Diferencia entre revisiones de «Enfermedad de Chagas - Mazza en Argentina»

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La poca atención prestada al mal de Chagas en los grandes centros de investigación —es una enfermedad de los pobres, se dice frecuente pero incorrectamente— se refleja en la falta de protocolos de aceptación general para la detección rápida y precisa de la enfermedad, requisito para su tratamiento en tiempo y forma. En el año 2009 (cuando la cantidad de enfermos de todo el mundo se estimaba en unos 8 millones) 26 científicos de 16 países, bajo la coordinación del Laboratorio de Biología Molecular de la Enfermedad de Chagas (LabMECh) y del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI-CONICET) (ambos con sede en Buenos Aires) se abocaron al estudio del problema. En base a muestras de sangre de chagásicos en distintas fases de la enfermedad y personas sanas, se hizo un estudio comparativo de diversas variantes del método PCR. Los resultados, que identificaron los métodos estadísticamente más efectivos de detección, fueron publicados en la revista electrónica de libre acceso Neglected Tropical Diseases de la Public Libray of Science (PLoS). Según informaciones de la Agencia CyTA[], el estudio científico habría concluido en un protocolo tecnológico de detección de la enfermedad, que se espera culmine con su aceptación por la Organización Mundial de la Salud y los organismos sanitarios de los países afectados.
 
La poca atención prestada al mal de Chagas en los grandes centros de investigación —es una enfermedad de los pobres, se dice frecuente pero incorrectamente— se refleja en la falta de protocolos de aceptación general para la detección rápida y precisa de la enfermedad, requisito para su tratamiento en tiempo y forma. En el año 2009 (cuando la cantidad de enfermos de todo el mundo se estimaba en unos 8 millones) 26 científicos de 16 países, bajo la coordinación del Laboratorio de Biología Molecular de la Enfermedad de Chagas (LabMECh) y del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI-CONICET) (ambos con sede en Buenos Aires) se abocaron al estudio del problema. En base a muestras de sangre de chagásicos en distintas fases de la enfermedad y personas sanas, se hizo un estudio comparativo de diversas variantes del método PCR. Los resultados, que identificaron los métodos estadísticamente más efectivos de detección, fueron publicados en la revista electrónica de libre acceso Neglected Tropical Diseases de la Public Libray of Science (PLoS). Según informaciones de la Agencia CyTA[], el estudio científico habría concluido en un protocolo tecnológico de detección de la enfermedad, que se espera culmine con su aceptación por la Organización Mundial de la Salud y los organismos sanitarios de los países afectados.
  
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* Schijman, Alejandro G. y otros 25 autores; [http://www.plosntds.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pntd.0000931 ''International Study to Evaluate PCR Methods for Detection of Trypanosoma cruzi DNA in Blood Samples from Chagas Disease Patients'']; PLoS Negl Trop Dis 5(1): e931. doi:10.1371/journal.pntd.0000931.
 
* Schijman, Alejandro G. y otros 25 autores; [http://www.plosntds.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pntd.0000931 ''International Study to Evaluate PCR Methods for Detection of Trypanosoma cruzi DNA in Blood Samples from Chagas Disease Patients'']; PLoS Negl Trop Dis 5(1): e931. doi:10.1371/journal.pntd.0000931.
  

Revisión del 20:54 2 mar 2011

Carlos Justiniano Ribeiro das Chagas.
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La enfermedad de Chagas-Mazza es una enfermedad parasitaria, generalmente crónica, causada por el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi. El reservorio natural del parásito son animales como ratas, murciélagos, perros y gatos; su principal transmisor (vector) en Argentina es la vinchuca (Triatoma infestans). La enfermedad está difundida por todo el país, no tiene cura ni hay vacuna preventiva, puede causar severas complicaciones y se estima que hay cerca entre 1 millón y medio y 3 millones de personas infectadas. Constituye el mayor problema sanitario de Argentina (más de 600.000 enfermos) , pero no hay campañas oficiales continuas para la erradicación de la vinchuca y para la detección y tratamiento de la enfermedad que causa más de 5.000 muertes por año.


Historia

Hace poco más de un siglo fue descubierta en Brasil la enfermedad de Chagas. A pesar del tiempo transcurrido, todavía son muchas las personas que no tienen acceso a los diagnósticos y tratamientos actualmente disponibles. Expertos argentinos de diversas disciplinas destacan algunas de las principales dificultades que impiden el control de esa patología en el país.

Este año se cumplió el centenario del descubrimiento de la enfermedad de Chagas, una patología que fue descrita por el médico brasileño Carlos Justiniano Ribeiro das Chagas. Fue en Lassance, en el estado de Minas Gerais, dónde observó que el parásito Trypanosoma cruzi, causante de esa enfermedad, era transmitido por las vinchucas.

