Información científica libre

La enciclopedia de ciencias y tecnologías en Argentina

El reclamo de información científica libre o información científica abierta, relativamente reciente, tuvo por disparador la posibilidad de tener acceso a textos electrónicos por Internet desde cualquier parte del mundo. Hasta finales del siglo XX el único medio de registro y preservación de información científica fue el papel. El requisito de convalidación de esa información por la comunidad de pares de una disciplina y las leyes del mercado que rigen la distribución de bienes de cualquier tipo en los países industrializados condujeron a la apropiación por unas pocas grandes editoriales de la distribución de la mayoría de la información científica. A comienzos del siglo XXI comenzó a crecer un movimiento que reclama que las informaciones pagadas por la sociedad estén al libre alcance de cualquiera de sus miembros, reaccionando al mismo tiempo contra los abusivo precios que cobran las editoriales por su ínfima intermediación, cuando la gran mayoría de las tareas —generación, redacción, transcripción en formato electrónico y evaluación de los trabajos— son hechas de modo gratuito por los propios científicos. En julio de 2012 había unas 3.400 revistas científicas de consideración[1]. Tres grandes editoriales internacionales —Elsevier (original de Holanda), Springer (original de EEUU) y Wiley (original de EEUU)— publican más de 20.000 artículos anuales en sus diversas revistas científicas, aproximadamente el 42% del total mundial.


Rasgos principales del sistema actual de información científica

  • Contenidos científicos publicables: tesis, artículos, monografías, libros.
  • Artículos viejos y actuales.
  • Tareas que hacen los autores. Investigación, registros de datos (fotografías), redacción de textos y fórmulas, confección de tablas, figuras y gráficos, formato digital.
  • Revisión por pares anónimos. ¿Quienes, de dónde, retribuciones, método de selección? Redes de revisores calificados ¿por quién? Arbitraje.
  • Difusión por preprints, revistas y repositorios locales. Papel y digital. Demoras de hasta 2 años.
  • Diferencias entre el Primer y Tercer Mundo.
  • Argentina.
  • Costos. Quién paga, quien trabaja y quien gana. Esfuerzo y retribución.
  • e-publishing versus papel.
  • Importancia para los científicos. Prestigio.
  • Importancia social del libre acceso.

Algunos hitos

Biblioteca tradicional con tecnología digital.

La Universidad de Cornell mantiene actualmente el repositorio de información arXiv (originalmente creado en 1991 con carácter muy limitado y otro nombre) donde se publican versiones previas de trabajos científicos (denominadas preprints en inglés) de Física, Matemática, Ciencias de la Computación, Biología Cuantitativa, Finanzas Cuantitativas y Estadística[2].

Desde el año 2008[3] los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH) requiere que sus investigadores remitan los originales de todos los trabajos que publican con su apoyo, inmediatamente después de su aceptación, al archivo centralizado PubMed Central, donde pueden ser consultados por cualquier interesado. Además, el artículo debe citar el número de identificación de ese repositorio[4]. El cumplimiento de esta obligación es un requisito para la financiación de investigaciones por los NIH.

En febrero de 2008 la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard requirió a sus docentes poner a disposición sus trabajos académicos para permitir su descarga gratuita a través de Internet desde un repositorio centralizado, lo que limitó la autorización de publicarlos a revistas que lo permiten (aparentemente unos 2/3 del total) [5]. En marzo de de 2009 la reputada universidad de tecnología MIT (Massachusetts Institute of Techonology) decidió también poner a disposición de cualquier interesado, sin cargo, los trabajos de sus investigadores[6].

University College (London) + Queensland University of Technology + Scientific Council of the European Research Council (ERC) + National Health and Medical Research Council (NHMRC)[7]

En diciembre de 2011 ingresó al Congreso de EEUU el Research Works Act, una propuesta de prohibición a los organismos gubernamentales de difundir información científica generada por fuentes privadas sin su asentimiento[8][9].

En enero de 2012 el matemático de la Universidad de Cambridge Tim Gowers expresó su disconformidad, a través de su blog[10], con los crecientes costos de las publicaciones científicas. Gowers planteaba que la mayor parte del trabajo era financiado por la sociedad y hecho por los propios autores, pero las editoriales recibías de lan universidades millones de libras esterlinas para permitir que esta información pudiera ser vista por quienes la generaron. Como protesta Gowers declaraba que a partir de ese momento no presentaría, revisaría o reseñaría trabajos científicos para la editorial Elsevier. El planteo recibió el apoyo de miles de científicos y condujo a la creación del sitio Internet The Cost of Knowledge (El Costo del Conocimiento)[11][12] que adhirieron al boycot.

En julio de 2012 el gobierno británico aceptó las recomendaciones del Working Group on Expanding Access to Published Research Findings (Grupo de Trabajo para la Expansión del Acceso a Resultados Publicados de Investigaciones) coordinado por Dame Janet Finch. El informe[13][14], publicado en junio de ese año, propone medidas concretas para avanzar hacia un sistema completamente abierto, aunque en lapsos más o menos prolongados de tiempo. La recomendación principal no es deshacerse de las editoriales, sino cargar el costo de las publicaciones a los autores de los trabajos y sus instituciones, difundiendo libremente los resultados, como es el modelo de PLOS ONE[15]. La propuesta no elimina ni controla las excesivas ganancias de las editoriales y los principales perjudicados por su puesta en práctica serán los investigadores del Tercer Mundo, cuyas instituciones sufren crónicos problemas de financiamiento para el buen mantenimiento de las actividades científicas. El costo de publicación de un artículo en PLOS ONE, por ejemplo, es de USD 1.350 para el autor. Si éste es el modelo a seguir por los países industrializados urge encontrar alternativas que eviten sus previsibles consecuencias.

Public Knowledge Project y su Open Journal System[16][17].

En julio de 2012 la Comisión Europea estableció un cronograma de medidas destinadas a facilitar el acceso a la información científica generada con fondos públicos. El objetivo es impulsar la capacidad de innovación europea y dar a los contribuyentes mayor acceso a los descubrimientos científicos. Europa invierte anualmente € 87 000 millones en I+D. Los estudios previos mostraron que sólo el 25% de los investigadores daba libre acceso a sus trabajos. La medida comenzará a ponerse en práctica a partir del año 2014, con la expectativa de que para 2016 eñ 60% de los trabajos involucrados sean de libre acceso. Se prevé para ellos dos mecanismos diferentes:[18]

  • Vía dorada. La puesta en línea de los artículos por los editores de las revistas especializadas, solicitando reembolso de los costos a la Comisión Europea.
  • Vía verde. La habilitación del libre acceso por los propios investigadores a más tardar 6 meses después de la publicación de sus trabajos (12 en el caso de las ciencias sociales).

El 29 de noviembre de 2012, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Perú y Venezuela firmaron en Buenos Aires el lanzamiento de LAReferencia, centro de acceso a la información científica producida en Latinoamérica. El centro permitirá a unos 700.000 docentes e investigadores y 15 millones de estudiantes tener libre acceso a la misma.[19]

Avances en Argentina

Repositorio Digital[20] (creado en noviembre de 2011 no funcionaba el 26/7/12) y Portal de Revistas Científicas [21] y ANSENUZA[22] de la Universidad Nacional de Córdoba. Otros repositorios digitales de Argentina en http://publicaciones.ffyh.unc.edu.ar/index.php/6encuentro/article/viewFile/186/238.

Proyecto de Ley del Sistema Nacional de Repositorios Digitales

Fuentes

Véase también