatos, Snow señala que consideraban que la "cultura clásica" era toda la cultura y que ignoraban los conceptos más básicos de las ciencias naturales (como el [ Segundo Principio de la Termodinámica]), ignorancia de la que —además— se regodeaban (p. 24).   
 
Respecto a los literatos, Snow señala que consideraban que la "cultura clásica" era toda la cultura y que ignoraban los conceptos más básicos de las ciencias naturales (como el [ Segundo Principio de la Termodinámica]), ignorancia de la que —además— se regodeaban (p. 24).   
  
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===La revolución científica (12)===
 
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Revisión del 11:22 15 abr 2013

Las Dos Culturas (The Two Cultures) es el título de una de las conferencias Rede que el físico y novelista inglés Charles Percy Snow dio en 1959 en la Universidad de Cambridge (Inglaterra). En ella planteó el problema de la incomunicación entre los humanistas y los científicos-tecnólogos, cuyos prototipos son los escritores y los físicos aplicados. El tema generó en su época un importante debate cuyos ecos todavía perduran hoy, aunque bastante desvirtuados.


Introducción

La "cultura" clásica, en el sentido de lo que una persona cultivada debía conocer y valorar, estuvo centrada en el conocimiento de los grandes escritores y artistas de todos los tiempos, de los cuales son sólo algunos ejemplos las obras de Aristófanes, Leonardo da Vinci, Shakespeare en los países de habla inglesa y Cervantes en los de lengua castellana, Ludwig von Bethoven y Auguste Rodin, René Descartes. Estas obras no incluyen textos científicos especializados como las obras de Copérnico (sistema solar heliocéntrico), James Clerk Maxwell (ondas electromagnéticas), Charles Darwin (Teoría de la Evolución), James Watson y Francis Crick (estructura del ADN), ? Cantor (Teoría de Conjuntos) a pesar de que en su momento revolucionaron la concepción vigente de sus disciplinas (y en algunos casos, del mundo). Estas últimas se consideraron obras sólo apropiadas para o reservadas a los especialistas en el campo correspondiente. El resultado fue que sólo intelectuales muy cultivados sabían aunque sólo fuera lo más básico de disciplinas científicas hoy crecientemente consideradas cruciales. Tal es el caso de [ Jorge Luis Borges], en Argentina, escritor de ficción que usó muchos conceptos matemáticos en sus escritos. La antinomia entres las "dos culturas" es frecuentemente presentada como una de carácter exclusivamente intelectual entre ciencias y humanidades, lo que es falso. En primer lugar la antinomia incluye también a las tecnologías, en particular a la industria. En segundo lugar, no se trata de un dilema intelectual sino de los medios eficaces para resolver los problemas sociales.

Snow (15 de octubre de 1905-1 de julio de 1980), un especialista en Física Molecular proveniente de un hogar humilde, escribió una serie de novelas cuya médula es la lucha por el poder. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo a cargo de la selección de personal científico y tecnológico para proyectos bélicos y se convirtió luego en vocero de las necesidades de la comunidad científica y tecnológica de su país ante los poderes políticos, lo que le valió el apodo de Mr. Science (Sr. Ciencia-Tecnología). En 1957 fue ennoblecido con el título de barón Snow por sus contribuciones a la industria y el gobierno británicos. En su doble carácter de científico y de escritor, experimentó en carne propia el divorcio entre ambos grupos de intelectuales, en su país y en Occidente en general. En su conferencia Rede, Snow relató sus propias experiencias y exploró el origen histórico del abismo entre la "cultura clásica" y las ciencias y tecnologías que dieron origen a la Revolución Industrial. Señaló al respecto que los intelectuales, en particular los escritores, son naturalmente ludditas, lo que es una alusión claramente tecnológica, no científica. Su tesis principal es que la colaboración entre los dos tipos de intelectuales es imprescindible para que los políticos puedan resolver de modo efectivo los problemas sociales. No se trataba, entonces, de una mera preocupación intelectual sino del requisito para una tarea social de índole práctica y ética, enmarcada además en la Guerra Fría entre "Occidente", como paladín del progreso, y la Unión Soviética.

La conferencia Rede

La conferencia de Snow se origina en un texto originalmente publicado en la revista New Statesman el 6 de octubre de 1956. Está dividida en 4 partes, que se discuten separadamente a continuación, de las que la primera casi la mitad (41%) del texto.