Pese a que han pasado más de 100 años del descubrimiento de la enfermedad de Chagas, un gran porcentaje de los afectados no tiene acceso al diagnóstico y al tratamiento.

“La Organización Panamericana de la Salud estimó en 2006 que existen más de 55 mil nuevos casos de transmisión de la enfermedad de Chagas por año en América Latina sólo a través de la vinchuca y por transmisión congénita, es decir durante el embarazo de una madre infectada” señala el doctor Sergio Sosa Estani, jefe del Servicio de Epidemiología del Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación de Endemo-epidemias (CENDIE), ANLIS “Dr. Carlos G. Malbrán”, dependiente del Ministerio de Salud.

“Ese mismo análisis estimó que en la Argentina habría 1.600.000 personas infectadas por el parásito, aunque se reconoce que esta cifra podría estar subestimada”, indica Sosa Estani que también se desempeña como investigador del Conicet y del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria con sede en Buenos Aires.

Por su parte Sosa Estani destaca que en la Argentina se darían 1.300 casos de infección congénita de Chagas por año, a pesar de que por las notificaciones recibidas por el Ministerio de Salud sólo se registraron 252 casos en 2008.

La región de mayor prevalencia de esa enfermedad es el Gran Chaco compuesta de una superficie de 1,3 millones de kilómetros cuadrados en una zona que se distribuye en regiones de la Argentina (62 por ciento), Paraguay (25 por ciento) y Bolivia (12 por ciento).

En un trabajo publicado este año en Memorias do Instituto Oswaldo Cruz (Brasil) con motivo de la conmemoración del centenario, el doctor Ricardo Gürtler, Investigador Principal del Conicet y profesor Asociado de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA donde dirige el Laboratorio de Eco-Epidemiología, describe algunos de los factores que limitan la eficacia de los programas de control de la enfermedad de Chagas y propone estrategias para superar esta situación.

“La principal limitación de las estrategias y tácticas para el control de los vectores de la Enfermedad de Chagas es que se basan solamente en la aplicación de insecticidas residuales en las viviendas y sus anexos, y que estas acciones son realizadas por personal de los servicios de salud en forma esporádica y no coordinada entre distritos vecinos y en el tiempo”, afirma Gürtler. Y agrega: “No existe un sistema de vigilancia que detecte la reinfestación de las viviendas (algo que ocurrirá ciertamente en las áreas rurales endémicas) y que luego vuelva a rociarlas. Vale decir, se rocían las viviendas de un poblado, a veces no todas; los datos recabados generalmente no se hallan georeferenciados y no son usados para evaluar y reformular las futuras acciones de control. No hay un sistema que monitoree y de respuestas efectivas y sostenidas en el tiempo.”

Para Gürtler es clave que se combine el control del vector con la detección y el tratamiento de los infectados. “Existen dificultades de acceso al diagnóstico y al tratamiento, especialmente en las poblaciones rurales”, asegura Gürtler.

En este sentido, la doctora Carolina Carrillo, integrante del laboratorio de Regulación, Síntesis Proteica y Proliferación en Bacterias y Parásitos de la Fundación Instituto Leloir, destaca la importancia de desarrollar nuevas estrategias terapéuticas más eficientes y específicas, así como también de sistemas de detección que sean sencillos de transportar e implementar. “En muchos casos, los sistemas diagnósticos, los medicamentos y/o las vacunas necesitan de un sistema complejo de transporte y conservación que no siempre es posible respetar en zonas de difícil acceso. Por ello, como investigadores no podemos perder de vista estas limitaciones al momento de planear el diseño de nuevos tratamientos o sistemas diagnósticos”, comenta Carrillo, que es además investigadora del Conicet y docente de la UBA.

Los investigadores coinciden en afirmar que es preciso mejorar la atención del enfermo chagásico. Mucha gente desconoce que se halla infectada y que los tratamientos existentes pueden curarlos y prevenir la futura aparición de la enfermedad, coinciden Gürtler y Carrillo. “Parece increíble pero en pleno 2009 muchos habitantes de las zonas de mayor riesgo de Chagas aún ignoran que las vinchucas transmiten esta enfermedad”, afirma Gürtler.

