Un importante efecto de la producción de alimentos fue el aumento de la población. La caza y la recolección tienen un límite cuantitativo que depende de la tasa natural de reposición de las plantas y animales. Cuando esta tasa se excedía las poblaciones sobrantes debían buscar nuevos territorios para satisfacer sus necesidades, lo que junto con el clina fueron las principales razones de las migraciones humanas. Otro de los efectos fue el aumento de la energía humana disponible para las tareas, en la que podían participar también los niños. Comenzaron también a proliferar asentamientos y construcciones como las tumbas construidas con grandes piedras que se encuentran en la península escandinava, Dinamarca y el norte de Alemania y Holanda. La cantidad de esqueletos encontrados en estas tumbas de la Edad Neolítica es varias centenares de veces mayor que los correspondientes a la Edad Paleolítica.
 
La práctica de la agricultura por un grupo humano no necesariamente implica su asentamiento permanente. En su forma primitiva más común, el cultivo de azada u hortense, se limitaba a despejar un terreno en una zona favorable, escarbarlo con una azada o estaca para enterrar las semillas y, luego de un tiempo, recolectar los frutos. Después de un par de cosechas el rendimiento disminuía y convenía despejar otra parcela, y así sucesivamente, lo que es compatible con o requiere un modo de vida nómade. La excepción son los terrenos donde la reposición de los nutrientes se produce naturalmente, como en las riberas periódicamente inundadas de ríos ricos en ellos como el Nilo, base de la sedentaria civilización egipcia. Tampoco la ganadería obliga a la vida nómade, ya que se puede alimentar bien al ganado conduciéndolo a zonas apropiadas según la estación del año: las zonas bajas más templadas en el invierno, los valles fértiles de montaña en la época de deshielo. El uso de los rastrojos remanentes de las cosechas agrícolas para la alimentación del ganado permiten, asimismo, combinar de modo eficiente agricultura con ganadería. El uso de los restos de las comidas favorece. asimismo, la incorporación al entorno humano de animales auxiliares o mascotas como los perros. La reproducción selectiva durante miles de años de los animales más mansos y con las características deseadas por razones prácticas (caso de la obtención de carne y fibras textiles) o estéticas (caso de los perros) condujo a las actuales razas de animales domésticos.
 
La agricultura y la ganadería no terminaron con la recolección de productos silvestres, la complementaron. En algunos casos, como la pesca, la recolección continúa hasta nuestros días siendo todavía de enorme importancia para pueblos como los asiáticos y los de las regiones polares. El predominio sobre la recolección hasta su casi desaparición se dio solamente en las comunidades con gran capacidad de generación de excedentes agrícolas acopiables por períodos largos de tiempo, como los cereales, caso en que el trueque permitía obtener con menor esfuerzo productos de la recolección como la miel. Sin embargo, éste es un fenómeno posterior ya que un [[rasgo]] esencial de la etapa neolítica es que las comunidades eran mayoritariamente autosuficientes, siendo capaces de cubrir sus [[necesidades básicas]] sin necesidad de recurrir a fuentes externas de aprovisionamiento. Esta autosuficiencia incluía tanto los productos como los [[útil]]es necesarios para obtenerlos.
===VI. Preludio a la segunda revolución===
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Los orígenes de la civilización

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