Las dos culturas (21 páginas)

En el transcurso de 30 años de trabajo científico en la Universidad de Cambridge, Snow tuvo la oportunidad de codearse con algunos de los más distinguidos científicos británicos de la época, como [ Bragg] y [ Rutherford]. De noche, luego de finalizar su jornada de trabajo, se reunía con colegas escritores para intercambiar ideas y noticias. Señala al respecto que (p. 12):

(...) tenía la sensación permanente de moverme entre dos grupos comparables en inteligencia, racialmente idénticos, no muy diferentes en cuanto a origen social y con unos ingresos más o menos iguales por su trabajo, que habían dejado casi totalmente de comunicarse, y que tenían tan poco en común respecto a clima psicológico, intelectual y moral que (...) era como si hubiese cruzado un océano.

Señala que el problema no era exclusivamente inglés, sino que (pp. 13‑13)

(...) la vida intelectual de la sociedad occidental, en su conjunto, se está viendo cada vez más escindida en dos grupos polarmente opuestos. Y cuando digo vida intelectual incluyo también una parte considerable de su vida práctica (...)

Da como ejemplo típico justamente a los dos grupos a los que él simultáneamente pertenecía: los físicos y los escritores de ficción (p. 14), discutiendo la imagen deformada que tenían los unos de los otros. Los escritores consideraban a los científicos, como Rutherford, descomedidos y jactanciosos, ignorantes de la verdadera condición humana. Los científicos, por su parte, consideraban a los profesionales de la literatura carentes de visión de futuro, desinteresados de los problemas de sus congéneres, políticamente conservadores, perversos y obtusos, personas que reducían el arte y el pensamiento al momento existencial (p. 17‑18). Snow señala, sin embargo (hecho no valorado por críticos de sus ideas, como Briggs) que los sociólogos son un caso diferente.

Snow considera que la cultura científica lo es tanto en el sentido de la valoración de cierto tipo de saberes como en el antropológico de cosmovisión y forma de vida, el de tener (p. 19)

(...) actitudes comunes, pautas de comportamiento comunes, supuestos básicos y maneras de ver las cosas que son propias de todos en general. Esto es de una amplitud y un arraigo sorprendentes. Domina sobre otros hábitos mentales, como los de religión, política o clase social.

Esa uniformidad no se encuentra entre los literatos, donde la gama de actitudes es más amplia aunque todos comparten un desinterés e incomprensión total de las ciencias en general, tendiendo a ser hasta anticientíficos (p. 21).

Estas ideas de Snow no surgieron de su mera experiencia privada de contacto entre ambos grupos sino de las tareas de reclutamiento de personal hechas con otros colegas durante la Segunda Guerra Mundial. En su transcurso tuvo que entrevistar de 30.000 a 40.000 personas de entre 30 y 40 años con formación científica y técnica, indagando (entre otros aspectos) lo que leían y lo que pensaban sobre lo que leían. Pocos de ellos habían terminado de leer alguna obra de Dickens (parte integral de la cultura clásica inglesa), pero todos ellos tenían una precisión —inexistente en los literatos— de conceptos como objetivo, subjetivo, filosofía y progresivo. Leían pocos libros de historia, novelas (que erróneamente creían no aportaban saberes psicológicos) o poesía y prestaban poca atención a las artes, con la importante excepción de la música (p. 23).

Respecto a los literatos, Snow señala que consideraban que la "cultura clásica" era toda la cultura y que ignoraban los conceptos más básicos de las ciencias naturales (como el [ Segundo Principio de la Termodinámica]), ignorancia de la que —además— se regodeaban (p. 24).

Los intelectuales, luditas por antonomasia (7)

La revolución científica (12)

Ricos y pobres (11)

Actualidad

La situación es hoy bastante diferente porque los especialistas están comenzando, aunque todavía lentamente y de modo excepcional, a divulgar las ideas centrales de sus disciplinas entre las personas comunes, de modo ameno, en lenguaje no especializado y evitando los farragosos análisis de evidencias y sus interpretaciones que requiere el moderno método científico. Son destacados ejemplos [ Isaac Asimov] en variados temas, [ Carl Sagan] en Astronomía, [ Jared Diamond] en Biología, [ Stephen Hawking] en Cosmología. El debate de fondo no está centrado hoy en si las ciencias son o no parte importante de la cultura (en el sentido antropológico del término, no en el de saber valorado por las elites), sino en si ciertos cuerpos de información deben o no ser considerados científicos (Astrología, Creacionismo, Homeopatía, Parapsicología...).

Fuentes

  • Briggs, Asa; C. P. Snow and Sir Eric Ashby on «the two cultures»: scientific and nonscientific; Scientific American, 201; EEUU; 1959; pp. 201-206.
  • Snow, C. P.; Las dos culturas y un segundo enfoque; Alianza Editorial; Madrid (España); 1987; ISBN 9788420616711.