El problema del control de la enfermedad de Chagas y de otras enfermedades desatendidas en el Gran Chaco y zonas adyacentes está indisolublemente ligado a la falta de una política de Estado que aborde el desarrollo económico-social sustentable de esta ecorregión y de sus poblaciones, señala Gürtler. Según el investigador del Conicet, “se deben crear fuentes de trabajo y mejorar la infraestructura, la educación, la salud y la vivienda de las poblaciones rurales de diferentes etnias que allí viven, tanto criollos como pueblos originarios. Gürtler señala que durante décadas no se le ha asignado prioridad política ni a la región ni al Chagas; la inestabilidad institucional ha sido la regla; los esfuerzos del control del Chagas no han sido sostenidos, y esencialmente dependieron del sector salud en forma aislada y con una marcada tendencia a la declinación.”

La aparición del dengue y de la gripe durante este año debilitaron aún más las acciones de control vectorial de Chagas, afirma Gürtler. Y continua: “De 60 mil viviendas anuales que se venían rociando durante la última década (un número por demás insuficiente que habría que multiplicar por 2 o 3 durante cinco años) se cayó a 40 mil en el 2009. La tasa de notificación anual de casos agudos sintomáticos causados por vinchucas se ha estabilizado durante la última década, ocurriendo al menos en ocho provincias. Cada cuatro niños infectados que se detectan, en promedio solo uno recibiría tratamiento.”

“Por otro lado, la región endémica del Chagas ya no se circunscribe a las zonas de distribución de los insectos vectores, las vinchucas. Otras vías de contagio como la transmisión de madre infectada a bebé, por transfusión sanguínea y por donación de órganos han tomado relevancia a causa de las grandes corrientes migratorias; y actualmente se registran casos nuevos en los cinco continentes. Esto hace que la Organización Mundial de la Salud plantee el problema como una pandemia que excede a las Américas” indica la doctora Carrillo quien considera que esta situación podría favorecer la toma de conciencia y el desarrollo de políticas a gran escala y sostenidas en el tiempo para la prevención y el tratamiento del Chagas.

El punto clave es que además de recursos financieros, hay que incorporar otros actores en papel protagónico para darle mayor efectividad y sostenibilidad al sistema de control de las enfermedades desatendidas vinculadas a la pobreza y a su vez causantes de pobreza, considera Gürtler. Para el investigador “esos sectores, que hoy prácticamente no participan de manera activa, incluyen a los propios habitantes afectados, al sistema educativo en sus distintos niveles, las municipalidades, agencias gubernamentales vinculadas a la promoción y desarrollo rural, y ONGs de variado cuño. Hay que darle más participación a las ciencias sociales, entre otras.”

“El descubrimiento de la Enfermedad de Chagas hace 100 años es un buen ejemplo de lo que puede lograr una estrecha vinculación entre la ciencia y los problemas que aquejan a la sociedad. Hay que restablecer este vínculo entre los científicos y los organismos encargados de ejecutar las acciones de control para generar mejores estrategias de control y dotarlas de mayor efectividad y sostenibilidad”, concluye Gürtler.

Por su parte Sosa Estani subraya la necesidad de lograr estrategias de vigilancia sostenibles para controlar la infestación de las viviendas, y frente a la detección de la infestación aplicar el insecticida para su eliminación. “La primera acción (vigilancia) puede ser abordada a través de la participación de múltiples actores a nivel de una comunidad donde la construcción de redes sociales en las acciones de tipo comunitaria podría ser una alternativa a esta necesidad de la sustentabilidad. Asimismo la acción de eliminación del vector a través de la aplicación de insecticidas debe ser abordado por efectores adecuadamente entrenados y conformando equipos de las autoridades sanitarias de nivel local (municipal, provincial y/o nacional).”

El mantenimiento del control de sangre a trasfundir, con excelentes coberturas en Argentina, es esencial para mantener el estado de interrupción de la transmisión por estas vías, asegura Sosa Estani. “En este sentido, el resto del mundo, especialmente Europa que en las últimas décadas ha recibido corrientes migratorias americanas masivas, han tenido que incorporar nuevas medidas de control en los bancos de sangre y órganos para evitar la transmisión del Chagas por estas vías”, agrega Carrillo.

Sosa Estani Estani destaca que “es necesario incrementar la oportunidad del diagnostico y tratamiento del niño nacido de madre infectada con infección congénita, como también el diagnóstico y tratamiento de la población infectada en fase crónica en general con especial énfasis en la población infantil donde el tratamiento es muy bien tolerado. Si bien desde 1993 el Programa de Chagas incluyó entre sus actividades de rutina el diagnóstico y tratamiento de los niños residentes en áreas con vigilancia de la transmisión vectorial, aun es extensa la población que no accede al diagnóstico y tratamiento de manera oportuna”. Y agrega que la incorporación en la nueva Ley de Chagas de realizar estudios en todos los niños al ingreso escolar, principalmente en áreas endémicas, generará un aumento de la cobertura de diagnóstico.

