Los libros, o cualquier otra forma de registro y organización de datos —fórmulas, gráficos, tablas...— no contienen saberes sino mera información. La información es condición necesaria pero no suficiente para el saber: no hay saberes sin información suficiente sobre los hechos, pero la información sola no basta para generar automáticamente saber. Una vieja anécdota relata cómo dos catedráticos universitarios se referían a un colega que era ávido lector de trabajos científicos. El primero lo alababa señalando —''No conozco a nadie que se haya sumergido tan profundamente en la fuente del saber''. A lo que el segundo le retrucó —''Y haya salido tan seco''.
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[[Archivo:Saber libros Quino.jpg|1200px|center|thumb|<small><center>'''El saber no está en los libros sino en las personas, concepto agudamente ilustrado por esta tira de Quino.'''</center></small>]]