La sociedad, que recibió pronto aportes de capital británico y se transformó en la Compañía de Tierras, Maderas y Ferrocarriles La Forestal Limitada, más conocida como La Forestal, tuvo un rápido e impresionante éxito. Cuando Huret entrevistó a Portalis, La Forestal explotaba casi un 1.000.000 ha de bosques de quebracho vírgenes, tenía 4 fábricas que producían anualmente 65.000 t de extracto de tanino, 300 km de líneas ferroviarias, 5 embarcaciones, 1 vapor, 2 remolcadores, 2 puertos y 2 muelles, 26.0000 cabezas de ganados (de los cuales 15.000 eran bueyes destinados al acarreo de los troncos) y 12.000 empleados y obreros. La poca importancia que se daba a la tala de los árboles está bien ejemplificada por el siguiente relato de Huret:
:''En honor nuestro va a ser talado uno de los árboles más viejos y corpulentos. Dos leñadores nos acompañan ante la víctima elegida. Es un gran quebracho de ramas enormes llenas de un musgo fino y verde como el de las encinas de la Luisiana. Pregunto su edad y los leñadores que no saben nada, por otra parte, me contestan que debe tener 1.000 años, por lo menos. Pero si es cierto que el tronco espesa sólo algunos milímetros cada año y que un árbol centenario no da más que dos o tres buenas traviesas de ferrocarril... Los peones lo atacan rápidamente, a unos 50 cm del suelo, y muy pronto se lo ve a punto de caer. Todo cruje, y en derredor nuestro cae el polvo de los siglos sobre la vegetación reciente. Una especie de carromato al que van uncidos unos bueyes y que se mueve, no se sabe por qué prodigio, entre los intransitables breñales, conducirá el quebracho cortado a un taller próximo donde será trabajado.
El entonces gobernador del Chaco, Martín Goitía, informa al gobierno nacional en 1906 que sólo en el año 1904 se han extraído 42.473 t de rollizos, 3.936  t de tanino, 2.936  t de durmientes y 7.900 postes. Señala que el incentivo de las grandes ganancias llevó a una explotación arrasadora de los bosques, en riesgo de extinción, y que para impedirla bastaría tomar simples medidas como la prohibición del corte de árboles menores de determinado diámetro. Reconoce, también, que el gobierno de la provincia carece de suficientes inspectores y medios de vigilancia para impedir el abuso.
En 1971, luego de 55 años de actividades ininterrumpidas, La Forestal decidió suspender sus actividades porque se había encontrado una fuente más rentable de tanino, la mimosa africana. Cuando se retiró levantó hasta el último tramo de riel y también los tanques que abastecían de agua potable a las poblaciones ubicadas a lo largo de sus líneas ferroviarias, obligando a miles de desocupados y otros pobladores a buscar otras fuentes de trabajo y lugares de asentamiento.
Las consecuencias sociales, igualmente devastadoras, han sido detalladamente descriptas en el informe presentado en 1964 por la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe (Acevedo, pp. 130‑143) y visualmente noveladas en la película Quebracho.
El informe del gobernador del Chaco en 1906 muestra que ya entonces, al comienzo de la explotación, se tenía conciencia de los problemas que se estaban generando: no hubo aquí imprevisión sino inacción o corrupción. No había entonces legislación protectora del medio ambiente, pero fue una oportunidad de formularla para impedir al menos la repetición de hechos de este tipo, oportunidad que los legisladores no tomaron. La tala del bosque podría haberse hecho de manera sustentable sin perjuicio económico de la explotación; los gobiernos pudieron tomar recaudos suficientes de reforestación —tema bien conocido en la época— ni y la reversión al patrimonio común comunitario de la infraestructura construida por la empresa.
Es muy frecuente escuchar en los órganos legislativos municipales, provinciales y nacionales la justificación de entregas del patrimonio público , como son los bosques, hechas a la ligera a empresas que supuestamente brindarán puestos de trabajo. Como ilustra el caso de La Forestal, el deseado pan de hoy puede ser la miseria de mañana. El resultado de la inversión de capital industrial más grande que recibió Argentina a comienzos del siglo XX no fué 55 años de bonanza para los trabajadores; fue la explotación extrema, con sangrientas revueltas y represiones, y la pérdida, por muchos siglos sino para siempre, de la capacidad productiva de un área equivalente a la de la provincia de Tucumán.
==Fuentes==
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La Forestal

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