Asimismo para Sosa Estani será necesario que a través de múltiples estrategias, la práctica médica del diagnóstico y tratamiento de la población infectada con Trypanosoma cruzi, sea una rutina en la práctica médica del sistema de salud en Argentina, y no solo de algunos especialistas. “Este proceso realizado intensamente entre 1995 y 1998 debe ser retomado e intensificado”, destaca.

Investigación científica de la enfermedad

“Actualmente son muchos los grupos de investigación en nuestro país, Latinoamérica, América del Norte y el resto del mundo que estudian al parásito Trypanosoma cruzi. Conocer sus genes, sus proteínas, sus características fisiológicas y metabólicas es un requisito para encontrar nuevos blancos terapéuticos que ataquen al parásito en puntos vitales pero distintos de las células de los hospedadores. Eso es fundamental al momento de diseñar nuevos tratamientos que sean efectivos y específicos contra el parásito”, señala la doctora Carrillo, investigadora de la Fundación Instituto Leloir. Y agrega: “En particular, a lo largo de nuestro trabajo hemos descripto moléculas transportadoras que son fundamentales para que Trypanosoma cruzi viva y que no están presentes en las células de mamíferos. Actualmente estamos estudiando el modo de bloquear dichas moléculas, lo que podría provocarle la muerte al parásito sin afectar a los hospedadores”, explica Carrillo con expectativas de obtener resultados promisorios.

Para el doctor Edgardo Schapachnik, cardiólogo del Hospital Argerich, fundador de la sección de Chagas en el Hospital General de Agudos “Dr. Cosme Argerich” y secretario de la Asociación Carlos Chagas para la Vigilancia Médica Activa del Mal de Chagas, el abordaje histórico que se ha hecho de la Enfermedad de Chagas, por lo menos en los últimos 30 a 40 años, tuvo sólo dos actores, “el parásito y el insecto vector, lo cual hubiera sido absolutamente correcto, si no hubiese quedado afuera de este análisis nada menos ni nada más que los protagonistas principales de la historia, que son los pacientes afectados, la mayoría de los cuales viven en situación de pobreza”.

6,1% de las embarazadas de Argentina. 25% de los infectados se enferman. Transmisión al feto y por transfusiones de sangre. Problemas cardíacos. Combatir al vector, enemigos naturales (La Plata).

Incidencia en Argentina

Según las estadísticas argentinas, si los hijos de madres infectadas que contraen el parásito (alrededor del 5%) son tratados tempranamente, pueden curarse, lo que hace muy importante detectar a las embarazadas positivas. Las personas infectadas por picadura de vinchuca tienen posibilidades de cura durante los primeros 60 a 90 días, cuando el parásito está localizado en la sangre. Después de ese lapso, durante la fase crónica, no hay cura conocida. A los 12 ó 15 años después de la infección pueden aparecer problemas digestivos y cardíacos capaces de producir la muerte súbita.

Para el control de la enfermedad hay que tener especialmente el cuenta el rol de intermediarios que pueden desempeñar animales domésticos como los perros y gatos, y salvajes como los murciélagos, ratas y armadillos. Aunque no producen contagio directo, salvo que se entre en contacto con su sangre, son fácil y frecuentemente colonizados por el protozoo, que se transmite luego a los humanos a través de la vinchuca. Los animales domésticos podrían servir de trampas para vinchucas si le instala dispositivos insecticidas apropiados.[1]

Detección

A más de un siglo de su identificación, la detección precisa de la enfermedad de Chagas-Mazza todavía sigue siendo un problema no resuelto. Aparte de la no obligatoriedad del análisis en los exámenes laborales de salud, los métodos usados generalmente todavía no tienen la precisión deseada. Estos métodos son:

  1. Examen al microscopio de la sangre para identificar al parásito Trypanosoma cruzi. Ésto sólo es viable en fases muy acotadas de la enfermedad, y aún en ellos el porcentaje de detección es, en promedio, poco más del 50%.
  2. Inyección de la sangre del paciente en el insecto vector o en animales de laboratorio, para luego detectar el desarrollo del parásito. El método es costoso y largo plazo.
  3. Detección de anticuerpos específicos contra el parásito, que se puede hacer por métodos variados como de aglutinación, de fijación del complemento, de aglutinación de glóbulos rojos o de ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA). El último es un método habitualmente usado en muchos campos, de costos desarrollo y puesta a punto, pero que luego puede hacerse en gran escala a costos decrecientes.
  4. Detección del ADN del parásito por reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus sigla en inglés). Aunque el método es complejo, ha sido sistematizado para análisis rutinarios de ADN tanto en laboratorios de investigación como en los forenses y policiales.

La poca atención prestada al mal de Chagas en los grandes centros de investigación —es una enfermedad de los pobres, se dice frecuente pero incorrectamente— se refleja en la falta de protocolos de aceptación general para la detección rápida y precisa de la enfermedad, requisito para su tratamiento en tiempo y forma. En el año 2009 (cuando la cantidad de enfermos de todo el mundo se estimaba en unos 8 millones) 26 científicos de 16 países, bajo la coordinación del Laboratorio de Biología Molecular de la Enfermedad de Chagas (LabMECh) y del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI-CONICET) (ambos con sede en Buenos Aires) se abocaron al estudio del problema. En base a muestras de sangre de chagásicos en distintas fases de la enfermedad y personas sanas, se hizo un estudio comparativo de diversas variantes del método PCR. Los resultados, que identificaron los métodos estadísticamente más efectivos de detección, fueron publicados en la revista electrónica de libre acceso Neglected Tropical Diseases de la Public Libray of Science (PLoS). Según informaciones de la Agencia CyTA[], el estudio científico habría concluido en un protocolo tecnológico de detección de la enfermedad, que se espera culmine con su aceptación por la Organización Mundial de la Salud y los organismos sanitarios de los países afectados.

Fuentes

Legislación nacional

  • Ley Nacional N° 23435 de Convenio Sanitario con el Gobierno de la República del Paraguay. En su artículo 3°, referente a la enfermedad de Chagas-Mazza, se compromete la cooperación técnica y el intercambio de información entre ambos gobiernos respecto de las investigaciones y estudios de la patología humana y de las características epidemiológicas de la enfermedad, asícomo la realización de programas conjuntos de prevención y control de la enfermedad.
  • Ley Nacional N° 23744 de cooperación con el gobierno del Reino de Suecia. En el artículo 3° se establece que el gobierno sueco colaborará, entre otras instituciones, con las investigaciones del Instituto Nacional de Diagnóstico e Investigación de la Enfermedad de Chagas "Dr. Mario Fatala Chabén" (actual Instituto Nacional de Parasitología).
  • Ley Nacional N° 24836 de Convenio en Materia de Salud Fronteriza y su Protocolo Adicional suscriptos con la República del Paraguay. En el artículo 1° se establece el compromiso de vigilar, controlar, informar y efectuar en forma conjunta acciones sobre enfermedades entre las que se incluye la de Chagas-Mazza.
  • Ley Nacional N° 25130 de Convenio de Cooperación en Materia de Salud suscripto con el Gobierno de la República de Chile. En el artículo 2° se establece que Las Partes elaborarán programas conjuntos relativos al perfeccionamiento de la vigilancia epidemiológica y la prevención de enfermedades tales como SIDA, Chagas, cólera, meningitis, hidatidosis, intoxicación paralítica por moluscos y enfermedades que puedan prevenirse mediante vacunación.
  • Ley Nacional N° 26281 de prevención y control de la enfermedad de Chagas. Véase Ley Nacional N° 26281.
  • Ley Nacional N° 26279 de detección y posterior tratamiento de determinadas patologías en el recién nacido. En ella se establece (obligación que no se cumple de modo generalizado):
    • ARTICULO 1º — A todo niño/a al nacer en la República Argentina se le practicarán las determinaciones para la detección y posterior tratamiento de fenilcetonuria, hipotiroidismo neonatal, fibrosis quística, galactocemia, hiperplasia suprarenal congénita, deficiencia de biotinidasa, retinopatía del prematuro, chagas y sífilis; siendo obligatoria su realización y seguimiento en todos los establecimientos públicos de gestión estatal o de la seguridad social y privados de la República en los que se atiendan partos y/o a recién nacidos/as. Toda persona diagnosticada con anterioridad a la vigencia de la presente ley queda incluida automáticamente dentro de la población sujeta de tratamiento y seguimiento.

Río Negro

Según Ricardo Bigatti, médico veterinario y jefe del Programa de Chagas del Ministerio de Salud de Río Negro, en la provincia hay casos de Chagas, pero tienen que ver con la transmisión vertical, que es cuando la mamá es portadora del parásito en la sangre y se lo transmite al bebé, mientras que la transmisión vectorial producida cuando una vinchuca infectada con el parásito pica a la persona estaría interrumpida y controlada. Siempre según dicho profesional, tienen la enfermedad de Chagas-Mazza alrededor del 0,3% de los niños rionegrinos de entre 5 y 9 años.[2]

Fuentes